La historia más cliché del año", así la describiría Carla... pero, ¿qué pasa cuando los villanos cuentan su versión?
pero ¿qué pasa cuando se ve desde los ojos de Kiara? Una joven obligada a comprometerse con el príncipe a los 15 años por decisión de su padre, quien en secreto ama al hombre con el que está destinada a casarse. Todo cambia cuando Marionela entra en escena. Su aparente dulzura esconde un lado oscuro que Kiara conoce de primera mano, pues es ella quien comienza a manipular al príncipe y convertir la vida de Kiara en un caos.
La gota que colma el vaso llega cuando Marionela, en un acto calculado, se envenena para culpar a Kiara. La supuesta villana es acusada injustamente, encarcelada y casi ejecutada, pero logra reducir su sentencia. Allí, en el calabozo, un golpe la despierta a su vida pasada y con ello, un propósito claro: cambiar su destino .
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capitulo 15_El enfrentamiento con Marionela
No pasó mucho tiempo antes de que Marionela aprovechara la oportunidad para acercarse. Con una sonrisa que no alcanzaba sus ojos, se inclinó ligeramente hacia Kiara.
—Es un honor tenerte de vuelta en Liu, Kiara… perdón, quise decir, Su Majestad la Emperatriz —dijo, poniendo un énfasis burlón en el título.
Kiara la observará con calma, como si estuviera evaluando a una criatura interesante pero insignificante.
—Gracias, Marionela. Debe ser reconfortante para ti verme regresar, aunque con un título que nunca podrías alcanzar.
La sonrisa de Marionela se tensó, pero logró mantener la compostura.
—El título no define a una persona. Es el corazón lo que importa.
—Oh, en eso estamos de acuerdo —respondió Kiara, inclinándose ligeramente hacia ella—. Pero el corazón, sin poder, es solo un sueño inútil. Espero que recuerdes eso.
Marionela retrocedió, claramente molesta, mientras Kiara se inclinaba en su asiento, satisfecha con el intercambio. Esto era solo el principio.
Los rumores en el aire
Al día siguiente, los rumores sobre el regreso de Kiara ya habían tomado fuerza. Decían que su presencia en el banquete había sido una declaración de guerra silenciosa, que cada palabra y cada movimiento suyo estaba lleno de intenciones ocultas. Algunos decían que buscaba venganza, otros que planeaba arrebatarle el reino de Liu al propio rey.
Kiara escuchó los rumores con una sonrisa. No se molestó en desmentir nada; Después de todo, era mejor que temieran lo que pudiera estar tramando. Sabía que su tiempo en Liu sería breve, pero también sabía que sería suficiente para dejar una marca imborrable en todos, especialmente en Marionela y Alber.
Esa misma noche, mientras miraba desde el balcón de sus aposentos, sintió una mezcla de satisfacción y anticipación. Cada paso la acercaba más a su objetivo, y aunque aún faltaban dos años para el final de su exilio oficial, ya podía sentir cómo las piezas del tablero se movían a su favor.
—Disfruta tu paz mientras dure, Marionela —murmuró para sí misma, con una sonrisa llena de determinación—. Porque no habrá lugar donde puedas esconderte cuando llegue el momento.
La noche se extendía ante ella, y con cada estrella que brillaba en el cielo, Kiara sabía que estaba más cerca de reclamar lo que le pertenecía.
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Pasaron días desde el banquete, y Kiara ya se sentía como la pieza central de un juego de ajedrez en el que todos intentaban moverla sin éxito. Por la mañana, mientras revisaba los informes que le enviaban sus espías y aliados en el reino de Liu, un guardia tocó la puerta de sus aposentos.
—Su Majestad, el príncipe Alber solicita una audiencia con usted —dijo, manteniendo la cabeza baja.
Kiara levantó la mirada de los documentos, sorprendida por la audacia del príncipe. Sabía que su orgullo debía estar sufriendo al buscarla, y eso la intrigó.
—Dile que pase —ordenó con calma.
Un momento después, Alber entró en la habitación. Su rostro estaba tenso, pero sus ojos mostraban una mezcla de arrogancia y vulnerabilidad. Se detuvo a unos pasos de Kiara, inclinando levemente la cabeza, un gesto que no pudo ocultar su incomodidad.
—Su Majestad la Emperatriz —comenzó, pronunciando el título con reticencia—, he venido a hablar de lo que realmente busca aquí.
Kiara lo miró con una sonrisa fría, disfrutando de la lucha interna que se reflejaba en sus gestos.
—Y ¿qué crees que busco, príncipe Alber? —preguntó, cruzando las piernas con elegancia y apoyando las manos sobre el respaldo de su silla.
—Desestabilizar el reino de Liu —respondió sin rodeos—. Tus movimientos desde que llegaste han sido calculados. Los rumores sobre tus intenciones… sobre Marionela y sobre mí…
Kiara soltó una ligera carcajada.
—Oh, Alber, no necesito desestabilizar nada. Este reino ya está lleno de grietas. Lo único que he hecho es mostrarles a todos cuán profundos son.
El príncipe apretó los puños, pero respiró profundamente para mantener la calma.
—Entonces, ¿qué quieres realmente? —preguntó finalmente.
Kiara se levantó, caminando lentamente hacia Alber. Su altura la hacía parecer aún más intimidante mientras lo miraba fijamente.
—Lo que quiero no es algo que puedas entender ahora, pero te daré una pista: no tiene nada que ver contigo ni con Marionela. Ambos son solo piezas pequeñas en un tablero mucho más grande.
Alber retrocedió un paso, claramente afectado por sus palabras. No era lo que esperaba oír, pero tampoco sabía cómo responder.
—Entonces… ¿no tienes interés en volver a ocupar tu lugar aquí? —preguntó, intentando encontrar algún rastro de su antigua Kiara.
Kiara excitante, esta vez con algo de amargura.
—Mi lugar ya no está aquí, Alber. Ahora, mi mundo es mucho más grande que este reino. Pero no te preocupes, seguiré siendo tu peor pesadilla.
El plan de Ian y Kiara
Esa noche, Kiara recibió una carta de Ian. Había llegado a través de un mensajero imperial que nadie había notado, lo cual demostraba la eficiencia del sistema del emperador. Al abrirla, reconoció de inmediato la caligrafía firme y elegante de Ian.
"Kiara, es hora de avanzar al siguiente paso. Estoy enviando recursos adicionales y un emisario de confianza para apoyarte. Pero quiero que consideres algo: este es tu momento para tomar el control definitivo. ¿Estás lista para enfrentarlos en el escenario que tú misma ha creado?
Kiara dejó la carta sobre la mesa, tomando un momento para pensar. Sabía que Ian tenía razón. Todo lo que había hecho hasta ahora había sido una preparación para este momento, pero no podía negar que la emoción de enfrentarse directamente a Marionela y Alber la motivaba más de lo que debería.
Tomó una copa de vino y salió al balcón, mirando las luces del palacio y más allá, hacia la ciudad.
—Pronto… —murmuró para sí misma, su sonrisa llena de determinación—. Muy pronto, sabrán lo que significa enfrentarse a una verdadera emperatriz.
El juego estaba en marcha, y Kiara estaba más que lista para hacer su siguiente movimiento.