Entre Siglos Y Maldiciones

Catalyn sintió la necesidad de correr detrás de Derek y de abrazarlo hasta que su corazón se calmara. Aunque aún no entendía como había podido reaccionar con tanta tranquilidad y aceptar lo que Alice le había dicho..., cualquiera habría explotado de dolor o de rabia o incluso habría solo huido de la situación. Si su corazón latía con tanta discordia como Catalyn había sentido, ¿qué le habría dado fuerza para enfrentar a Alice de ese modo?

Sin embargo, el corazón de Catalyn, por el contrario, se sentía cansado y oprimido. Como cuando el presentimiento de un desastre te nubla la consciencia. Le dolía ver a Derek lastimado, porque sabía que lo estaba. Pero Alice había empezado a llorar, y no podía ir detrás de Derek.

- Hiciste lo correcto - Catalyn la abrazó, pero también sentía resentimiento por haberlo lastimado de esa forma.

- Pero los perdí a los dos.

- Podrás recuperar a Vanessa, enfrentaste a Derek. Y lo harás con tus padres, ¿no es así?

- Tengo miedo.

Catalyn se estremeció al sentir la desesperación de Alice. No podía entender cómo había sido capaz de lastimar a dos personas que apreciaba solo por el miedo a que descubrieran quién era en realidad, pero podía sentir su angustia. Lanzó un suspiró y le acarició la espalda, concentrando su poder en darle calidez y tranquilidad.

Se aseguró de tener cuidado al normalizar sus latidos, de prevenir que Alice se diera cuenta que Catalyn no era como los demás. La mayoría de personas no reaccionaba bien al saber que alguien era diferente y el miedo les ganaba por encima de la razón, la amistad o incluso el amor. Si bien Alice había cometido un grandísimo error, no quería perder a otra amiga por culpa de su magia.

Escuchó a Alice soltar un suspiro y se separó de ella.

- ¿Estás enojada conmigo? - le preguntó a Catalyn.

- Sabes que Derek y yo somos amigos desde hace tiempo, no crei que fueras capaz de lastimarlo. Pero dijiste la verdad. Ese es el primer paso.

- ¿Lo quieres, verdad?

A Catalyn le costaba admitirlo, así que no lo hizo. No directamente.

- Así como te quiero a ti -. Pero claro, lo que sentía por Derek era más intenso y aterrador.

- Deberías ir a clase -. Alice pareció complacida con la respuesta.

- ¿Tú no vas?

- Buscaré a Vanessa. Al menos quiero tenerla a ella.

Catalyn asintió y se despidió tan cordial y tan amable como pudo.

En contra de sus instintos, decidió asistir a todas las clases. Le dolía el pecho y se le hacia difícil concentrarse, teniendo la cabeza vagando entre lo que había sucedido y la reacción tan extraña de Derek, no podía pensar en otra cosa que no fuera hablar con él. Se reprendió a si misma y se dijo que todo estaría bien, pero ¿cómo convencerse de ello cuando había visto que Derek tenía las manos vendadas?, ¿qué tal si cometía otra locura?, ¿qué tal si intentaba algo peor? Los pensamientos le causaron náuseas y notó que su malestar estaba teniendo efecto en su alrededor cuando una ráfaga de viento entró por la ventana y azotó los documentos de su profesora. Ella gritó y maldijo al ver que algunos hasta se habían rasgado. Catalyn intentó respirar profundo, pero no se sentía para nada bien.

Las clases se le hicieron eternas, pero al terminar, lo primero que hizo fue llamar a Derek, y, como esperaba, no contestó. Pensó en ir a su casa, pero tal vez lo que necesitara era estar solo y concentrarse en aclarar sus pensamientos. ¿Y si intentaba de nuevo atentar contra su vida? Catalyn sintió que su corazón se detenía ante la idea. Tal vez si se aseguraba que aún estaba bien podría dejarlo a solas..., ¿estaba siendo egoísta por preocuparse y querer verlo?, ¿estaba siendo ilógica al dejar que sus sentimientos le ganaran? No podía pensar en otra cosa.

Al menos necesitaba saber que estaba bien.

Le avisó a su mamá que estaría un rato con Derek y se dirigió a su apartamento. Tenía miedo de lo que pudiera encontrar. Tocó una, dos veces. No contestaba. Le marcó a su celular, pero parecía estar apagado. Catalyn soltó un suspiro y se pasó la mano por el pecho, disminuyendo sus latidos y la amargura de un mal presentimiento. Lo único que quería era que le diera alguna señal de vida. Pasaron unos cuantos minutos y Catalyn optó por verificar ella misma si Derek se encontraba bien. Cerró sus ojos y apoyó su mano izquierda en la puerta. Los sonidos a su alrededor se fundieron en uno solo, sentía el aire fluyendo por el apartamento de Derek y las vibraciones de su presencia. Pronto el sonido de su corazón se sincronizo con el de él y Catalyn supo que aún estaba vivo. Suspiró aliviada y decidió retirarse.

Pero al voltear, Derek abrió la puerta.

- En serio eres insistente - fue lo primero que le dijo.

Catalyn quiso correr a abrazarlo, pero aún le quedaba un poco de enojo.

- Solo quería asegurarme de que estuvieras bien.

Derek se recostó sobre la puerta.

- No cometere una locura, si es lo que piensas. No soy tan estupido.

- Si no lo eres, explícame qué le pasó a tus manos.

Derek rodó los ojos. Se veían más claros a la luz convaleciente del sol.

- No tengo por qué darte explicaciones - se cruzó de brazos. Catalyn arqueo las cejas al ver que lucía más imponente y serio de lo que alguna vez había visto.

- Bien - Catalyn sonrió, ofendida por su comportamiento -. Avísame cuando dejes de ser un imbecil y quieras hablarme.

Se ajustó la chaqueta y dio media vuelta, ahora sintiendo que su preocupación se convertía en exasperación.

- Espera, Cat - escuchó que le decía -. Lo siento. ¿Quieres pasar?

- Así como no quieres darme explicaciones, yo no tengo que pasar a tu apartamento. Estás vivo. Solo eso quería saber.

- Gracias por preocuparte -. Ahora su voz sonaba con menos soberbia y agresividad. Sonaba, de hecho, débil y quebrada.

- Definitivamente estás loco, ¿quieres que hablemos de cómo te sientes?

Pasó al apartamento de Derek cuando él asintió, aún sin dejar de lado la opresión en su pecho. No solo era él, era todo el lugar. El aire era denso y difícil de respirar, tanto como si estuvieran en un día infernal de verano. Tenía un peso sobre sus hombros que la hacía sentirse débil y mareada. Demasiadas emociones resolviéndose en el ambiente como para poder concentrarse en solo una. Empezó a jadear, intentando respirar con normalidad. Pero le costaba, como si estuviera en lo alto de una montaña.

- ¿Estás bien? - le preguntó Derek cogiendola por el hombro.

Se alejó por instinto, pero se arrepintió al ver el rostro confundido de Derek. Intentó sonreírle y se paseó por su apartamento, apreciando que, de hecho, estaba bastante ordenado y limpio.

Aunque no fuera mucho más grande que su habitación, lucía acogedor y tranquilo. Al entrar había una pequeña cocina que resplandecía más que la de su mamá y a su lado derecho un pequeño cuarto que suponía era su baño. Unos pasos más allá, tenía un estante lleno de libros con pequeñas plantas decorando los rincones. En su escritorio reposaba su computador, una libreta negra que parecía ser un diario y un par de velas aromatizantes. A los pies de su cama habia un baúl tan antiguo que parecía que fuera a deshacerse con solo tocarlo. Tenía pequeños cuadros que ilustraban paisajes de ciudades, islas, monumentos, bosques y playas. Parecían antiguos, los marcos estaban astillados y la pintura parecía desgastada, pero se veían hermosos en su pared. Una colección de recuerdos que había guardado por años. Catalyn se fijó en uno en especial, un campo de flores con una pequeña casita a lo lejos. Había muchos tulipanes con un cielo azul despejado que reflejaba la luz del sol. La casita parecía humilde, una choza que desentonaba con la belleza del prado de flores y la majestuosidad de las montañas del fondo.

- ¿Te gusta? - escuchó que Derek le preguntó y Catalyn salió de su ensueño. Se había quedado viendo el pequeño cuadro y no se había dado cuenta de que él se había recostado en su cama, observándola.

- Es muy lindo - reconoció -. ¿Dónde lo conseguiste?

Derek abrió la boca para responder, pero se arrepintió en el último segundo.

- Me lo regaló una vieja amiga - terminó diciendo, pero Catalyn no podía evitar pensar que quería decir algo más. Se veía herido y débil.

Hubo un largo silencio entre ambos, así que Catalyn se sentó frente a él y pensó en lo mejor para decirle, pero temía decir algo incorrecto.

- Duele, ¿sabes? -. Derek habló primero, dándole un respiro a Catalyn. Nunca lograba expresar en palabras lo que pensaba o sentía.

Poco a poco, los ojos de él se hicieron más oscuros. Agotados, como si hubieran pasado por más de mil tormentas en las noches -. No pensé que me estuviera haciendo eso. Nunca creí que Alice... pudiera mentir de esa manera.

Se notaba a kilómetros lo mucho que le dolía incluso pronunciar esas palabras.

Catalyn se acercó un poco más.

- Yo también estaba bastante sorprendida cuando me enteré.

- ¿Lo sabías? -. Derek frunció el ceño y Catalyn sintió nervios al verlo apretar sus manos.

- Me enteré hace poco - respondió.

- Entiendo. Por eso me decías que hablara con Alice - dijo despacio, como si pronunciar las palabras le quemara la boca -. ¿A qué viniste realmente, Catalyn?

- Sigues siendo mi mejor amigo - le contestó tan segura como pudo sonar, aunque se estaba empezando a marear -. Y sigo preocupada por ti.

Derek miró a otro lado y cerró los ojos con fuerza.

Sus ojos se llenaron de lágrimas.

Catalyn lo abrazó, tan fuerte que sentía los latidos de él contra su pecho. Derek se quedó quieto por un momento, pero luego lo sintió llorar con más intensidad.

- Quiero encontrar a esa tal Vanessa - dijo entre sollozos -. Quiero..., no sé que quiero. Quiero gritarle por hacerme esto... Ella era... Alice... ella fue quien me hizo creer de nuevo.

Realmente la quería.

- ¿Y luego qué?, ¿eso te hará sentir mejor? - le respondió casi susurrando, tan suave que temia que si hablaba más fuerte podría quebrarlo.

- Al menos le habré gritado lo que siento.

- ¿Por qué no lo hiciste cuando te dijo la verdad? Reaccionaste muy tranquilo.

Derek se quedó callado por un momento.

- Creo que estaba en shock. Actué en modo automático - respondió al fin, alejándose un poco de Catalyn -. Hasta yo me sorprendo de como reaccioné. De hecho, el momento se ve borroso en mi memoria.

- Reaccionaste de la mejor forma - le dijo, intentando sonreír para que él no se diera cuenta de que estaba viendo luces y los mareos la hacían tambalearse -. Me sorprendiste. Pero... ahora puedes gritar, hablar, llorar. Todo lo que necesites.

Derek la observó a los ojos por un rato y luego soltó una risa que parecía de sarcasmo.

- Es imposible odiarte - dijo después, sonriendo, aún con las lagrimas en sus mejillas.

- ¿Por qué me odiarias? - preguntó ella, rebuscando en su mente para hacer una broma -. Estoy bastante segura de que soy lo suficientemente hermosa como para que no me odies.

Derek siguió riendo y Catalyn se sintió complacida de ver su sonrisa.

- ¿Quieres seguir hablando? - le preguntó Catalyn, acariciando su cabello.

- He estado con otras mujeres antes... - continuó él, hablando con lentitud, como si las palabras se le atascaran -, pero cuando conocí a Alice pensé que al menos tendría unos momentos más de tranquilidad. Que podría empezar otra vez...

Conocía a Derek desde hacía un par de años, pero muy pocas veces hablaba sobre lo que había sucedido antes de que se encontraran. Catalyn solo sabía que había vivido en Italia y que algo había salido terriblemente mal, tanto que lo había hecho viajar y enterrar su pasado.

- No te diré que pronto vas a conseguir a alguien más, que volverás a enamorarte y todas esas palabras vacías - le respondió -. Pero sí que por un tiempo es mejor que sientas todo ese dolor y lo entiendas, que te des tu espacio, que no hay prisa por dejar atrás lo que te hirió, y, aún así, no debes dejarte hundir ni dejar de intentar. A su tiempo. Para ver el arcoíris hay que pasar por la tormenta, así que puedo estar contigo mientras pasa la lluvia.

- Tal vez tengas razón, pero no quiero sentir esto por mucho tiempo.

- No sabemos, los sentimientos son ilógicos y no responden al tiempo. Pero si podemos aprender de ellos -. Catalyn recordó todo lo que había sucedido en su último año de preparatoria y se sintió algo nostálgica.

Él la abrazó de nuevo y enterró su cabeza en su cabello. Catalyn tragó saliva, sintiendo un vacío de nervios en su estomago. Cerró sus ojos y se concentró en los latidos de Derek: sonaban como una melodía intensa y rápida que parecía estar llegando a su fin. Se concentró en regular su ritmo cardíaco y darle calor a su cuerpo, aún abrazandolo. Derek soltó un suspiro y se aferró más a ella. Siguió llorando, en silencio. Pareció calmarse poco a poco mientras Catalyn seguía concentrando su magia en mantenerlo estable.

- A veces es difícil - dijo él después de estar un largo rato en silencio -. A veces no quiero seguir.

Catalyn sintió que su corazón se hundía.

- ¿A qué te refieres? - preguntó, pero la voz se le cortó al final.

- No intentaré ninguna locura, Cat. Lo prometo. No puedo, de todos modos -. ¿Por qué Derek siempre hablaba tan enigmático?, ¿qué escondía? - No preguntes - la detuvo él antes de que ella pudiera contestar -. Es complicado.

- ¿Tiene que ver con ese pasado del que nunca hablas?

- Algo así - reconoció él.

Estaba bien tener secretos, un pasado que no quería compartir, tal vez una experiencia demasiado dolorosa o vergonzosa como para decirla en voz alta. Pero no dejaba de ser preocupante, mucho menos cuando tenía las manos vendadas.

Catalyn le cogió la mano, dejándose llevar por el momento. Estaban muy cerca, frente a frente. Nunca habían estado así..., y Catalyn detestaba el revuelo de emociones que sentía en el pecho. Ahora su corazón era el que latía con discordia..., ¿por qué tenía que sentir eso?

- Gracias por venir. Creo que después de todo si lo necesitaba.

- No tienes que pasar por esto solo - le dijo, manteniendo su sonrisa.

- A veces es mejor alejarse de las personas demasiado rotas, terminan compartiendo un poco de su oscuridad contigo.

Catalyn sintió el peso de sus palabras en su corazón. ¿Esa era la percepción que tenía de si mismo?

- Estoy bastante segura que puedo soportar un poco de oscuridad. Sin ella, no hay luz.

Los ojos de Derek parecieron iluminarse al escucharla, pero no le respondió.

- ¿Te sientes un poco mejor? - insistió.

Él asintió, pero el aire era difícil de respirar.

- ¿Te puedo pedir un favor? - preguntó Derek y Catalyn tuvo la necesidad de decirle que podía pedirle lo que quisiera porque haría lo que fuera por solo verlo sonreír.

En cambio, dijo.

- ¿Más favores?, ¿crees que tengo mucho tiempo? -. Sonrió y espero a que él también lo hiciera -. Solo bromeo, dime. ¿En qué más puedo ayudarte?

- ¿Puedes quitarme el dolor con tu poder?