💔🔥 ZADDY: ¡Recuperando a mi Esposa! 🔥💔
Perdió a la mujer de su vida... Ahora hará lo imposible para recuperarla.
Gerónimo Báez lo tenía todo: poder, éxito y una esposa leal que lo amó por más de veinte años. Marla Andrade de Báez, una mujer fuerte y empoderada, fue su compañera incondicional… hasta que él lo arruinó todo.
🔥 La crisis de los 40 lo golpeó.
💣 Un error. Un desliz. Una traición imperdonable.
Marla no era una mujer que se quedara llorando. Con dignidad, lo dejó atrás. Se convirtió en la versión más poderosa de sí misma, mientras el mundo la aplaudía… y él la veía desde la distancia.
💔 Gerónimo ahora es el villano de su historia.
Pero hay algo más, algo que nadie ha visto… y que él no puede revelar.
🔹 La verdad está oculta entre mentiras y apariencias
🔹 Las pruebas lo condenan.
🔹 El mundo la alienta a seguir adelante sin él.
Pero Gerónimo no está dispuesto a rendirse.
🔥¿Su amor será suficiente para obtener una segunda oportunidad?
🔥¿O Marla seguirá adelante…?
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24. Es un día de luto nacional…
POV. MARLA
Mis ojos están nublados… las lágrimas no cesan.
Siento cómo mis piernas comienzan a fallarme.
Roqui está a mi lado, sosteniendo mi mano con fuerza.
—Amiga, debes tranquilizarte… Mira que, de tanto verte llorar, mis ojitos ya agotaron sus lágrimas.
Un nudo se forma en mi garganta.
Quisiera sonreír, pero no soy capaz.
—Ver cómo la muerte llega sin distinción, sin importar edad, sexo o clase social… me congela el alma —mis palabras emergen desde lo más profundo de mi ser. Intento ahogar los sollozos, pero la injusticia me consume.
—Esto es demasiado duro —susurra Roqui.
—Dímelo a mí… No dejo de pensar en esos miserables que arrebatan vidas inocentes. Y con ellas, se llevan ilusiones, sueños… el futuro de una familia. No hay un solo integrante que no sufra su ausencia.
Una voz interrumpe nuestra conversación.
—Mami, por favor, toma asiento —la preocupación en la voz de mi hijo me estremece.
Lo miro y suspiro.
Mi hijo.
Mi gran amor.
Un amor puro, nacido de mis entrañas.
Le dedico una pequeña sonrisa mientras acaricio su rostro.
—Estoy bien… No pongas esa cara de preocupación.
—Mami, ni tu voz suena convincente.
—Mi vida, te aseguro que estoy bien. Solo estaré un ratito más —suplico con la mirada.
Él respira hondo y asiente resignado.
—Junior, no te preocupes. Yo la cuido —dice Roqui con su voz ronca.
—¡Ay, tío! No sé quién está peor, tú o mamá.
Observo a Charrill acercarse. Toma a Junior de la mano y lo guía con suavidad.
—Ven, primo… deja que se desahoguen. No los prives de este momento —dice en voz baja antes de llevárselo.
Es un día de luto nacional…
—Mi amor, prometiste ser fuerte —susurra mi esposo mientras me envuelve en sus brazos. Pero ni siquiera él puede ocultar su temblor.
Gerónimo solo sufrió una pequeña laceración gracias al chaleco antibalas, pero la herida que lo consume no es física.
Su mirada está perdida, como si el peso de lo vivido lo aplastara por dentro.
La loca de Brenda logró escapar en un descuido y, en cuestión de segundos, robó el arma de uno de los oficiales del operativo.
En medio de su demencia y su obsesión, buscó a Gerónimo para acabar con su vida.
Se movió como una fiera acorralada. Su mano se cerró sobre el gatillo y apuntó directo al corazón de mi esposo. Pero Dios estaba de nuestro lado protegiéndolo, y el chaleco antibalas salvó su vida.
Los oficiales, entrenados para reducir sin matar, le dispararon directamente a la mano.
Tres de sus dedos volaron en un estallido de sangre y gritos.
Brenda cayó de rodillas, aullando de dolor, con el arma lejos de su alcance y la mirada llena de odio.
Tras recuperar el aliento, comenzó a lanzar amenazas, pero ya era demasiado tarde.
Los policías se aseguraron de esposarla bien y llevarla a prisión.
Brenda fue condenada a cadena perpetua, pero hace tres días la asesinaron brutalmente en prisión.
Tal como el malnacido líder de los Maltrechos le prometió… su piel fue arrancada pedazo a pedazo.
Una muerte atroz. Que ella misma se buscó en su desquiciada cabeza.
Pero esto no es el final.
Los Maltrechos siguen aquí.
Acechando.
Esperando.
Al menos, el capítulo de esa maldita ha sido cerrado... y eso nos llevó a encontrar a las niñas... aunque tarde.
Una vida que nació torcida y terminó devorada por la misma oscuridad que sembró.
Hoy estamos en la ceremonia religiosa por las dos últimas chiquillas… ellas no sobrevivieron.
Las pequeñas lucharon… pero sus cuerpos ya no podían más.
La muerte las reclamó en silencio, como si su sufrimiento ya hubiese sido demasiado para este mundo.
Gerónimo ha tomado la vocería por aquellas niñas y mujeres que han sido privadas de su libertad, alejadas de sus familias.
Es una causa que sacude almas y exige justicia.
Y hoy, más que nunca, sé que la batalla apenas comienza.
Nos acercamos a rendir nuestros respetos a los padres de las pequeñas.
Pero… ¿qué palabras pueden consolar a una madre o a un padre ante la pérdida de un hijo?
Un nudo se forma en mi garganta, dejándome sin voz.
Quiero hablar, decir algo que alivie aunque sea un poco su dolor, pero es imposible.
Un sollozo escapa desde lo más profundo de mi ser.
No hay palabras.
Solo un sentimiento enorme de derrota.
De impotencia.
De vacío.
Solo puedo abrazarlos, aferrarme a esos seres que acaban de perder lo más valioso de sus vidas.
Entonces, mis piernas se tambalean.
Mis manos sudan.
Todo comienza a dar vueltas a mi alrededor.
El aire se vuelve pesado.
Escucho un murmullo lejano… alguien me llama…
Pero la oscuridad me envuelve sin remedio…
Ahora sí doctorcita, aténgase a las consecuencias de sus palabras