Una mujer despierta luego de estar en coma algunos días.
Sin recuerdos...
Sin saber quien es...
Edad y nombre no es algo que figura en sus recuerdos, ya que parece, los ha perdido todos.
Sin embargo, un hombre aparece delante de ella para recordarle que se llama Alma Rizzo, y que ambos, están casados desde hace cuatro años.
Él le promete ayudarla a recordar todo su pasado para poder encaminar su vida de nuevo.
Algo que a Alma, le parece irreal.
Sobre todo porque cuanto más aprende de si misma, más le aterra descubrir que tal vez no es la mujer que esperaba ser.
Ahora, componer su vida será su misión...
Cosa que no será sencilla cuando se tiene limitado los recuerdos y no sabes si convives con amigos o enemigos.
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Capítulo 5
Cuando llegaron a la mansión de los Rizzo, Alma y Valentín fueron recibidos por el abuelo de esta.
—¡Oh, mi querida niña! —exclamó el anciano mientras levantaba un brazo ya que con el otro, sostenía un bastón
—Abuelo —sonriendo, la peli negra se acercó al anciano de al menos 70 años y le dio un cálido abrazo
—¿Cómo estás? ¿Te sientes bien? Hay muchas cosas que debo decirte.
—Buenas tardes, señor Rizzo.
El anciano miró a Valentín, percatandose por primera vez de su presencia.
—Buenas tardes. —respondio secamente, algo que no pasó desapercibido para Alma —Querída, el almuerzo aun no está listo. Vamos a mi despacho a platicar como todas las veces que vienes a verme.
Ella miro a su esposo y este solo le respondió con un a sentimiento de cabeza.
Entonces la mujer se dejó llevar por brazo del anciano al despacho que según, siempre visitaba, pero que en ésta ocasión le parecía tan extraño.
—Carlota.
Una mujer de mediana edad asomo por la cocina.
—¿Si, señor?
—Prepara el té.
—Enseguida —y con la misma, desapareció
Ambos entraron y Alma miró con asombro los largos estantes de libros que cubrian todas las paredes de la habitación.
—Vaya, es lindo...
—Creí que vendrías sola. —dijo el anciano al tomar asiento en uno de los sillones que había frente a un escritorio dejando a un lado de este su bastón.
Alma suspiro —No recuerdo como llegar.
—¿Ni como manejar?
La oji negra miró con asombro al anciano —¿Se manejar?
—Seré anciano pero te enseñe muchas cosas para ser independiente. —dijo con orgullo, alzando una ceja mientras que en aquellos ojos aceitunas pasaba un brillo de diversión
—¿Cómo el solo beber te?
—Por un demonio, ¿ya te contaminaron?
Ella sonrió.
—No, no del todo.
—Menos mal.
—¿Para que has querido verme en privado, abuelo?
—Quería... —la puerta de la habitación se abrió y una mujer entró con una bandeja de té —Adelante... Dejalo en la mesa. —cuando la mujer hizo lo que le ordenaron, salió de la habitación con una reverencia —Bien, como te decía... —continuó mientras servía un poco de té —Ya que siempre has sido muy directa, yo también me tomaré el atrevimiento de serlo querida. Toma... —dijo, colocando la taza de té sobre la mesa
Alma se sentó en el sofá frente a él y tomó su respectiva taza.
—Gracias.
—Dime, ¿eres capaz de seguir llevando Queen?
Desviando la mirada del anciano a su té, Alma se miró en el reflejo del líquido amarillo.
—Azahar, tu favorito.
¿Acaso su té favorito no es verde?
—Lo sé... Gracias. —murmuró y bebió un poco
Incluso, sabe diferente
—Bueno, dime una cosa abuelo ya que mi memoria me falla... Desde que soy la heredera oficial de los Rizzo, ¿he hecho algo que deje mal nuestro apellido? —el anciano negó —¿Y el resto de la familia?
—Más veces de las que me gustaría admitir.
—Pues ahí tienes tu respuesta, abuelo.
—Perfecto, me alegro que tomes el toro por los cuernos querida, sin embargo, necesito que regreses a trabajar ya.
—El próximo mes retomaré todo.
—¿El próximo? Querida, el próximo mes da gracias que todavía haya empresa a la que regresar.
—Se que es mucho tiempo pero no tengo la seguridad de poder hacerlo antes, dedico la mayor parte de mi tiempo ha leer archivos y expedientes de la empresa para tratar de ayudar.
—Deberías empezar por las finanzas de la empresa, estás no van bien y tu esposo no ha hecho por mejorarlas.
—Valentín ha hecho todo lo que podía mientras estuve en coma y ahora, que no recuerdo ni como hacer un informe, es él quién sigue ayudándome, abuelo. Recuerda que solo es un abogado a quien se le dejo una carga muy grande.
—Exacto, es un simple abogado. Y estoy seguro que hundira la empresa.
—¿Por qué lo odias, abuelo? —pregunto, mirándolo fijamente a los ojos, al tratar de analizar su rostro
—Dime porqué tú le tienes cariño.
Alma parpadeo perpleja.
—Tú fuiste el que me pidió casarme con él por el bien de su familia.
—Lo sé... —suspiró el anciano, dejando su taza vacía en la mesa —Y de todas las cosas que he hecho en mi vida solo me arrepiento de dos cosas: de no haber protegido bien a tus padres y de haberte pedido tal favor. Valentín no es para ti...
—No pienso divorciarme de él solo porque ahora resulte, que nunca te agrado.
—Y no te estoy sugiriendo que lo hagas, solo que no lo dejes más acargo de la empresa, tu día Gladys desea tu puesto en lo que Trevor llega a la mayoría de edad.
—Mi situación debió parecerle el punto de partida perfecta.
El anciano asintió —Además. Eres una adulta. Se que puedes tomar tus propias decisiones y has tomado las mejores durante mucho tiempo. Así que cuando necesites ayuda, aquí estoy.
—Gracias abuelo. —sorbio el resto de su té —Le he prometido a Valentín hacer funcionar lo nuestro, para que podamos llevarnos mejor que antes de perder la memoria. Quiero poder corregir ciertas cosas.
—Bueno, pero si te divorcias de él no dudes en decirme para que organice una fiesta. —la peli negra rodo los ojos —Tranquila, es broma.
—Solo procura tratarlo mejor... ¿Puedes?
—Bien, si tú me prometes algo.
—¿El qué? —inquirio mientras dejaba su taza en la mesa también
—Que mejorarás tu relación con los Conte.
—¿Y esos quienes son?
El anciano puso los ojos en blanco.
—¿De verdad ese tonto te esta ayudando a recuperar los recuerdos o solo te esta perjudicando?
—Abuelo... —dijo, a modo de advertencia
La puerta se abrió y la mujer de antes asomo la cabeza.
—Una disculpa, el almuerzo está listo.
—Gracias Cindy. —cuando la puerta se cerró de nuevo, continuó —Los Conte son una familia muy influyente y poderosa en Italia. El mayor de ellos es Militar, una gran figura de autoridad y respeto en Roma. Políticamente los Conte tienen mucha influencia.
—¿Para que deseas que mejore mi relación con el heredero de los Conte? Socialmente somos igual de influyentes.
—Yo no hablo del mayor quien no es heredero de la familia, hablo del segundo hijo: Alan Conte, dueño de la empresa de bienes raíces más grande de Roma: King.
—¿Escuche bien? ¿King?
Su abuelo asintió.
—Que coincidencia llamarnos Queen. En fin, ¿qué tienen que ver ellos con nosotros?
—Nuestras relaciones estaban fuertes, ellos nos hacían la compra y venta de territorios donde pudiéramos construir tanto dentro como fuera del país, gracias a ellos podíamos expandir nuestro nombre al proporcionarnos los medios para ello. Pero hace meses que cortaste relaciones con ellos y te declaraste su enemigo comercial.
—¿Sabes por qué hice eso?
—No me dijiste. Pero ahora, los Conte tienen una empresa constructora...
—Y nos están llevando de corbata.
El anciano asintió.
—Recién empiezan, pero les está yendo bien. Necesito que arregles tu error ya que has dicho que quieres corregir "ciertas cosas" —enfatizó con comillas
—Bien, pero si recuperó los recuerdos y resultan haber hecho algo contra Queen, los haré pagar.
—Dame pruebas y acepto romper relaciones con ellos.
—Me parece perfecto, abuelo.
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—¡Vaya! Casi toda la familia reunida el día de hoy.
Alma observó caminar hacia ellos a una mujer de al menos 50 años, vestía con clase y tenía el cabello recogido en un moño.
—Tu tía Gladys... —murmuró el abuelo cerca del oído de su nieta
—Buenas tardes tía.
—Querida, Valentín debió decirnos de tu condición y bien pudimos ir a verte al hospital.
—No hubiese podido imaginar el daño que pude haberle ocasionado al hacerle cambiar su agenda por irme a visitar al hospital. —respondió con mimo la oji negra
La mujer gruñó por lo bajo mientras entraban al comedor.
—¿Todo en orden? —pregunto el oji verde al verla entrar
—Si, aunque sospecho que este almuerzo no será de los más gratos que tendré.
—No te preocupes, estaré aquí toda la comida para cuidarte. —susurro, depositando un beso fugaz en los labios de su esposa —Hay familia cerca... —susurro en su oido