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Una Historia De Amor Inmortal

Una Historia De Amor Inmortal

Status: Terminada
Genre:Completas / Vampiro
Popularitas:5.1k
Nilai: 5
nombre de autor: Araceli Settecase

Elena nunca había imaginado que su vida cambiaría de manera tan drástica al cumplir diecisiete años. Criada en una tranquila ciudad costera, sus días transcurrían entre las aulas del instituto y las tardes en la biblioteca local, donde su amor por la historia y el arte florecía. Sin embargo, todo dio un giro inesperado cuando su padre, un renombrado historiador, recibió una oferta de trabajo que no podía rechazar.La oferta provenía de Adrian, el misterioso dueño de una galería de arte en la lejana ciudad de Ravenwood.

NovelToon tiene autorización de Araceli Settecase para publicar essa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 5 : Un Encuentro Accidental

Elena paseaba por las calles de Ravenwood, maravillada por la belleza gótica que impregnaba cada rincón de la ciudad. A pesar de haber llegado hacía solo un par de días, ya sentía una extraña conexión con este lugar. Su padre estaba ocupado en una reunión en la galería de arte con Adrian, el propietario, y ella había decidido explorar un poco por su cuenta.

Los callejones oscuros y las antiguas edificaciones le daban un aire misterioso a la ciudad, y Elena no podía evitar sentirse como la protagonista de una novela de fantasía. Con su cámara en mano, capturaba imágenes de todo lo que le llamaba la atención: las farolas de hierro forjado, las puertas talladas, y las gárgolas que adornaban los edificios. Cada clic de la cámara parecía acercarla más a la esencia de Ravenwood.

Mientras caminaba, se encontró con un pequeño parque escondido entre dos edificios. La fuente en el centro, rodeada de flores y bancos de piedra, le pareció el lugar perfecto para descansar un poco. Se sentó en un banco y se puso a revisar las fotos que había tomado, absorta en su mundo de imágenes y recuerdos.

De repente, una sombra pasó a su lado y, antes de que pudiera reaccionar, chocó con una figura alta y fuerte. La cámara se le cayó de las manos y, para su horror, se estrelló contra el suelo.

"¡Ay, Dios! ¡Lo siento mucho!", exclamó Elena, agachándose rápidamente para recoger su cámara dañada.

"¿Tienes idea de por dónde caminas?", una voz profunda y severa la hizo levantar la vista. Frente a ella, un hombre alto y de aspecto imponente la miraba con una mezcla de irritación y desdén. Vestía un abrigo oscuro que le daba un aire aún más intimidante.

"Lo siento, no te vi venir", dijo Elena, tratando de mantener la calma mientras recogía los pedazos de su cámara.

"No es solo cuestión de disculparse", replicó el hombre, cruzando los brazos sobre el pecho. "Una niña malcriada como tú debería prestar más atención."

Elena sintió que la sangre se le subía a la cara. "No soy una niña malcriada", replicó, tratando de mantener su dignidad. "Fue un accidente. Ya me disculpé."

El hombre bufó y sacudió la cabeza, como si estuviera lidiando con una molestia menor. "¿De verdad esperas que crea eso? ¿Qué haces aquí sola de todos modos?"

"Estoy explorando la ciudad", respondió ella, sintiendo cómo la ira se mezclaba con su vergüenza. "No sabía que eso estaba prohibido."

El hombre la miró por un momento, sus ojos oscuros reflejaban algo más que simple irritación, una especie de curiosidad. "No está prohibido, pero parece que te falta sentido común. En fin, esto no es mi problema."

Elena sintió una punzada de indignación. ¿Quién se creía que era para hablarle así? "Mira, ya dije que lo siento. Si vas a seguir con tus insultos, prefiero irme."

Justo cuando se levantaba para marcharse, el hombre alzó una mano para detenerla. "Espera. No es necesario que te vayas de esta manera."

Elena se detuvo, sorprendida por el cambio en su tono. "¿Qué quieres ahora?"

"Déjame ver tu cámara", dijo, agachándose para recoger los restos del suelo. "Quizás pueda ayudarte a arreglarla."

Ella dudó por un momento, pero finalmente le entregó las piezas rotas. "Es una cámara antigua. Tiene mucho valor sentimental para mí."

El hombre estudió las piezas con una expresión seria. "Entiendo. Mi nombre es Adrian, por cierto. ¿Y tú eres?"

Elena sintió un escalofrío recorrerle la espalda. "¿Adrian? ¿Adrian Blackwood, el propietario de la galería de arte?"

"Así es", respondió él, devolviéndole las piezas de la cámara con cuidado. "Y tú debes ser Elena, la hija de Michael."

"Sí, soy yo", dijo ella, sintiendo cómo la situación se volvía aún más incómoda. "Mi padre está en una reunión contigo ahora mismo."

"Eso explica muchas cosas", comentó Adrian, suavizando su expresión. "Lamento haberte llamado malcriada. No sabía quién eras."

"Bueno, ahora que lo sabes, tal vez podrías ser un poco más amable", replicó Elena, cruzando los brazos.

Adrian soltó una risa suave, pero no del todo amable. "Trato a todos con la misma medida, Elena. Pero admito que fui un poco brusco."

"Un poco", repitió ella, arqueando una ceja.

"De acuerdo, fui bastante brusco", corrigió él, esbozando una media sonrisa. "Vamos, déjame compensarte. Conozco a alguien que puede arreglar tu cámara."

Elena lo miró, dudando de sus intenciones por un momento, pero decidió darle una oportunidad. "Está bien. Pero solo porque necesito mi cámara arreglada."

"Perfecto", dijo Adrian, haciendo un gesto para que lo siguiera. "Vamos. El lugar no está muy lejos."

Caminando junto a él por las estrechas calles de Ravenwood, Elena no pudo evitar sentir una mezcla de curiosidad y aprehensión. Adrian tenía una presencia magnética y, a pesar de su actitud inicial, parecía genuinamente interesado en ayudarla.

"Entonces, ¿qué te trae a Ravenwood?", preguntó Adrian mientras caminaban.

"Mi padre consiguió un trabajo en tu galería", respondió Elena. "Y yo... bueno, supongo que estoy aquí para empezar de nuevo."

"Ravenwood es un buen lugar para eso", comentó Adrian. "Llena de historias y misterios. Si sabes dónde buscar."

"¿Y tú? ¿Siempre has vivido aquí?", preguntó ella, intentando conocer más sobre él.

"Desde hace mucho tiempo", dijo él, mirando a lo lejos como si recordara algo lejano. "Ravenwood tiene un modo de retener a las personas."

Llegaron a una pequeña tienda escondida en un callejón. El cartel en la entrada decía "Restauración de Antigüedades y Artefactos". Adrian abrió la puerta y la invitó a pasar.

"Entra. Aquí podrán arreglar tu cámara", dijo él.

Elena entró y fue recibida por el cálido aroma de madera y aceite. Un hombre mayor se acercó, sonriendo amistosamente. "Adrian, ¿qué te trae por aquí?"

"Una amiga necesita ayuda con su cámara", explicó Adrian, presentando las piezas rotas. "¿Podrías echarle un vistazo, Henry?"

"Por supuesto", respondió Henry, tomando las piezas con manos expertas. "Vamos a ver qué se puede hacer."

Mientras Henry trabajaba, Adrian y Elena se quedaron en silencio, observando. Finalmente, Henry levantó la vista. "Puedo arreglarla. Será como nueva."

"Gracias, Henry", dijo Adrian, mirando a Elena. "Ves, todo estará bien."

"Gracias, Adrian", dijo Elena, sintiendo que tal vez había juzgado mal a este hombre en su primer encuentro. "Supongo que no eres tan malo después de todo."

Adrian sonrió, sus ojos brillando con un destello de misterio. "No te acostumbres demasiado a esta versión amable de mí, Elena. Ravenwood tiene una forma de revelar diferentes facetas de las personas."

Elena asintió, intrigada por sus palabras. Sabía que había mucho más por descubrir en esta ciudad y en las personas que la habitaban. Su aventura en Ravenwood apenas comenzaba.

1
Claudia Morales
Excelente
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