Ema Santoro, fue dejada en la puerta de un orfanato, creció tendiendo pocos recuerdos de su infancia, cuando tiene que salir de ese lugar, va en busca de ese pasado, en esa búsqueda se encuentra con el hombre que cambiará su vida, el gran Vitaly Ivanova,
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Cap.5
_ buenos días, soy Emma, vengo por el trabajo de mesera, ya la señorita del orfanato había hablado con el dueño del lugar.
_ sí, ven te llevaré al lugar. Una chica la atendió y la llevó a una oficina. _ toca y espera que te llamen, y entras
_ muchas gracias, me llamo Emma
_ y yo María, ve toca, no tardes, al señor no le gusta la impuntualidad.
Emma le dio una sonrisa a la chica, tocó y escucho que le dieron el pase. Un señor mayor algo desalineado, al verla la recorrió de arriba abajo con la mirada, y es que a pesar de que La chica era algo delgada, se veía muy linda, el hombre con cara de pocos amigos, le hizo señas para que se sentara.
_ soy Dante, dueño de este lugar, no me gusta la impuntualidad, debes ser responsable en tu trabajo, no quiero escuchar quejas de ti, si haces las cosas mal te vas sin derecho a pagar, me entendiste
_ si señor, entendido, y no tendrá quejas de mí
_ eso espero, y cuál es tu nombre?
_ Emma, así me llamo señor.
_ Bueno ve con María creo que ya la viste, ella te dirá lo que tienes que hacer, tu hora de salida va a depender del movimiento del lugar, esto a veces se llena y cuando es así cerramos tarde, tienes problemas con eso.
_ no, no señor, le dijo un tanto nerviosa y es que su nuevo jefe le daba algo de temor
Emma, salió del lugar bajo la mirada atenta del viejo Dante, fue en busca de María, esta que era la encargada de todo y de todos había puesto al tanto a los demás sobre la llegada de la nueva.
_ María disculpa, dice el señor que me dirías que me toca hacer. María la miró con desprecio
_ en primer lugar no me estés tuteando no somos iguales, y vas a hacer lo que te diga, si no hago que te corran.
Emma, no entendía la actitud de María, ya que ella no le había hecho nada, se puso nerviosa y quería llorar, ni quería perder su trabajo porque no tendría como conseguir otro y tenía que pagar dónde se estaba quedando así que solo asintió, y agachó la mirada,
_ Vamos al cuarto de limpieza, allí te daré tu uniforme, ya que está hasta mejor que tu fea ropa, te la pones y vas a limpiar los baños y cuando termines, sales a limpiar todo el local y muévete antes que el lugar sea abierto debe estar limpio para cuando los clientes lleguen.
_ si señorita. Fue lo único que dijo, tomó el uniforme y fue a cambiarse, le quedaba algo grande, se sentía incómoda con esa ropa, pero no le quedaba de otra.
Emma se puso a limpiar los baños, mientras que María está afuera hablando mal de ella con los otros empleados.
_ Si la vieran, le di el uniforme con 2 tallas más grandes que la talla de ella, y ahorita la tengo limpiando los baños, supe que es una huérfana, así que como no tiene dónde quedarse, va a hacer lo que yo quiera, ustedes también pónganlen trabajo, para que se canse y se largue.
_ me parece que alguien va a hacer el trabajo por mí. Dijo una de las empleadas, y todos rieron.
_ y qué tal si le damos la bienvenida?
_ me parece bien respondió otra chica. Fueron a los baños y allí estaba Emma limpiando, con una sonrisa en su rostro, no le hacía mal trabajar, ya que en el orfanato aprendió hacer de todo,
_ oye Emma y de dónde vienes? Es que aquí todos queremos saber de ti. Ella aún con su sonrisa y su ingenuidad, creyó que estaban interesados.
_ ayer salí del orfanato, porque ya cumplí los dieciocho, pero estoy contenta de tener un nuevo trabajo y un lugar donde vivir
_ hay así que eres una pobre huérfana, seguro te dejaron allí porque no te querían. Emma al escuchar eso agachó la mirada, y las demás comenzaron a reír
_ miren la huérfana quiere llorar, pobrecita
_ para que no llores mira lo que vamos a hacer por ti. María agarró la cubeta de agua sucia y la regó en el piso dejando el lugar sucio otra vez.
_ creo que tienes que limpiar otra vez, tonta.
_ apúrate o le digo al jefe que te eche a la calle, huérfana.
Todas reían al ver como, a Emma se le salían las lágrimas, se agachó a recoger la cubeta, agarró el trapeador y comenzó otra vez.
Se sentía triste, no entendía por qué era tratada así, sintió como si estuviera en el orfanato, dónde le hacían lo mismo, con la única diferencia que allá eran niñas y estas eran mujeres adultas, con un corazón malo, siguió limpiando, y rogando a Dios que las horas pasaran rápido, quería ir a casa y llorar su mala suerte.