Matrimonio Hackeado

Narradora

La vida de varias personas estaba pronta a cambiar en tan solo unos pocos días. Había muchas cosas que pronto saldrían a la luz trayendo varios problemas.

Matias estaba confiado cantando victoria apresuradamente. Su querida millonaria le había enviado un mensaje que fue lo suficientemente bueno para él ✉️Acepto amor, si no aceptan lo nuestro por las buenas no hay otro modo de hacer las cosas. Te amo.

El celebraba su victoria pero cuando preguntó cuando iría a sacar fecha para su próxima boda la respuesta lo desalentó un poco. ✉️Rose me pidió que la acompañe a un desfile de modas en Miami que organiza su prima. Cuando regresemos a México iré de inmediato. Muero por ser la señora Blanco. Te amo.

Isabella habló con su madre y sin querer le dio más información de la que debía haciendo que la mujer alarmada porque su única hija parecía querer casarse con ese hombre y sin su presencia ni la de su esposo la llevó a contarle a su marido sus grandes sospechas.

El señor Rivera estaba enojado, furioso y preocupado por como su hija teniendo aquella edad parecía actuar como una adolescente enamorada completamente ciega por un picaflor que no valía nada. Estaba decidido a abrirle los ojos a su hija pero él viaje de ésta junto con su amiga no le daba tiempo de nada. Tal vez pudiera encontrar algún modo de alejarla de ese tipo, pero lo que más se preguntaba ¿Cómo lo lograría?

Rebeca estaba furiosa aventando todo a su paso mientras gruesas lágrimas caían por sus mejillas. No era posible que su hombre, su Matías pensara casarse con esa mujer. Él era suyo y había aguantado suficiente por la ambición de él, ésto excedía los límites. Ella anhelaba casarse con él y formar una familia, algo que lograría al precio que fuera pero lamentablemente aún no estaba embarazada como para poderlo retener con eso.

Ella buscó su portátil e hizo varios trabajos que tenía pendientes. Éstos le daban un excelente sustento que ahorraba cuidadosamente. Su habilidad en el mundo de la informática le ayudaban a progresar.

Rebeca era una hacker con bastante experiencia, algo que nadie sabía porque era peligroso y penado con cárcel en muchos de los casos. Jefes investigando a empleados de los cuales sospechaban podrían estarles robando, mujeres y hombres sospechando de infidelidad, gente tóxica queriendo contraseñas de redes sociales eran algunas de las cosas que hacía en su día a día sin el menor esfuerzo.

Para su desgracia Isabella no tenía nada que le permitiera hacer un daño. Sin enemigos, sin delitos fraudulentos, sin cosas prohibidas que nadie debería ver, parecía la mujer perfecta. No había ex celosos ni a quien le molestara que uniera su vida con Matías. Ella tenía una carrera universitaria acabada, conoció varios países, jamás se involucró en el trabajo familiar tampoco.

Cuando Isabella volaba con su amiga rumbo a Miami recibió un mensaje que logró asustarla, alguien le advertía de un modo poco amable que se alejara de Matías. Diferentes números se contactaban con ella casi exigiendo que no se case, que tanto ella como su familia y novio pagarían las consecuencias.

Isabella ignoró aquello. Su familia estaba tan custodiada como la casa Blanca, nadie se arriesgaría a ir contra ellos.

Dos cartas llegaron después... una con recortes advirtiéndole que desista de la boda, aquella llegó a su residencia pero otra fue dirigida al señor Rivera con la fecha en que su hija pensaba dirigirse al registro civil para solicitar el permiso.

El tiempo se agotaba pero la necia y enamorada Isabella Rivera seguía manteniéndose firme en su decisión y no había nada ni nadie que pudiera hacerla cambiar de parecer, o al menos que ella creyera posible.

Amenazas, mensajes de texto, WhatsApp y correos amenazantes imposibles de rastrear no dejaban de llegarle. Sus padres recibieron varios mensajes inquietantes y solo aumentaron la seguridad, no había otra cosa que pudieran hacer.

Días después una camioneta fue interceptada en otra ciudad. Un hombre fue interrumpido cuando volvía luego de viajar por diferentes lugares por trabajo. Molesto, cansado y furioso debió orillarse en plena carretera, ¿Quién osaba molestarlo ahora?