DEMONIO

Su piel, sus modos, su actitud, todo era diferente y al mismo tiempo similar. Kebec apareció de la nada frente a mí, intento asesinarme un par de veces y fue de esta manera que descubrí, que yo era diferente al resto.

Cuando él clavó sus garras en mi cuerpo y después las vi cerrarse sin dejar rastro tras de ellas, fue que comprendí que yo ya no era la misma Doluma que recordaba.

¡Que de hecho en ese entonces no recordaba mucho sobre mí!.

Empecé a indagar más entre mis recuerdos, pero lamentablemente no había mucho. Un día nos atacaron, Miguel, Maya y los otros. Nos capturaron a ambos, nos trajeron a México.

Intente proteger a Kebec, así como él lo había hecho conmigo en una ocasión, aún siendo un poco salvaje y todo eso, él parecía querer protegerme. Entonces Kebec se volteó contra mí, me hirió de gravedad, estaba tan furiosa que quería matarlo.

El problema es que Kebec y yo estamos unidos. De una forma muy siniestra en verdad. Si me hieren él siente mi dolor, si a él lo hieren yo siento el suyo.

No se como es esto posible, pero cuando el casi me asesina, note que el volvio hacer como antes. Luego Maya, junto con otros y yo, encontramos un laboratorio secreto en donde encontre a Rubí dormida.

Claro que al despertar, su comportamiento era como el de los humanos zombies. Casi como era Kebec antes de beber mi sangre.

Que por cierto aun o comprendo, ¿Porque demonios Kebec hizo tal cosa? Me da escalofríos solo de pensar, en ello.

En fin, pasaron algunas cosa mas despues, yo escapé de la reserva o como sea que llamen ese lugar donde viven. Estuve siguiéndole el paso a Rubí y su compañero por dieciséis meses.

Los sueños comenzaron al mes de que me aleje de Kebec y los demás. Sueños que muchas veces parecían tan reales qué lograban ser una tortura.

Intente hacer entrar en razón a Rubí, durante todo este tiempo estuve tras ella y enfrascadas en una pelea constante, donde ninguna ganaba precisamente.

Sin darnos cuenta cruzamos de tierras mexicanas a estadounidense, luego llegamos a canada y cuando estábamos a punto de llegar al Océano Atlántico, tuve ese sueño.

Ese sueño me helo la sangre y detuvo mi corazón. Sentia que me volvía loca, porque incluso habia ocasiones en las que soñaba despierta.

Después de un nuevo caos en mi vida y de meditarlo un poco, decidí comenzar a poner mas atencion, comencé anotando cosas que solían parecer repetitivas.

Fue entonces que comencé un nuevo viaje, todo lo que se hasta ahora, es que debo volver a México. Hay un lugar llamado Zona del Silencio, en tierras mexicanas a donde se que debo ir, pero lo habia olvidado.

Llegar más allá de Canadá me tomo dieciséis meses, saltando de un lugar a otro sin rumbo fijó. Ahora llevo tres meses viajando de vuelta.

Trató de no entretenerme mucho, pero hay ciudades realmente atestadas de humanos infectados, asi que debes en cuándo debo hacer alguna parada.

Pronto estaré cruzando la frontera y de ahi, debo dirigirme al Bolsón de Mapimi, un lugar entre Chihuahua, Durango y Coahuila.

No se que es lo que me espera en ese lugar, pero seguramente no sera nada bueno...

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-¡Te encontré!.- digo medio sonriendo, al llegar a la orilla del río.

Saco la botella que llevo conmigo y comienzo a llenarla, luego meto mi cara directo en el agua y trago tanta como me es posible.

El agua esta helada, lo se porque se nota la escarcha en las orillas, pero para mí piel endurecida resulta refrescante. Saco otras tres botellas más y comienzo a llenar las.

Noto mis manos sucias, la sangre negra sea secado en ellas, creando una especie de costra al mezclarse con el polvo. Así que comienzo a lavarme.

Pero entre mas quito de mis manos, mas arriba voy lavando, hasta comprender que toda yo necesito en verdad un baño.

-Bien.-digo mientras me siento sobre una piedra de buen tamaño.

Retiro las botas, el cinturon donde guardo los cuchillos y me adentro con todo y ropa, despues de todo mi ropa tambien necesita una lavada.

Saco algo de jabon en barra que cargo conmigo para momentos como este, froto hasta que la ropa esta limpia y me la voy quitando de apoco hasta quedar desnuda y solo falta por lavar mi cuerpo.

Me sumerjo completa lavo toda la suciedad en mí hasta que parece que de mi piel van a salir estrellas, de esas que aparecían en los comerciales y cómics de antes.

>>Click<< Escucho detrás de mí.

Me quedo quieta y elevó un poco mis manos, son tres. Todos son varones, los olí desde que llegué, pero no dije nada, no hice nada, hasta ver cual seria la reaccion de ellos.

Medio sonrió, sin decir nada.

-¿Donde están los demás?.-pregunta uno de ellos, yo guardo silencio y solo espero a que el disparé.

-¿Acaso eres sorda?.-vuelve a preguntar.

-Quiza sea muda, capitán.-interrumpe otro de los hombres.

-Claro que no, yo la escuche hablar hace un momento.-dice el último hombre.

>>Click<< se vuelve a escuchar el martilleo del arma siendo preparada para disparar.

-Solo voy a preguntarlo una vez más...

-No hay otros.-lo interrumpo antes de que termine su frase.

-Miente, ninguna mujer viaja sola en estos tiempos Capitán.-dice el último soldado en hablar la primera vez.

-El agua es fría.- alegó a modo de sacar ventaja de la situación -¡Me gustaría salir, si no les importa!.

-Bien.-escucho decir al jefe de ellos -Pero te advierto...-dice de forma amenazadora. -Un movimiento en falso y te vuelo los sesos.

Sonrió sin que ellos puedan verme desde donde se encuentran y suspiró, comenzando a girarme para verlos cara a cara.

-¿Qué tienes en la mano?.-grita el soldado desconfiado de antes, -¡Es un arma, señor!.-grita avanzando un paso y listo para disparar.

La detonación se hace presenté, pero la bala solo alcanza a pasar aun lado mío sin tocarme.

-¡Ey!.-grita uno de los hombres que no disparo.

-Tranquilo soldado.- habla el que lo detuvo y logro desviar el disparó, ahora ya se quien es el Capitán de ellos tres.

Los tres me miran con desconfianza, abro mi mano y les muestro lo que queda de la barra de jabón.

-Bien, ahora sal.-ordena el capitán.

Comienzo a moverme lento hacia ellos, hace tiempo que no veía otros mutados, bueno de hecho desde hace unos diez meses aproximadamente.

Los últimos mutados que vi eran unos desquiciados, tuve que asesinarlos por el bien de alguno que otro sobreviviente.

Su general era realmente un maniaco, el color de su uniforme era negro y rojo, muy diferente al que portan estos tres hombres.

Caminó hasta la orilla y notó sus miradas, el capitán parece incómodo al igual que él otro soldado a su derecha, el soldado qué me disparó me mirá con lascivia.

No me cubro, ni siquiera hago él intentó. El capitán se quita su chamarra y la lanza contra mí.

-Ponte esto.- cojo la chamarra y me cubro. Mientras el soldado a su derecha registra mis cosas.

-Solo trae esto, algo de comida, cosas de uso personal y agua.-dice mostrando las pocas hojas de limón que dejó el venado esta mañana.

El tirador coge mi cinturón -¿Para qué usas esto?-pregunta refiriéndose a los cuchillos.

-¿Pará qué se usan soldado?-pregunto yo, a la pregunta que él me hizo antes.

-¡Para asesinar!-responde apuntando nuevamente con su arma.

-Tranquilo Adam-dice su Capitán deteniendolo.

-Uno de nuestros hombres salió a cazar hace tres días en compañía de dos civiles, no han vuelto aún. ¿Los has visto?-pregunta el Capitán.

Niego con la cabeza.

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