Sipnosis
En la cosmopolita ciudad de Busan, tres vidas se entrelazan en un inesperado triángulo de emociones. Joon-Ho, un humilde maestro de matemáticas, lucha por equilibrar su pasión por la enseñanza con las limitaciones de su origen. Durante una conferencia, su vida da un vuelco al conocer a Han Soo-Yeon, una encantadora profesora de arte y dueña de una acogedora biblioteca. La conexión entre ellos es instantánea, aunque sus mundos parecen demasiado lejanos para unirse.
Mientras Joon-Ho intenta conquistar el corazón de Soo-Yeon, no se percata de los sentimientos de Mi-Ra, una de sus estudiantes, hija de una familia adinerada y atrapada en un amor no correspondido por su maestro. Desde hace meses, Mi-Ra guarda en secreto lo que siente, pero la creciente cercanía entre Joon-Ho y Soo-Yeon pone a prueba su paciencia y valentía.
Entre las lecciones de la vida y las barreras que impone la sociedad, "Oh, ¡Maestro! Quiéreme" explora los conflictos del amor prohibido, las
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Tentaciones
Joon-Ho continúa con el trabajo de tutoría sin dudar demasiado. Con su madre enferma y las cuentas acumulándose, no podía darse el lujo de rechazar ingresos extra, aunque provinieran de una estudiante rica como Mi-Ra. Desde el principio, la oferta había sido demasiado buena: un sueldo generoso, horarios flexibles y una estudiante dispuesta a aprender. Pero lo que realmente le sorprendió fue el sobre adicional que le entregaron después de su primera sesión.
"Un incentivo por tu dedicación," había dicho la asistente de la familia Lee, dejándole un fajo de billetes que superaba lo acordado. Joon, quien siempre había intentado mantener una ética profesional, sintió su moral tambalearse por la tentación del dinero fácil. ¿Por qué no aceptarlo? Después de todo, no estaba haciendo nada indebido.
Mientras tanto, Mi-Ra estaba decidida a encontrar maneras de mantener a Joon cerca. Aunque no necesitaba un tutor realmente, la idea de tenerlo en su casa, solo para ella, era demasiado tentadora como para dejarla pasar. Sin embargo, su entusiasmo por las clases privadas iba más allá del aprendizaje: era su forma de conquistar al hombre que ocupaba sus pensamientos.
Para garantizar que Joon siguiera interesado en el trabajo, Mi-Ra decidió añadir un toque más personal. Cada vez que terminaba una sesión, le entregaba discretamente sobres con más dinero, acompañados de pequeños regalos con la excusa de que sus padres le agradecian: relojes, corbatas y comidas gourmet que mandaba preparar especialmente.
Pero eso no era suficiente. Quería llamar su atención de otra manera, algo que rompiera la barrera de la formalidad entre ellos. Decidió vestirse de forma más provocativa para la próxima clase, con la esperanza de que él finalmente notara que no era solo una estudiante más.
Joon llegó puntualmente a la mansión Lee esa tarde. Vestía una camisa azul ajustada y jeans oscuros que resaltaban su figura atlética, cargando su inseparable maletín con libros y materiales. Aunque intentaba mantener una expresión neutral, no pudo evitar notar el lujo excesivo del lugar, algo que le resultaba completamente ajeno a su estilo de vida.
La puerta se abrió, y Mi-Ra apareció con un vestido ajustado de color burdeos que apenas llegaba a sus muslos. Sus labios estaban pintados de un rojo suave, y su cabello caía en ondas perfectamente estilizadas.
—Profesor Kang, bienvenido. —dijo con una sonrisa que bordeaba la coquetería.
Joon parpadeó, algo incómodo por el cambio evidente en su apariencia. ¿Como es que esa jovencita se ve más hermosa con solo algunos detalles?
—Gracias, Mi-Ra. ¿Listos para comenzar?
—Por supuesto, pasemos al salón de estudios.
Ella lo guía por los pasillos mientras Joon trataba de mantener su enfoque en las matemáticas que planeaba enseñar y no en los movimientos calculados de su alumna. Ella va delante y el no puede evitar la mirada de su enorme trasero contoneándose de un lado a otro, se dió cuenta que no lleva lencería debajo de ese vestido.
En la sala de estudios, Mi-Ra había colocado estratégicamente una bandeja con café recién hecho y pastelillos en la mesa. También había ajustado la temperatura del aire acondicionado para que la habitación estuviera ligeramente más fresca, obligándola a acercarse más a Joon para "sentir calor".
—Hoy quiero revisar ecuaciones más avanzadas. —dijo, sentándose cerca de él, casi invadiendo su espacio personal, con su escote pronunciado deja muy poco a la imaginación.
Joon asintió, abriendo sus libros mientras comenzaba a explicar los pasos de una ecuación cuadrática compleja.
—¿Entendido? —preguntó después de una explicación detallada.
—Creo que sí... pero podría necesitar un poco más de ayuda.
Mi-Ra se inclinó hacia él, observando la página con aparente concentración.
—Usted explica tan bien, profesor. Realmente me siento afortunada de tenerlo como tutor. Y mis padres están contentos con mi avance a tal punto que mi padre me prometió regalarme mi propio apartamento en el centro más exclusivo de Busan frente a la playa.
Joon, acostumbrado a los cumplidos de sus estudiantes, solo sonrió educadamente.
—Es mi trabajo asegurarme de que entiendas. Me alegra que tus padres premien tu esfuerzo. Ahora, intentemos con este ejemplo.
Mientras él escribía en el cuaderno de ejercicios, Mi-Ra lo miraba con una mezcla de admiración y deseo, su corazón latiendo con fuerza, mientras su centro se humedece con solo oler su perfume. ¿Cómo podía ser tan guapo y no darse cuenta de lo obvio? Ella lo desea y estaría dispuesta a lo que sea por tan solo un beso de sus labios.
Al finalizar la sesión, Mi-Ra aprovechó la oportunidad para entregar otro sobre. Esta vez, no lo dejó en manos de la asistente, sino que se lo dio directamente a Joon.
—Profesor Kang, por favor acepte esto como un agradecimiento por su dedicación.
Joon intentó rechazarlo al principio, aunque su resistencia fue breve.
—No es necesario, Mi-Ra. Ya acordamos una tarifa. Esto es mucho.
—Por favor, insisto. —respondió, mirándolo con ojos suplicantes.
Él suspiró, aceptándolo con una ligera inclinación de cabeza.
—Está bien. Gracias, pero no es necesario que hagas esto todo el tiempo.
Mi-Ra sonrió, satisfecha.
—Es solo un pequeño gesto. Usted lo merece. Se esfuerza mucho para que aprendamos.
Mientras salía de la mansión, Joon se permitió una breve reflexión. ¿Estaba siendo demasiado permisivo? No podía ignorar que la familia Lee estaba prácticamente tirando dinero en él, pero, al mismo tiempo, necesitaba el ingreso. Lo más importante era mantener la profesionalidad.
Esa noche, Mi-Ra se sentó en su cama, repasando los eventos del día. Aunque Joon había aceptado el sobre, todavía parecía distante.
¿Qué más podría hacer para acercarme a él?
Entonces, una idea cruzó su mente. Si él seguía viéndola solo como su estudiante, tendría que llevar las cosas al siguiente nivel. Decidió invitarlo a cenar después de su próxima sesión, con la excusa de agradecerle por su ayuda.
"Una cena elegante puede romper el hielo. Y quién sabe, tal vez pueda hacerle ver que soy más que una estudiante"...
Mi-Ra sabía que estaba jugando un juego arriesgado, pero no estaba dispuesta a rendirse tan fácilmente. Joon había tomado todo lo que ella le ofrecía sin medir las consecuencias. Pronto, tendría que rendir cuentas, y Mi-Ra estaba decidida a cobrarlo a su manera.