ENTRE LAS SOMBRAS

MELODY

Entre al bar recién caídas las cinco de la tarde, de hecho hoy era sábado, mi último día laboral de esta semana y no tendré que regresar hasta en unos días más, cuando ansiaba nunca más volver, de hecho.

Mire a Andy en la barra de licores, ella limpiaba lo más concentrada que podía y cuando me acerque me miró y frunció el ceño al instante.

—¿Está bien, Melody?

—No, la verdad no. —Suspire. —Dame un trago, lo que sea.

—Casi no bebes, ¿qué te pasa?

—Dame un trago, por favor. —Pedí, ella resignada me sirvió una copa y sin pensarlo dos veces la tomé sintiendo caliente mi garganta, me la aclare y dejé el vaso en la barra bruscamente. —Dame otro.

—¡No, no, no, ahora me dirás qué demonios te pasa! —Ordenó.

—Mi madre desapareció, no la veo desde ayer cuando vine aquí.

—Ay, pero Melody... Me haz contado como es tu madre, quizá volverá estos días. —Dijo ella restándole importancia, negué.

—No, está vez es diferente. —Me toqué el pecho y ella frunció el ceño. —Las veces qué ella ha desaparecido solo lo hace y ya, y está vez no, estaba mi casa destrozada, fueron por ella y tengo miedo que sea por alguna deuda o algo.

—Eres tan buena con alguien que tiene el corazón podrido, que ni siquiera merece que la llames mamá. —Baje la mirada y me pase las manos por la cara, mis largas uñas acrílicas alcanzaron a rozarme la piel y me lastimaron un poco.

—Es mi madre, Andy. —Ella asintió.

—Hasta el árbol genealógico se poda, linda. —Me tomo del brazo suavemente y sonrió sin mostrar los dientes, su sonrisa no llego a sus ojos. —Aparecerá, estoy segura de eso y te dirá que no te metas en su vida, como las otras veces.

—Prefiero eso a encontrarla muerta o peor aún, jamás encontrarla.

¿Dónde estás, mamá?

—Creo que necesito otro tragó. —Le dije. Ella asintió.

—El último, Melody. —Suspire y de nuevo me lo tomé, ya no sentí tanto como la primera vez, pero igual me calo, casi no tomó alcohol.

DOMINIC (DES)

Salí de mi casa cuando Colin paso mí para ir al dichoso bar, cuando me miro sonrió.

—Estás llevando tu mejor perfume, es buena señal ¿ah? —Lo golpeé en el brazo y este se quejó mientras reía. —¡Pesado!

—¡Estúpido!

—¡Baboso!

—¡Ya! —Dije. —Tenemos las mismas peleas estúpidas que cuando teníamos cinco.

—Que tiempos. —Suspiro. —En ese momento no me preocupaba por quien quiera cortarte la cabeza.

—¿Falta mucho para que te calles? —Él bufó.

—¡Solo diré que nunca dejas que exprese mis sentimientos!

—Edad actual: veinticinco, edad mental: cinco. —Él abrió la boca ofendido.

Mientras que Colin seguía quejándose de que yo era un mal hermano con él, me distraje viendo a la ventana, preferí ignorarlo a seguirle el juego. Divise el club a lo lejos con ese gran cartel que tenía solo dos luces prendidas, baje del coche rápidamente y me ajusté la chaqueta.

Nos dirigimos a la puerta de acceso y de nuevo estaba aquel hombre que había visto un día antes, apenas me miró y abrió la puerta dejándonos pasar, me dirigí directamente a la mesa que ocupamos ayer pero estaba ocupada. Colin miro a Sabueso y este se dirigió a la mesa para desocuparla, medio minuto después ya gozaba de aquella vista directa al escenario.

—¿Emocionado?

—No tanto. —Mentí.

¿Cuánto falta? Que ya salga, necesito verla.

Unos minutos después salió el mismo presentador y cuando él se retiró salió Kitty, traía una lencería negra con encaje rojo y un pequeño moño en el medio de sus pechos, wow. Balanceaba sus caderas y comencé a removerme incómodo.

Lo que daría por hacerla mía en este momento.

No fue hasta que ví su cara que fruncí el ceño, parecía perdida, no tenía la misma mirada que ayer, ni siquiera le importaba lo que hacía pero aún así, lo estaba haciendo muy bien. Dio varias vueltas en el tubo y lo acaricio con las manos. Dos canciones más en las que hacía lo mismo pasaron como rayo y la función se acabó. Está vez no se despidió ni hizo algo más, solo se retiró de escenario.

—Ve por ella. —Le ordené a Colin.

Colin se levantó de la silla y se dirigió hacia la mujer cuyo nombre había olvidado, pero que nos había ayudado ayer, a lo lejos ví que negaba y mi hermano se dirigió hacia mí.

—Está noche no tendrás suerte, ella no quiere salir.

—¿Y qué? —Pregunté. —Dije que la quiero aquí.

Colin bufó, pero se levantó de nuevo a hablar con aquella mujer quien me miró y me saludo, la ignore. Ella se metió detrás del escenario y cinco minutos después salió Kitty, sonreí abiertamente.

No ha nacido el ser en la tierra que me pueda decir que no.

—Hola Dom, ¿Necesitas algo? —Dijo Kitty, parecía un poco perdida.

—Que te sientes aquí.

—Disculpa pero no soy dama de compañía, soy bailarina y mesera. —Dijo ella mientras sonreía y comenzaba a tambalearse.

—No te quiero de mesera ni de dama de compañía, solo... Hablar.

¿Hablar? ¡Qué carajos si quiero cogerme a esta mujer!

—¿Ahora quieres que seamos amigos? No es un buen lugar para tenerlos. —Dijo mientras veía todo a su alrededor con asco.

—Siéntate, Kitty.

—Debo retirarme, pero...

No alcanzo a terminar cuando tropezó enredando sus propios pies y alcance a tomarla antes de que su cuerpo se golpeara contra la madera, ella chilló.

—¡Estúpido piso, estúpida vida! —Dijo mientras su aliento retumbaba en mis fosas nasales.

Ha estado bebiendo y mucho.

—¿Estás bien?

¿Desde cuándo a mí me preocupa que una desconocida esté bien o mal? ¡Concentraré Dominic, solo es coger y ya!

—Supongo que está chica tan hermosa ha bebido hoy.

—Si y no creas que me encanta, pero, ¿sabes que? Me sentaré, mi jefa quiere que me vaya a la cama contigo, no lo entiendo. —Solto derrepente. —Dice que eres alguien muy importante, pero yo no te conozco, raaaaaro.

Solté una pequeña risa al verla hablar tan rápido, ella me miró y se dió cuenta de que aún no se había movido desde que la tomé al casi caer y se movió rápidamente.

—¡Qué desconsiderada soy!

—¿Así que tu jefa te dijo que me cogieras? —Alce las cejas y ella se removió incómoda.—Puedes tomarle la palabra ahora mismo, si lo quisieras.

—Noppppppp. —Dijo remarcando la P.

Mire a Colin por el rabillo del ojo que se encontraba con la rubia de ayer, estaba tan concentrado que ni siquiera me veía.

—¿Quieres que te lleve a tu casa? Te ves mal.

—Cuando mi madre me quería, me decía que no tenía que subirme a los coches de extraños ¿y que crees? ¡tu eres un extraño? —Con su larga uña acrílica apunto en mi pecho y yo le sonreí burlonamente.

¿Ha dicho que su madre ya no la quiere? Pero, ¿quien no podría quererla?

—Ya sabes que me llamo Dominic, ¿que necesito para que ya no me consideres un desconocido?

—¿Cuál es tu signo zodiacal? —Se interesó, derrepente.

—Mmm... No lo sé.

—¿Cuando cumples años?

—Uno de octubre.

—¡Eres libra! —Chillo. —¡Yo cumplo años el ocho de diciembre, soy Sagitario!

—¿O-ok?

—¡Somos compatibles, tontín!

—A mira.

—Ahora si, puedes llevarme a casa. —Me sonrió y se levantó de la silla, al tambalearse la tomé del brazo y caminamos juntos hacia la puerta principal. —¡Adiós Andy! —Agito su mano hacia una mujer que estaba en la barra y está se despidió frunciendo el ceño.

¿Acaba de aceptar subirse a mi coche únicamente porque somos compatibles en el signo zodiacal? Está chica es muy rara.