Bajo la lluvia es una historia de romance y pasión que surge de un encuentro inesperado. Mariana, marcada por un pasado complicado, conoce a Samuel, un hombre enigmático que despierta en ella emociones olvidadas. Sin embargo, cuando su exnovio reaparece, el amor se ve amenazado por los fantasmas del pasado. Entre secretos, deseo y decisiones, ambos deberán enfrentar lo que realmente significa arriesgarse por amor.
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cap:6
La mañana siguiente llegó envuelta en una atmósfera pesada. Mariana y Samuel apenas habían hablado después del mensaje de Pablo. Ambos estaban ansiosos, intentando desentrañar lo que significaba esa inesperada intrusión.
—Voy a reunirme con él —dijo Samuel mientras se vestía.
Mariana lo miró desde el umbral de la puerta del dormitorio.
—¿Estás seguro? No quiero que esto se convierta en algo más grande de lo que ya es.
Samuel suspiró, colocándose la chaqueta.
—Tengo que hacerlo. No podemos seguir con esta incertidumbre.
Mariana asintió, aunque la inquietud se reflejaba en sus ojos.
—Cuídate.
Él se acercó y la besó suavemente en la frente antes de salir.
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Pablo había propuesto encontrarse en un parque discreto a las afueras de la ciudad. Samuel llegó puntual, con una mezcla de curiosidad y desconfianza. No sabía qué esperar de este encuentro, pero estaba decidido a no dejarse intimidar.
Pablo ya estaba allí, sentado en un banco bajo la sombra de un árbol. Cuando vio a Samuel, se levantó y le ofreció una sonrisa que parecía más una mueca.
—Gracias por venir —dijo, extendiendo una mano que Samuel ignoró.
—¿Qué quieres? —preguntó Samuel directamente, cruzándose de brazos.
Pablo dejó caer la mano, pero mantuvo la sonrisa.
—No estoy aquí para causar problemas. Solo quería aclarar algo.
—¿Aclarar qué?
Pablo suspiró y miró hacia el suelo, como si estuviera buscando las palabras adecuadas.
—Sé que estás con Mariana, y quiero que sepas que no tengo intención de recuperarla.
Samuel levantó una ceja, escéptico.
—Entonces, ¿por qué estás escribiéndole? ¿Por qué sigues apareciendo en su vida?
Pablo lo miró directamente a los ojos, su expresión repentinamente seria.
—Porque hay algo que ella no te ha dicho. Algo que creo que deberías saber.
Samuel sintió un nudo formarse en su estómago, pero no dejó que eso se reflejara en su rostro.
—¿Y qué sería?
Pablo se acercó un paso, bajando la voz.
—Cuando estábamos juntos, Mariana me engañó. No una vez, sino varias. Siempre tenía una excusa, una justificación. La amaba, pero ella no era capaz de comprometerse.
Samuel apretó los puños, intentando procesar las palabras.
—¿Y por qué debería creerte?
Pablo alzó las manos en un gesto de rendición.
—No tienes que hacerlo. Solo quería advertirte. Ella es una mujer increíble, pero... tiene sus demonios.
Samuel no respondió. En lugar de eso, se dio la vuelta y se alejó, dejando a Pablo parado junto al banco.
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Cuando Samuel regresó al apartamento, encontró a Mariana en la cocina, preparando café. Al verlo entrar, dejó la taza y se acercó a él.
—¿Qué pasó? —preguntó, notando la tensión en su rostro.
Samuel la miró fijamente, intentando descifrar si lo que había escuchado tenía algo de verdad.
—Me dijo que me cuidara de ti. Que no eres alguien en quien se pueda confiar.
Mariana lo miró, atónita.
—¿Qué? ¿Eso fue lo que dijo?
—También dijo que lo engañaste. Varias veces.
El rostro de Mariana se endureció, y una mezcla de ira y tristeza cruzó por sus ojos.
—¿Le crees? —preguntó, su voz temblando levemente.
—No lo sé, Mariana. No quiero hacerlo, pero... esto no tiene sentido. ¿Por qué estaría diciendo algo así si no es cierto?
Mariana apartó la mirada, sus manos temblando ligeramente.
—No puedo creer que estés dudando de mí.
Samuel dio un paso hacia ella, su voz más suave ahora.
—Solo quiero la verdad. Si hay algo que deba saber, prefiero que me lo digas tú.
Mariana lo miró fijamente durante un largo instante, antes de dejar escapar un suspiro profundo.
—Está bien, te diré la verdad. Pero no es lo que piensas.
Samuel la escuchó en silencio mientras ella comenzaba a hablar.
—Sí, hubo un momento en mi relación con Pablo en el que las cosas no estaban bien. No fue un engaño físico, pero... conocí a alguien que me hizo darme cuenta de lo infeliz que era. Lo hablé con Pablo, intenté terminar las cosas, pero él no quería soltarme. Por eso me fui.
Samuel se quedó en silencio, procesando sus palabras.
—¿Ese alguien sigue en tu vida?
Mariana negó con la cabeza.
—No. Fue solo una chispa momentánea, algo que me mostró lo que realmente quería. Pero nunca traicioné a Pablo, y mucho menos a ti.
Samuel vio la sinceridad en sus ojos, pero las dudas seguían latiendo en el fondo de su mente.
—Entonces, ¿por qué crees que él está intentando sabotearnos?
Mariana apretó los labios, como si intentara contener una verdad incómoda.
—Porque no puede aceptar que lo dejé. Siempre creyó que yo volvería, que él tenía el control. Ahora que sabe que no es así, hará lo que sea para intentar arruinar lo que tengo contigo.
Samuel asintió lentamente, pero aún no estaba completamente convencido.
—Necesito tiempo para procesar esto, Mariana.
Ella asintió, aunque la tristeza en su mirada era inconfundible.
Cuando Samuel salió del apartamento, Mariana se quedó de pie, mirando la puerta cerrada. A solas, dejó escapar un suspiro pesado. Sabía que había sido honesta con él, pero también sabía que Pablo no era alguien que se diera por vencido fácilmente.
La verdadera pregunta ahora era: ¿hasta dónde estaba dispuesto a llegar Pablo para separarlos?