El Amor Es...

Lorena.

Ya era la tarde, y aún no tenía noticias de mi Dylan, de manera que decidí volver a la comandancia, me sentaría allí hasta que me solucionaran el asunto. Al llegar noté que todo estaba como alborotado, nadie me prestaba atención, así que me enloquecí, empecé a gritar por ayuda y entonces un par de policías quisieron sacarme del lugar, pero un hombre grande e intimidante apareció de la nada.

— ¿Qué creen ustedes que están haciendo? ¿Por qué están tratando de esa manera a esta chica?

— Señor, está armando alboroto, ya le dijimos que estamos trabajando en su caso, pero ella se niega a esperar.

— Suéltenla y retírense, me haré cargo.

— Pero señor, ese es nuestro trabajo.

— Trabajo que están haciendo muy mal, y por el cual serán sancionados, retírense de una vez. Usted, sígame, la atenderé de inmediato.

Sorprendida por lo que había pasado, lo seguí, si este hombre se iba a hacer cargo de buscar a mi hijo, yo le agradecería con el corazón. Al entrar en su oficina, note que allí estaba el comandante de Policía, el cual me miró de mala manera.

— Es usted armando alboroto, le dijimos que estábamos buscando a su hijo, que en cuanto hubiera noticias la llamaríamos, ¿por qué volvió?

— Comandante Falcón, tenga la bondad de dejarme a solas con la señora.

El comandante salió y el otro hombre me atendió, él me pidió detalles de lo sucedido y también una foto de mi hijo. Después de escucharme atentamente, me aseguró que haría todo lo posible por encontrar a Dylan lo antes posible. Me sentí aliviada al saber que finalmente alguien se preocupaba por mi hijo.

Me regresé a la hacienda e intenté ocuparme de todo, pero era imposible, se me caía las cosas, tropezaba a cada rato, y por alguna razón, empecé a sentirme enferma. Pasó todo el día así, y no tuve ninguna noticia sobre mi hijo. A la mañana siguiente, me di cuenta de que la policía llevaba un rato en la hacienda, pues vi el auto policial del comandante, desesperada corrí a la sala para ver si me buscaba a mí y tenía algo sobre Dylan.

Pero al acercarme me detuve en seco, pues alcance a oír algo que me estremeció.

— Gracias por avisarme, la verdad es que no sabía que esa mujer estuviera haciendo tanto alboroto, iré ahora mismo y hablaré con el mayor, pues lo que debe hacer es arrestarla y meterla a la cárcel por mala madre.

Obviamente, hablaban de mí, el señor Gastón planeaba destruir por completo mi vida, no sabía que hacer, me sentí perdida. Me retiré, afortunadamente nadie noto que estaba allí, tome unas pocas cosas para no levantar sospechas, y salí. La comandancia ya no era un lugar seguro para mí, después de que alguien como Gastón sugiriera que me metieran a la cárcel, eso es lo que iba a pasar, de manera que tenía que esconderme y tratar de encontrar a mi hijo y huir lejos.

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En la comandancia de policía.

— Mayor García, cuanto gusto me da tenerlo por aquí, no podía creer cuando me enteré de que personalmente se ocupaba usted del caso de cierta mujer por ahí.

— Señor Mendiola, gracias por sus palabras y como comprenderá, solo hago mi trabajo. Pero me llama la atención de que usted haga referencia a ese asunto. ¿Es por eso que está aquí? ¿Acaso conoce usted a la mujer?

— Yendo directo al grano, como siempre. Sí, conozco a la mujer, se llama Lorena Márquez, y es hija de un campesino que vive en los altos de la campiña. Allí tengo una casa vacacional y sus padres trabajaban para mí. La chica estaba en problemas, resultó embarazada y sus padres estaban muy decepcionados, ellos le dieron la espalda y pues mi esposa y yo nos conmovimos, y por esa razón le dimos trabajo en la hacienda y la trajimos con nosotros. Pero, esa chica salió muy malagradecida, y lo que es peor, muy mala madre. En estos cinco años que lleva con nosotros, le puedo asegurar que si ese niño sigue con vida, es gracias a nosotros que cuidamos de él, no es la primera vez que el niño se pierde, ya ha pasado en otras ocasiones. También, ha estado en situación de peligro incontables veces, pues como usted sabe, vivimos en una hacienda llena de animales y máquinas.

— A ver si comprendo, la chica es su empleada, vive y trabaja en su hacienda por un acto de caridad que usted y su familia tuvieron con ella, pero está comprobado que es negligente con su hijo y que prácticamente es la responsable de que el niño este perdido. Si ese es el caso ¿Qué sugiere usted que hagamos con la situación? Por qué como ley, tengo la obligación de ayudarla como ciudadana a encontrar a su hijo, pero dadas las circunstancias y por lo que usted me cuenta, debería arrestarla, haciéndola responsable de poner a su hijo en riesgo. Otra cosa, al encontrar al niño, no podría dárselo a ella, tendría que ir con servicios sociales y que ellos se ocupen de lo que sea mejor para el niño.

— Estoy de acuerdo con que la arresten, ella ha actuado como una completa criminal con ese niño, y en cuanto a lo de servicios sociales, también me parece buena idea, así ellos podrían conseguirle un excelente hogar, y puede crecer como un niño feliz.

— Entiendo señor Mendiola y le agradezco su valiosa información y ayuda en este caso, efectivamente la chica será arrestada y se investigará el asunto a fondo, de comportarse la negligencia, se le quitarán los derechos sobre su hijo, irá a prisión y el niño a servicio social en cuanto lo encontremos. Pediré que el comandante lo tenga informado de todos los avances que se hagan.

— No es necesario, sé que ustedes harán un excelente trabajo. Si necesita investigar sobre ella, puede ir a la hacienda y hablar con cada uno de los empleados, ellos le dirán todo lo que necesita saber.

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Alejandro.

Finalmente, recibí la llamada que había estado esperando. Habían encontrado a la madre del niño, el cual se llamaba Dylan, Gonzalo me dijo que tenía que hablar conmigo en persona, ya que este asunto había tomado cierto rumbo no muy agradable.

Gonzalo llegó a la hacienda y me narró lo sucedido, y no pude evitar sorprenderme con la situación, el mismo Mendiola en persona se había tomado la molestia de ir a la comandancia a acusar a la madre del niño de cosas tan terribles. La experiencia me decía que a ese hombre solo había que creerle un cero coma uno por ciento de lo que decía, lo que llamo mi atención, fue el interés que según dijo Gonzalo, tenía Mendiola en hundir a su empleada. ¿Acto de caridad? Por favor, esa gente era tan egoísta y ambiciosa, que nunca ayudarían a nadie porque sí.

— Gonzalo, hay que investigar todo a fondo, por alguna razón siento que Mendiola ni dice la verdad y que aquí hay gato encerrado. Encuentra a la madre del niño, interrógala, dile lo que Mendiola hablo sobre ella y observa su reacción. No, mejor cuando la encuentres, llámame, quiero estar ahí cuando la interrogues, quiero yo mismo observar la situación.

— Te veo muy interesado en este tema, Alejandro, te pido que no te involucres demasiado, te conozco y sé cómo eres de obsesivo con las cosas.

— Es tarde, ya me obsesione, y no voy a parar hasta saber la verdad.

Gonzalo tenía razón, yo era muy obsesivo cuando decidía algo, y ahora que supe lo que Mendiola dijo e hizo, más obsesionado me puse, a ese hombre yo no le creía nada, sabía lo ruin y malvado que podía ser, lo que no entendía, es porque estaba ensañado así contra este niño y su madre, mira que diferir que la arresten y que al niño lo lleven a una casa hogar, eso es cruel.

Poco después recibí una llamada de Gonzalo, me dijo que habían encontrado a la madre del niño y que se disponían a interrogarla, así que deje al niño encargado en la hacienda y fui secretamente a la comandancia, allí me instale en el cuarto aquel para ver todo el interrogatorio. Sentada allí, en un estado que se puede decir muy lamentable, estaba una mujer, no se veía bien su rostro, pues su cabello era un desastre y parecía más una loca que la madre del niño tan adorable que tenía en mi casa.

Aún así, estaba dispuesto a escuchar con atención, cada una de las cosas que respondería, de hecho, sugerí algunas preguntas para ella.