Después de encontrar a su hermanastra junto a su prometido en la cama. Lina Connor huye despavorida y mete a una habitación prohibida que le cambiará la vida al ser devorada por un extraño ardiendo en deseo.
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Nervios, vergüenza o lo que sea.
Al salir de la oficina vio que los empleados hacían un fila de reverencia para el poderoso hombre de traje negro que se acercaba acompañado de un grupo de hombres de traje.
Lina al verlo se quedó petrificada en su lugar y solo bajó la miraba apartándose a un extremo, verlo caminar en su dirección la asustó poniéndola sumamente nerviosa.
Se detuvieron a saludar a la secretaria del Presidente Camay Torner, dándole la oportunidad de visualizarlo, se veía más atractivo desde ese ángulo. Su cabello negro azabache estaba bien cortado pero desordenado. Said era un hombre atractivo de un metro ochenta, nariz recta, labios generosos, ojos grises y un cuerpo hecho para dar placer a cualquier mujer que deseara.
Lina clavó su mirada en el bolígrafo que tenía en la mano lo apretó con mucha fuerza pensando en que esto calmaría sus nervios, no se atrevía a levantar la vista la vergüenza la estaba matando.
— Lina—Le saco de su trance él señor Camay Torner, que hasta hace poco había sido su jefe, era un hombre de casi 60 años que había sido de gran ayuda para Lina.
Debido a que no pudo terminar sus estudios, le ayudo dándole trabajo, así pudo generar ingresos para culminar la carrera y apoyar en casa. Jamás imagino que sería el padre del dios griego.
Ella levanta la vista con una falsa sonrisa mientras se alisa la falda tubo negra que se puso en la mañana.
— ¿Dígame señor Torner? —Con una sonrisa— tratando de calmarse disimulando sus nervios.
— Niña. Deja de llamarme así —reprendió el Señor Camay de forma divertida —cuantas veces tengo que decirte que me llames Camay.
Ella afirmó y se sonrojó “¡maldita sea!. Ya no soy una chiquilla para ruborizarme”.
—Te presento al señor Said Torner tu futuro jefe.
Ella dejó de respirar al notar su presencia a su costado. No tenía idea de cuando había llegado
Estaba acompañado de su asistente. Me murmuraba en voz inaudible.
—Oh, Señorita Connor—dijo en tono ronco—su jefe me ha hablado maravillas de usted.
La expresión del hombre era como la de un completo desconocido, sin mostrar mucho interés.
—Said, que no es la chica…
Los ojos afilados de Said callaron a Camil en un segundo.—Camil, puedes retirarte.
El apuesto asistente salió muy rápido, sintiendo que metió la pata.
—Yo-o…—Fue lo único que Lina atinó decir, estaba muy nerviosa y ruborizada.
— Y no mentí—dijo el Señor Camay —te aseguro que Lina es muy eficiente, la mejor diseñadora, gracias a ella las ventas van en ascenso.
— Ya veo—, Mientras observaba el cuerpo de Lina sin pudor.
—Pasemos a la oficina, —Dijo el Señor Camay.
— En un momento lo alcanzo —Respondió Said. — Voy a realizar unas llamadas y a hablar con el personal.
— Por supuesto hijo —Respondio el Señor Camay— tomate el tiempo voy a ordenar algunas cosas.
Caminó hasta su oficina y cerro la puerta tras de él.
Enseguida Lina sintió la tensión. Juntó sus palmas en un fuerte puño e intentó regresar a su oficina, huyendo se su presencia.
— ¿A dónde crees que vas? — Dijo de forma autoritaria—Esas palabras la detuvieron en seco y se dio la vuelta para enfrentar al hombre que jamás pensó volver a ver.
— Dígame señor Torner —Respondió lo más profesional posible.
El arqueo una ceja
— Veo que es usted, jamás imaginé encontrármela en “FeelingUnlimited”.Estuve esperando su llamada —Expresó el guapo hombre sin emoción alguna.
—Olvídelo, has de cuenta que nunca ocurrió….. Si me disculpa tengo trabajo que hacer.
Llena de nervios, y vergüenza Lina giró sobre sus talones tratando de huir, no se atrevía a revelarse contra el ya que ella lo había disfrutado muchísimo.
Said Torner era una semental en la cama.
— Espera un momento —dijo con un tono de voz más suave— Que detuvo su andar, pero antes de contestarle alguien más hizo su presencia.
— Pero si es mi Diseñadora preferida —dijo Yan un hombre entrado en los 50 y que era un completo cerdo, que la acosaba y no la dejaba en paz, era jefe de Marketing.
— Que se le ofrece señor —dijo Lina más fría que el polo norte
—Quería mostrarte algunas cosas en mi despacho —dijo mirando su cuerpo con lujuria que a Lina le daba asco, quiso responderle pero antes de abrir la boca alguien más lo hizo.
— Señor Yan. Un gusto soy Said Torner —pasó por su lado un Said que estaba tenso y con la mandíbula apretada.
El cerdo de Yan se irguió y puso su pose profesional ante la metida de pata.
— Señor Said—dijo tendiéndole la mano —no se confunda solo es una broma ¿verdad señorita?.
— Por supuesto —dijo Lina apretando sus dientes y mandándole dagas al viejo.
Said se dio cuenta porque su ceño se profundizo.
— Si me disculpan tengo trabajo por hacer —Dijo Lina saliendo rápido de ahí y alejándose de ese par.
“Mi vida no será facial, maldición por que a mi”—Dijo en un susurro mientras se metía al elevador.