Crucigrama

Después de haber evacuado el avión, la tripulación agrupa a los pasajeros, para que ayuden a los graves, todos siguen a Elisa, tienen que abandonar el área porque muy pronto ocurrirá una explosión.

Algunos pasajeros lloraban, pedían perdón a sus familiares, otros lloraban por sus maletas, sin sus cosas no estaban dispuestos a seguir el grupo. Allí tuvo que intervenir Elisa, para que el pasajero razone y siga al grupo. Esa gente no es consciente que más segundos se pierden, peor es para todos.

-Déjenlos ir por sus maletas, si quieren morir calcinados por la explosión que ocurrirá en breve, pues que se mueran, tendremos menos estorbo. – gritó Elisa en inglés.

Los pasajeros se quedaron atónitos, y continuaron su marcha, pero tres pasajeros si volvieron por sus cosas y quedaron atrapados, la explosión ocurrió un minuto después. La explosión fue fuerte y el olor a combustible era fuertísimo y la columna de fuego era grande.

Guillermo sintió que la explosión le dio un golpe de alivio, cerró sus ojos mientras se dejaba llevar por otros pasajeros. Ahora entiende lo que le sucedió a Elisa, él sintió que el Guillermo mujeriego está allí, abajo, ardiendo junto a Patricia. Quiere ser un hombre nuevo, él hace una conexión con su mente y corazón para agradecer a la vida por la nueva oportunidad de vivir. Nunca en su vida había sentido tanto miedo.

Elisa hizo un alto a cierto punto del camino, escogió una zona segura para que todos puedan descansar, respirar y sobre todo esperar a que la ayuda llegue. Mientras tanto, empieza a revisar cada paciente y pone en práctica los tres años de medicina que aprendió en la escuela militar de la Marina de Guerra.

Elisa es marinera con grado de sargento y estudió por tres años medicina por su padre quien es almirante actualmente, ella dejó la carrera militar y la medicina por su pasión por los diseños y la decoración.

A los casi veinte años se prepara en la academia para postular a la facultad de arquitectura y terminar con la especialidad de diseño de interiores. Se graduó a los veinticinco años y pocas semanas después fue que conoció a Guillermo. Él es el primer hombre que le acompaña en su vida, era inocente e ingenua, confío plenamente en él y se quemó.

Elisa está recordando sus años de juventud, cundo era inocente, pero ahora, mientras cura las heridas y hematomas de los pasajeros, se da cuenta que debió terminar su carrera de medicina. Pues ella dominó el inglés en la escuela naval, y luego hizo curso de inglés técnico cuando empezó a cursar estudios superiores, pero también aprendió el chino para las negociaciones.

Ella y los lugareños se han comunicado sin problemas, pues esa barrera no existe y Guillermo no en tiende absolutamente nada de la conversación, pero sonríe, solo entiende sonidos raros, pero al parecer fueron entendibles entre Elisa y los lugareños, puesto que los citadinos le traen a Elisa hierbas, vendas y todos lo necesario para curar. Las herramientas que faltan, Elisa las fabrica, y aquellas de las que no están en sus posibilidades, ella hace el diseño de la herramienta y los citadinos obedecen a su petición, le consigue dichos instrumentos médicos, lo que no se pudo conseguir le fabrican de manera casera y se lo entregan, la ven como una autoridad.

Guillermo ve las habilidades de Elisa y la admira, ya ni se preocupa de lo más mínimo de Patricia, es más, ni se preocupa de la empresa. A sus ojos solo le importan Elisa.

Elisa da asistencia a los menos graves para que se recuperen rápido y puedan ayudar cuanto antes, o irse con los rescatistas y tener mucho menos problemas a la hora de buscar alimentos A los graves los atiende, pero solo hasta donde sus conocimientos le permiten.

Guillermo empieza a sentir mareo, cierra los ojos con fuerza, mueve su cabeza de un lado a otro buscando la manera de como soportarlo, pero en vez de sentir alivio se desmaya. Las tripulantes están buscando un punto donde pasar la noche, el día avanza y los pasajeros están quedando en la intemperie. Hay que hacer fuego, armar refugio, en fin, de todo para la supervivencia. De los trescientos treinta pasajeros solo han sobrevivido ochenta, de los ocho tripulantes incluyendo pilotos solo han sobrevivido tres, y ellas tres deben resolver el problema de todos, a menos que los pasajeros con mejores condiciones ayuden y así aliviar la carga laboral de la supervivencia, pues la etapa de sobrevivencia ya pasó, ahora es la etapa de supervivencia.

Elisa tiene entrenamiento, para ella nada es nuevo salvo el ambiente. Los pasajeros empiezan a quejarse de hambre, pero alguien que moviera un dedo, no gracias. Elisa aguantó las quejas hasta terminar de atender sus pacientes y se puso de pie y llamó la atención a todos, los avergonzó y todos lo dijo en inglés.

-Son solo tres mujeres, ellas están uniendo sus esfuerzos para ayudar en dar un techo y comida a un promedio de ochenta exquisitos picos finos, pero que bien se sienten ser mantenidos ¿Verdad? No tienen ni la más mínima vergüenza de pedir y exigir a tres personas para todos ustedes. Él que trabaja come ¡Me entendieron! – Elisa los abofetea con poca diplomacia.

- Y tú ¿Quién eres para tomarte atribuciones? – reclama un pasajero.

- Soy la representante de las fuerzas armadas. Soy la máxima autoridad cuando no hay capitán a la vista. El hecho que sean víctimas de un accidente aéreo no justifica ser mantenidos y exigentes.

- Estamos heridos, necesitamos atención. – reclama otro.

- Yo también estoy herida. Estoy trabajando y soy mujer. A buscar leña para hacer fuego. Solo los que trabajan tienen derecho a recibir beneficios.

A regañadientes se pasean, pero no trabajan, Elisa los amenazó con dejarlos a la intemperie y con hambre sino veía la leña para hacer el fuego. Los pasajeros dejaron de renegar y empezaron a trabajar, la voz de mando los asustó bastante. Elisa se hace respetar y de esta manera ayuda a las tripulantes que venían con lo poco que pudieron encontrar para comer.

Es el turno de atender a Guillermo, tiene fiebre, tiene moretones y al parecer una costilla rota, la zona está hinchada y bastante negra. En la cabeza tiene una gran protuberancia debido al golpe de la terrible sacudida del impacto ocasionada por un equipaje de mano. Elisa revisa todo el cuerpo y encuentra varios hematomas y de gran tamaño, quizás se deba a ellos que él se desmayó, lo que no sabe es dónde hay infección para afiebrar.

Mientras cura a Guillermo, vigila el área y los pasajeros van acumulando ramas y leña para hacer la fogata. Ella sonríe y continúa curando a Guillermo, quien poco a poco va volviendo en sí, la fiebre bajó tres horas después, pero sus quejidos son por la fractura, Elisa lo ayuda a sentarse para poder fijar un soporte para costilla rota.