Nadie nunca ha visto el verdadero rostro de la emperatriz. Nadie sabe la razon por la que la emperatriz no se ha dejado ver por su pueblo. Algunos dicen que tiene un rostro poco agraciado. Otros dicen que desconfía de todos a su alrededor. Las malas lenguas hablan sobre la guerra. Una mujer de tan solo 18 años que lidero la guerra mas larga de la historia de los 5 reinos. Solo 20 minutos le tomo acabar una guerra que habia durado mas de 40 años. La salvadora de la nacion. La emperatriz Suprema. Ishtar D'Labot.
Nadie conoce su verdadero rostro. Nadie recuerda su verdadero ser.
Excepto el. El recien nombrado Duque de Geronia ha vuelto al imperio. Con el unico deseo de recuperar el amor que ha perdido.
Pero se llevara una grande sorpresa. Porque la mujer de sus recuerdos ya no existe. Y en su lugar una mujer con multiples rostros lo recibe.
Dentro de ella residen muchas personalidades. ¿Podra el enamorar a todas ellas?
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Capitulo 11:El hada de la Naturaleza
Pasaron la tarde haciendose compañía en completo silencio. Cuando llego la hora el duque anuncio su partida. La mujer de cabellos azabaches camino hacia el y se detuvo a solo dos pasos de el. Lo miro a los ojos y dijo aquellas palabras.
—Que tengas buen viaje Yoon-Ha. Espero verte pronto. Tu compañía... No fue desagradable.
El duque la miro confundido. ¿Era eso algun tipo de alago?
—Volvere mañana... Jikan.
La mujer asintio.
—Lo se. Pero talvez mañana no este.
Ella se dio la vuelta y volvió a su lugar en la ventana.
El duque abandono el palacio repitiendo aquellas palabras en su mente. Recordando el verde de sus ojos. Era el mismo verde de ayer. Y el mismo de Ishtar.
El duque se paseo por la mansion del ducado en completa oscuridad. No lograba conciliar el sueño. Camino hasta su antigua habitación. Abrio la puerta y entro observando todo el lugar. Todavia recordaba su niñez allí. El paso de su adolescencia y el ultimo dia que había estado en aquella habitación.
Camino hacia el librero y tomo lo que había venido a buscar. Abrio el pequeño estuche y miles de papeles se asomaron. Cada carta que Ishtar habia escrito para el. Su caligrafía era perfecta. Cada palabra detonaba una dulzura que hacia vibrar su pecho. Pero entonces mientras mas se acercaba a la ultima se dio cuenta del cambio.
Unas letras mas inclinadas que otras. Escritos que desbordaban sentimientos escondidos. En el pasado no le habia dado la atención que le daba ahora. ¿Pero que tal que aquello que le sucede a Ishtar le hubiera estado sucediendo desde mucho antes?
Y entonces a su mente llego el recuerdo de su cumpleaños numero 15.
Ishtar llevaba un vestido celeste con incrustaciones de diamantes. Se veia preciosa. Los nobles se acercaban a su lugar a depositar sus regalos y dejar ahi sus mejores deseos para la princesa.
Su rostro estaba serio y desprovisto de emociones como comúnmente parecía estarlo en aquellos eventos. Su padre llego a su lado y poso la mano en su hombro en un gesto que parecía ser de apoyo. Los ojos de Ishtar miraron su mano por un segundo casi imprevisible. Y por un momento creyó ver un gesto de asco que paso desapercibido para todos. En su momento creyó haber visto mal. E incluso cuando la encontro mas tarde en un rincon en el pasillo limpiandose el hombre fuertemente con un pañuelo creyo en lo que ella le habia dicho. Que se habia manchado con el pastel.
Y entonces pequeños matices se revelaron. Porque habia visto la misma expresión estoica de esta tarde en Ishtar cada vez que la obligan a estar en sociedad. La habia escuchado responderle con tanta seguridad como lo habia hecho la emperatriz ayer.
Talvez habia partes de ella que no conocia. Talvez habia estado tan cegado por aquella parte de ella que solo estaba reservada para el que no se habia detenido ni un segundo a pensar si existía algo mas alla de eso.
Pero queria descubrirlo. Queria ser consciente de todo lo que no pudo ver en el pasado. Queria saberlo todo de ella.
El duque llego esa mañana al palacio con una nueva perspectiva. Con un deseo vibrando en su interior. En la entrada del Ala este lo estaba esperando Lord Raktar.
—Buenos dias Duque Yoon-Ha. Ha venido a buena hora.
El duque lo miro sin comprender.
—Es asi?
—Lo es—Asintio—Le gustara.
El hombre le hizo una seña invintandolo a acompañarlo. Caminaron por los pasillos del ala este hasta salir al jardin y siguieron caminando hasta llegar a un inmenso invernadero. Lord Raktar lo miro con una sonrisa.
—Aqui dentro esta la emperatriz... Una muy risueña emperatriz.
Lord Raktar empujo la puerta y los dos enteraron al lugar. Un paraiso florar yacia ante sus ojos. Mariposas de distintos colores volaban alrededor y en el medio de todas ellas una mujer de cabellos blancos y piel palida se mecia como un hada entre polvo dorado que parecia hacerla brillar como una estrella. Llevaba una sonrisa inocente y angelical en su rostro. Se mecia con los ojos cerrados. Como si estuviera bailando alguna melodia que solo ella podia escuchar.
La mujer abrio los ojos sintiendo las miradas en ella. Y entonces aquellos ojos esmeraldas brillaron como estrellas al mirarlo.
El duque se sintio hechizado por aquella mirada. Por la dulzura de aquella sonrisa que se expandio cuando lo miraron. Como si hubiera visto a la luna misma. La mujer se aproximo hacia el rapidamente. Y lo tomo de las manos desprevenido.
—Mi lord has venido. Yo tambien deseaba verte.
El duque se quedo sin palabras. Sin saber de que manera debia tratar a la mujer delante de el.
—Duque Yoon-Ha ella es Gaia. El hada de la naturaleza.
La mujer solto una risa dulce. Un sonido que habia dejado al duque impresionado. Sus ojos esmeraldas lo miraron con emocion y entonces lo jalo de la mano.
—Venga conmigo mi lord. Le mostrare a mis bebes.
La mujer lo llevo entre las flores. Se detuvieron delante de una flor morada con pequeñas manchas verdes. Sus petalos eran en forma de triángulos puntiagudos. Y parecia dejar un olor dulzon y a la vez un poco arisco en el ambiente.
—Esta flor se llama Rea. Tiene un olor dulce y acido como el sabor de las moras.
La mujer lo jalo de la mano hacia la siguiente.
—Esto es una rosa del universo. Como puedes ver sus petalos son de una combinación de colores que hacen que no logres diferenciar uno en concreto.
La mujer lo miro con una sonrisa de emocion. Sus ojos se achicaron como medialunas. Sus mejillas abultadas.
—Es asi como el universo. Imposible de descifrar.
Y asi lo llevo de flor en flor. Cada una era aun mas rara y sorprendente que la otra. Cada una habia sido creada por ella misma. Gaia lo llevo hasta el centro en donde una unica flor yacía dentro de una caja de cristal.
—Y esta... La nombre Yoongae—ella lo miro con las mejillas enrojecidas, bajo la mirada al suelo nerviosa y luego la clavo en el—Le di ese nombre... Por que la cree pensando en usted.
La mujer se acerco al cristal y miro la flor con una sonrisa en el rostro. El duque la siguió deteniéndose a su lado.
—Su tallo es negro como su cabello. Sus petalos son blancos con manchas doradas y negras. Mi lord es alguien fuerte y dedicado. Alguien leal y que siempre mantiene su palabra. Esta flor tiene vida propia. Incluso aunque la arranquen de su tallo ella seguirá creciendo por si sola. Crece cada vez mas grande cuando charlo con ella. Expulsa un aroma a fresas y cuero que me hace sentir en casa. Incluso aunque dure días sin venir. Todas las demas pueden marchitarse. Pero ella permanece aqui. De pie. Hermosa. Como si estuviera esperándome... Es mi flor favorita—La mujer lo miro con los ojos brillando de admiración—Porque me recuerda a usted.
El duque sintio su corazon palpitar con fuerza en su pecho. En aquellos ojos esmeraldas al fin pudo ver la verdad. Pudo ver a la mujer que amaba.
—Gracias... Gaia.
Ella inclino la cabeza a un lado sin comprender.
—Por que me agradece?
—Por existir.