Ángel de la Luna, es la mujer más hermosa que he visto en mi vida; es una niña de alta sociedad y yo solo soy su escolta personal.
NovelToon tiene autorización de Anaeli Rios para publicar essa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
ENCUENTRO Y PROPUESTA
¡Vaya, vaya!... ¿A quién tenemos aquí? Al perdedor número uno de la institución.
- Siento decepcionarlo señor Rangel, pero no soy un perdedor, estudió en este lugar, porque soy excepcional en lo que hago, no como usted, que el único mérito que se le adjudica es ser hijo de un acaudalado señor; no tiene potencial ni nada que valga la pena mencionar.
-¿Cómo dices? Iracundo, coloco sus dos manos sobre el cuello de su camisa y con una mirada feroz le dijo en voz alta- "Aún no sabes con quién estás tratando, debería irse de este plantel, solo estorbas, pero no te preocupes, tarde o temprano vas a renunciar". Aunque Alejandro era un año menor, este se percibía más alto y fuerte que su compañero Marcos.
- Solo digo lo que es evidente, no hay adjetivo positivo para su penoso comportamiento, niñito narcisista, impulsivo y petulante.
- Ja, ja, ja...En esta institución, usted es sencillamente un juguete para la diversión de aquellos pertenecientes a la elite.
- No sabía que le parecía tan importante, me halaga señor Rangel.
Luna y Katarina se miraron desconcertadas, no entendían la situación que se asemejaba a una disputa de un drama de adolescentes.
- Por favor, ¿pueden controlarse? Expreso Luna, con un tono de autoridad nunca antes visto en ella. Joven Alejandro, es tan amable y me acompaña, disculpen me retiro por ahora, chicos los veo más tarde.
¿Te vas con ese? pregunto Daniel
- Así es, espero que no les moleste
Atravesaban el vasto lugar, escuchando el sonido de los murmullos traídos por el viento, las miradas curiosas de algunos terceros, que no concebían tal posibilidad de acercamiento, de quienes dejaban a su paso una sensación íntima de complicidad.
- Señorita, tiene puesta la mirada de las personas a su alrededor, imagino que es inadmisible que camine a mi lado, para este momento usted ya debe de saber como ingrese a estudiar en este plantel. Puede decirme el lugar donde quiere reunirse, así no tendrá que avanzar cerca de mí.
- ¿Cree que eso me importa? Tengo un profundo sentimiento de agradecimiento por ayudarme, lo que los demás digan o piensen, para mi es una nimiedad.
Esas palabras penetraron profundamente en su alma, nadie en ese lugar, a excepción de Emiliano y el profesor Nicolás, le había mostrado un mínimo sentimiento de simpatía.
- ¿Usted no es como ellos?
-¿A qué se refiere?
- A pesar de pertenecer a una familia tan prestigiosa, usted señorita Beaumont, me ha tratado con mucho respeto, es el antónimo de la forma en como sus amigos se relacionan conmigo.
-Mi madre, ella es una mujer amable y cálida y el ejemplo es la mejor manera de aprender, tal vez esa sea una de las razones, es médica y yo también algún día lo seré.
- Es una profesión muy hermosa y sublime, crea pequeños ángeles terrenales para procurar la vida, es perfecta para usted señorita.
- ¿En serio lo cree así?, preguntaba a la vez que su rostro se iluminaba y una gran sonrisa dejaba ver sus perfectos y blancos dientes.
- Absolutamente seguro, ¿Señorita a dónde vamos?
- No lo sé, solo lo he seguido a usted.
Alejandro elevó las cejas y sus labios dibujaron una sonrisa, - Entonces déjeme llevarla a un lugar que conozco.
La invito a sentarse bajo las espléndidas ramas que una vez le otorgaron cobijo, aquellas que fueron testigos de sus lamentos más tortuosos, un sauce impregnado de nostalgia, de cuándo la desilusión se apoderó de su vida, pero también conoció su intensa determinación para no renunciar a sus sueños. Se filtraban pequeños rayos de luz solar, el viento soplaba suavemente revolviendo su largo cabello, mientras danzaba apasionadamente con su vestido color verde esmeralda; embelesado en ese efímero momento, no apartaría la mirada jamás, hasta que sus ojos grabaran por completo la escena más perfecta del mundo.
- Verás... le dijo tímidamente, no tengo ningún vínculo sexual o amoroso con el profesor Alberto, solo asisto a sus clases; no es cierto lo que él dijo, en ningún momento lo he buscado o incitado, ayer intento abrazarme por la fuerza.
- Lo sé, en sus ojos se reflejaba el más angustioso de los momentos, de aquellos que han sido acosados y no saben como defenderse. ¿Ya se lo ha dicho a los directivos, o a su familia?
- Quiero que lo mantenga en secreto, por favor no lo comente con otras personas.
- Pero, ¿por qué? Ese hombre quiso lastimarla, es peligroso.
- Mi padre aún no sabe que profesión estudio, no quiero que se entere aún y menos bajo estas circunstancias, solo será mientras hablo con él.
- Es demasiado arriesgado que ese hombre siga dando clases en la facultad de medicina.
En efecto, más adelante se conocería el caso de otro ser humano que se vio involucrado en un incidente similar.
- Le tengo una propuesta, ¿Me dejaría exponerla?
- Por supuesto
-No quiero ofenderlo... pero me enteré que es usted un estudiante becado.
- No me ofende
- Lo que significa que puede necesitar dinero de más, para poder pagar sus libros y elementos propios de su carrera. Quiero qué trabaje para mí, deseo que me cuide dentro del campus como si fuera mi escolta.
- Qué dice? ¿usted tiene dos escoltas siempre?
- No quiero que ellos ingresen al campus, este es un lugar seguro, no deseo llamar más la atención, pero usted es un estudiante como yo, me podría acompañar cuando me encuentre sola, tenga trabajos que entregar tarde o deba de hablar con el profesor Alberto. Podemos llegar a un acuerdo, conoceremos nuestras materias y horarios, para no interferir en las clases, además usted es el único que sabe sobre lo que pasó.
- ¿Me dejaría pensarlo?
-Claro. Mañana lo espero en este lugar a las 3 de la tarde, independientemente de la respuesta, quiero escucharla.
Se levantó para marcharse, no quería verla partir, el tiempo pasó más rápido de lo que imaginó, ansiaba decirle que se quedara un poco más, podrían hablar de un millón de tonterías y para él, seguiría siendo el mejor de los momentos.
- ¡Cuídese señorita!... de todas las palabras que hubiera podido articular, fueron las únicas que logro expresar.
Advertía Marcos a Katarina sobre la imperativa necesidad de mantener a Luna distante de Alejandro, había creado una narrativa tan negativa del susodicho, que para ella era inminente el peligro que representaba y estaba en la imprescindible obligación de amparar a su preciada amiga.
- No olvides lo que te he dicho Kata, te amo.
- Te amo también
-Adiós, decía Marcos, dándole un beso en la frente
Ya en soledad, aún no comprendía como era posible que dos personas de mundo tan diferentes que ni siquiera estudiaban en la misma facultad se conocieran y más aún que le hablara con esa confianza. Tendré que dialogar seriamente con ella, pensó Katarina.