Adrian creía que la suerte rara vez estaba de su lado, especialmente cuando perdió su trabajo debido a la homofobia. Su vida se complicó aún más cuando un accidente lo dejó atropellado, lo que le costó una entrevista de trabajo crucial. Sin embargo, lo que no podía prever era que la suerte a veces se manifiesta de maneras inesperadas. Ser atropellado por Benicio no solo cambiaría la trayectoria de su vida, sino que también desataría una serie de sentimientos intensos y lo llevaría mucho más allá de lo que jamás imaginó.
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Capítulo 6
Benicio seguía observando a Adrián, pero sus miradas no pasaban desapercibidas por su amigo, que también dirigió su vista en la misma dirección.
— ¿Qué miras tanto? ¿Hay alguien conocido en aquella mesa? — preguntó, curioso.
— Es mi nuevo empleado y creas o no, es el mismo hombre que atropellé.
— ¡Un momento! ¡Deja ver si entendí: el hombre que has contratado como tu asistente es la misma persona a la que atropellaste? — Parecía incrédulo.
— Sí, ayer iba camino a la entrevista, ¿te lo puedes creer? Juraría que hice esa misma expresión cuando lo vi en la oficina, pero, por lo que he observado, tiene un gran potencial. Además, me ayudó a solucionar la crisis que tuve hoy.
— Vaya, esto se pone cada vez mejor — sonrió sacudiendo la cabeza — ¿No vas a ir a saludar a tu empleado? Imagínate lo incómodo que se va a sentir el pobre. — Se estaba divirtiendo con esa idea.
— No voy a estropear su momento de diversión; parece que están celebrando algo, quizá sea la admisión de Adrián.
— ¿Así que ese es su nombre?
— Sí. Voy al baño; estás haciéndome demasiadas preguntas.
Benicio se levantó y se encaminó al baño, mientras Danilo seguía sonriendo en la mesa y mirando en la dirección donde estaba Adrián. En ese instante, Eli se dio cuenta de que aquel hombre observaba hacia allá, con una sonrisa en el rostro e incluso alzó su copa de bebida.
— Adrián, ¿es mi impresión o ese tipo está coqueteando con nosotros? — Eli señaló la dirección con la cabeza.
— Bueno, quizá esté coqueteando contigo; yo ni siquiera lo había notado. ¿Sabes qué? Voy al baño. A lo mejor se acerca a ti cuando yo me vaya. — Adrián sonrió, bromeando.
— Sabes que ese terreno es más de tu especialidad que la mía. — Eli intentó argumentar, pero Adrián salió sin prestarle mucha atención.
Eli prefirió no mirar hacia allá, mejor no parecer interesado, de lo contrario, aquel hombre podría terminar acercándose. No quería estropear la noche de su amigo con una disputa o altercado allí.
Mientras Eli fingía indiferencia en la mesa, Adrián entraba al baño cuando fue empujado por un hombre que entró precipitadamente para vomitar. Esto lo hizo casi caer hacia adelante, de no ser porque chocó con alguien más.
Adrián estaba a punto de agradecer cuando vio a quién había chocado y se sorprendió.
— Señor Benicio, ¿qué hace aquí?
— También estoy disfrutando de la noche. Pero, ¿estás bien? — Benicio aún sostenía el brazo de Adrián y estaban muy cerca el uno del otro.
— Sí, discúlpeme por lo sucedido. — Adrián se apartó un poco.
— No te preocupes por eso. Si estás bien, regresaré a mi mesa.
Benicio se alejó y salió del baño. Adrián se quedó mirando cómo se alejaba su espalda, suspirando después.
— ¡Qué colonia! — comentó Adrián, en cuanto se alejó.
Adrián sacudió la cabeza y fue a usar el baño. Era mejor dejar de fijarse en su jefe de esa manera. Ya había decidido que, si conseguía el trabajo, mantendría su orientación sexual en secreto, para evitar pasar por el mismo tipo de problemas que enfrentó en su empleo anterior.
Cuando volvió a la mesa, su amigo estaba sentado de manera completamente distinta, lo cual le resultó intrigante. Adrián preguntó:
— ¿Por qué estás sentado así?
— No quiero quedarme mirando a ese tipo que estaba observándonos, ni que él vea mi rostro.
Adrián sonrió y miró hacia la otra mesa, para comprobar si aquél hombre todavía estaba observándoles. Para su sorpresa, no solo aquel hombre estaba mirando, sino que Benicio también estaba sentado allí, mirándolo directamente.
— ¡Maldición! — Adrián desvió la mirada.
— ¿Qué sucede? No me digas que ese hombre viene para acá — preguntó su amigo, preocupado.
— No es eso, pero creo que ya está bien por hoy. Además, mi jefe está en la otra mesa y no quiero llegar con resaca a mi primer día.
Después de escuchar esa explicación, Eli miró otra vez hacia esa mesa. Como ya se estaba sintiendo incómodo con la mirada persistente, decidió que era mejor que se fueran.
— Voy a pagar la cuenta y nos vamos — dijo Eli levantándose de inmediato.
Danilo notó que se estaban marchando y decidió provocar a su amigo.
— ¿Pasó algo en el baño? Tu empleado se va; parece que se ha intimidado al verte aquí.
— No digas tonterías. No pasó nada en el baño. Además, lo que mis empleados hagan o dejen de hacer fuera del trabajo no me interesa.
Benicio regañó a su amigo, que aún sonreía. Tomó otro sorbo de su bebida y echó otro vistazo a Adrián. Sus miradas se encontraron y su empleado se levantó, dirigiéndose a la salida del local.
El empresario y su amigo seguirían un rato más en el bar. Benicio estaba notablemente más pensativo de lo usual y su amigo lo notó, pero prefirió no hacer comentarios al respecto. Los pensamientos de Benicio fueron interrumpidos cuando recibió una llamada de Carla.
Optó por no responder. Sabía que si lo hacía, Carla empezaría a preguntar sobre su ubicación y con quién estaba. Aquella noche, simplemente no tenía paciencia para lidiar con su novia. En ocasiones, llegaba incluso a cuestionarse por qué seguía con ese compromiso.