Isadora es una joven dulce perdidamente enamorada de su novio Stavros, en vísperas de su matrimonio ella huye
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Heredera
Ver su foto junto a Stavros fue un golpe directo al alma.
"Heredera Denakis conquista a Kyriakos".
Su memoria la traiciono y la llevó a ese momento.
Había ido a trabajar a la fundación como cada día mientras continuaba con sus estudios.
Estaba compartiendo las clases de arte con los niños cuando unos pequeños se comenzaron a apartar del grupo.
Stavros Kyriakos bajó del Ferrari y miró el viejo edificio: una escuela a lo que los niños de la comunidad asistían a diferentes talleres, varios miembros de la rica sociedad de Atenas entre ellos Los Denakis, colaboraban con dinero para el funcionamiento del lugar lo sorprendente era que Isadora Denakis daba clases ahí, salía de excursiones con los niños. Si bien había intentado mantenerse alejado de ella por la diferencia de edad, Stavros se descubrio perdido en sus recuerdos en medio de una junta pensando en su bella sonrisa y en el brillo de sus ojos mientras su contable le informaba los frutos de sus últimas inversiones, asi que le envio flores y aunque Isadora estaba muy feliz por ese hecho solo respondió con una nota educada.
Stavros miro el edificio había ido directamente a buscarla, después de poner a unos de sus hombres de confianza a investigar a la bella nieta de Vasilios. Se sorprendió al ver el informe, salvo por la fundación o la universidad Isadora no hacía otras actividades, no iba a fiesta. Su vida era sus estudios su abuelo y la fundación.
En ese momento sonó una campanita y, un segundo después, un montón de niños salieron al patio,empujándose unos a otros. Una joven los seguía, contestando preguntas, intentando contener
discusiones y, en general, controlando el caos. Llevaba una sencilla falda negra, zapatos planos y una blusa de color claro. Stavros no la miró dos veces, demasiado ocupado buscando a Isadora.
De nuevo, estudió el viejo edificio, pensando que debía haberse equivocado. ¿Por qué Isadora iba a pasar su tiempo en ese lugar?. Estaba a punto de volver al coche, pensando que tal vez ese dia no habia ido, cuando oyó una risa que le resulto familiar. Y, de repente, se encontró mirando de nuevo a la joven de falda negra y zapatos planos. No se parecía a la sensual mujer que había conocido en la fiesta y estaba a punto de darse la vuelta cuando ella giró la cabeza.
Llevaba el pelo firmemente sujeto con un broche , pero era del mismo tono castaño…
Stavros arrugó el ceño, ¿ esa era la mujer que lo habia atormentado por días?
La joven sonrió entonces él se quedó sin respiración porque era imposible no reconocer esa sonrisa. Una sonrisa amplia, generosa, auténtica. Sin pensar, bajó la mirada hasta sus piernas…
sí, eran las mismas piernas, largas y preciosas. Unas piernas hechas para que un hombre perdiese la cabeza. Unas piernas que lo hacían soñar.
Los gritos de los niños interrumpieron sus pensamientos. Un grupo de chicos había visto el Ferrari y, de inmediato, Stavros lamentó no haber aparcado más lejos.
Los niños corrían por el patio para acercarse a la verja que separaba la fundación del resto del mundo…
—¡Menudo cochazo!
¿Es un Porsche? Mi padre dice que el mejor coche del mundo es el Porsche.
Cuando sea mayor voy a tener uno como ese.
Stavros no sabía qué decir, de modo que se quedó callado. Pero enseguida vio que Isadora giraba la cabeza. Por supuesto, ella se dio cuenta rápidamente de que alguna de sus ovejitas se habían descarriado.
Isadora lo miro sorprendida y la mujer que estaba con ella se giró.
— No lo puedo creer exclamó la mujer. El señor Kyriakos está aquí.
Stavros Kyriakos maldijo en voz baja, porque había ido a ese lugar.
Isadora volvió a llevar a los niños al salón de arte.
— Muy bien ya pensaron que van a dibujar, recuerden que presentaremos sus dibujos en el próximo festival de la fundación dijo Isadora mientras miraba de reojo por la puerta viendo a los encargados de darle una recorrida a Stavros por el lugar. Los gritos de los niños interrumpieron sus pensamientos.
— ¿Qué le es he dicho de pelear?, dijo ella muy seria.
— yo quiero dibujar el coche que vimos y él me va a copiar dijo uno de los niños.
— Pues háganlo de diferentes colores y ya no sería igual dijo ella mientras la puerta se abría.
La directora de la fundación le presentó a Stavros.
— ¿Es profesora de arte?, pregunto él con la mirada burlona.
— Soy estudiante, respondió ella.
Uno de los niños se acercó a Stavros y le preguntó por su auto, luego otro le preguntó por el color.
Él miró al niño más cercano.Y comenzó a conversar con los niños, la directora lo dejó a solas con la clase.
—¿Su profesora es muy estricta?.
— No, pero si haces algo malo… ¡Zas!
—¿Les pega?
—¿Qué?, el niño soltó una carcajada lo que provocó que Isadora los mirara. La señorita Denakis no mataría una mosca. Las atrapa con un vaso y las libera. Ni siquiera nos grita.
—Pero eso de «zas»…
—La señorita Denakis te mira. Te hace sentir mal si has hecho algo malo, como si la hubieras decepcionado. Pero nunca le haría daño a nadie.
Isadora cruzó el salón como si una cuerda invisible tirase de ella.
—Hay demasiada conversación aquí les recuerdo que tienen que entregarme su dibujo.
Los dos chicos empezaron a hablar a la vez y Stavros notó que isadora le contestaba uno a uno en lugar de mandarlos callar como harían la mayoría de los adultos. Y era evidente que los niños la adoraban.
—¿Ha visto el coche, señorita?. Yo solamente lo había visto en las revistas.
—Solo es un coche, cuatro ruedas y un motor Isadora se volvió por fin hacia él.
—¿Querías algo?, preguntó ella.
—¿Te sientes culpable?
—¿Culpable?
—No pareces contenta de verme y me pregunto por qué.
Dos manchas rojas aparecieron en sus mejillas y, de repente, sus ojos se volvieron mas brillosos.
—¿Es su novio, señorita? —preguntó uno de los niños.
— Aaron, ésa es una pregunta muy inapropiada.
—¿Un amigo, señorita?
—Sí… bueno, un amigo. Ahora hagan sus dibujos. No puedo creer que hayas venido aqui le espetó, temblando—. ¿Qué haces aquí?
—Tú sabes por qué estoy aquí. Te envié flores y me enviaste una cortes pero frio agradecimiento de los que yo suelo usar.
—Hay una primera vez para todo, Isadora se llevó una mano al pecho, como si quisiera comprobar que su corazón seguía latiendo.
Distraído por la presión de sus pechos contra la sencilla blusa, Stavros frunció el ceño. La llevaba abrochada hasta el cuello como una profesora victoriana. No había nada, absolutamente nada en su atuendo que pudiera explicar la volcánica respuesta de su libido.
Furioso consigo mismo y con ella, su tono fue más brusco de lo que pretendía:
—No juegues conmigo porque los dos sabemos que no puedes ganar. Te comería
de un bocado. ¡Vine a invitarte a cenar!, dijo Stavros.
— ¿Iría como invitada o como cena?, pregunto ella burlándose. Él sonrio y ese fue el comienzo de su romance con Stavros. La foto en particular que estaba en la revista era de su fiesta de compromiso. Isadora abrió la revista, dentro de ella estaba la primera foto que le habían sacado.
Debajo de la foto sacada por un extraño que lo había reconocido decía "Kyriakos va al cine con desconocida". Como se había reído Stavros con esa revista, con su ocurrencia de ir al cine...
— Isadora cariño, le dijo su abuela tocando su hombro.
— Perdón solo estaba pensando respondió ella cerrando la revista y volviendo al presente.
— ¿Cuánto tiempo te quedarás aquí?, pregunto Thomas.
— Indefinidamente, dijo ella.
— ¿Te quedarás en New York?, pregunto su abuela.
— Sí, respondió ella. Estoy viviendo en un departamento de mi tío, obviamente es por un tiempo hasta que organice lo que voy a hacer. Pero definitivamente vine para quedarme comento.
— ¿Y Vasilios que piensa de eso?, pregunto Thomas.
— No tiene nada que decir, soy una persona adulta. Buscaré un trabajo y donde vivir dijo ella.
— Podrías vender la casa de tus padres, ha estado cerrada todo este tiempo, pero la hemos mantenido y te darían lo suficiente para tu propio departamento. Mientras tanto si necesitas un lugar donde estar podrías quedarte con nosotros dijo su abuelo Thomas.
— Nos haría tan feliz tenerte con nosotros dijo su abuela.
— Supongo que podría mudarme un tiempo aquí dijo ella.¿ Dónde están las cosas de mis padres?, pregunto Isadora.
— Aquí en el sótano bien guardado, en la casa solo dejamos los muebles respondió Thomas. Luego de desayunar Isadora abandono la casa de sus abuelos y se dirigió nuevamente al departamento de policía.
Había preguntas que solo podían responder ahí.
En cuanto Ed O'Neil se enteró de que lo estaba buscando supo a qué había ido.
— Yo sé lo que vi, era un adolescente alguien de unos dieciocho años, años más año menos.
— Te creo y créeme si hay alguna posibilidad de retomar la investigación lo haremos. Por ahora no hay nada que indique que eso pasó.
— ¡Mis padres merecen justicia!, respondió ella... Luego de hablar con él. Isadora se despidió de O'Neil y salió de su oficina.
— ¿Esa es la hija de Asher?, le preguntó un compañero.
— Sí, no me había dado cuenta de que envejecí hasta que la vi, respondió O'Neil.
Ella caminó otra vez hasta el cementerio, Isadora estaba segura de lo que había visto. Su abuelo la había encerrado en una jaula de oro, ella no había cuestionado nunca nada, se había olvidado de sus padres y de lo ocurrido, pero eso había terminado.
¡ Ya sabía lo que haría a partir de ese día!