Ambos creían haber encontrado su final feliz, pero les rompieron el corazón de la forma más cruel.
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Capítulo 4
Me quedé absolutamente estupefacta al verlos entrar como si nada. Mí tía, sonrió y se acercó a abrazarnos.
—Lamentamos llegar de la nada, pero la fiesta a la que íbamos se canceló. ¡Pensamos que sería buena idea venir con la familia! –Exclamó, y la tensión en el aire se hizo evidente–.
Ví la rabia en los rostros de mí padre y hermanos, la incomodidad en la sonrisa de mí madre. Mis ojos se posaron sobre los de Kaleus, quien rápidamente apartó la mirada.
Irina se aferró a su brazo, como si estuviera marcando territorio sobre el que alguna vez fue mí prometido.
—No les molesta, ¿Verdad? –Preguntó mí tía, pero nadie contestó, mí madre se aclaró la garganta y de forma amable pero cargada de incomodidad, respondió–. –No... Para nada...
Ellos nos acompañaron al sofá, me sorprendía la naturalidad con la que mí tía e Irina actuaban, era como si no estuvieran viendo el elefante en la habitación.
Mí padre y hermanos, se mostraron reacios y estoicos, era lógico que no los querían ahí.
—Si quieres puedo echarlos... –Murmuró papá, pero negué, no quería causar una escena–.
Veía a ese niño correr por la casa, el hijo de Kaleus e Irina y no pude evitar pensar en cuan diferente hubiera sido todo si ella nunca hubiera regresado. Ahora, problamente estaría casada y, quizás... Embarazada. Pero nada de eso ocurrió.
—¡Oriana! –La voz de mí tía me sacó del trance, regresándome a la realidad, la observé–. –¿Qué? –Dije sin emoción alguna, sé que ella no tenía la culpa de nada, sé que Kaleus eligió, pero aún así me molesta muchísimo que tengan el descaro de venir a la casa de mis padres–.
—¡Te ves hermosa! –Exclamó–. Veo que bajaste de peso.
Todos se dieron cuenta de dicho cambio, ya que siempre había sido una mujer rellenita pero, luego de estar encerrada por ocho meses en absoluta tristeza, perdí muchos kilos, dejándome casi a los huesos.
Sonreí falsamente, no pude controlar mí lengua, era mí resentimiento hablando.
—Sí, uno baja de peso cuando cae en depresión luego de una traición tan grande como la que yo viví. –El silencio reinó en la habitación, pero no me detuve, tenía mucho dolor en mí interior, dolor que debía sacar a la luz–. De hecho, ya que estamos, me sorprende el descaro que tienen Irina y Kaleus. Ustedes ahora son la "pareja perfecta", los patéticos novios que "superaron las adversidades". No puedo creer lo hijos de puta que son. –Todos jadearon–.
—No hagas esto, Ori... –Kaleus trató de calmarme, pero no sé lo permití–.
—Mi nombre es Oriana, ya no tienes derecho de llamarme de una forma tan afectiva. –Declaré y él me observó herido–.
—Oriana. –Comenzó Irina–. Sé que estás herida y lo siento, pero Kaleus hizo su elección, nos amamos... –Solté una burla ante su confesión–.
—Entonces, ¿Qué? ¿Debo quedarme aquí y fingir que todo está bien mientras ustedes juegan a ser la familia perfecta? ¿No tienen vergüenza? El hombre al que dices amar, era mí prometido, Irina. Te fuiste, le rompiste el corazón y a su lado estuve yo. ¿Tienes idea de lo injusto y doloroso que es para mi, ver al amor de mí vida contigo? –Mi voz se cortó–. Lo que más me irrita es que mientras yo estuve sufriendo, ustedes estaban felices, como si no acabaran de arruinar mí vida. –Podía sentir mis ojos arder, pero no iba a llorar, no por ellos–.
—Creo que debés calmarte... –Trató de decir mí tía, pero la fulminé con la mirada, haciéndola retroceder–.
—Te fuiste, maldición, ¡Te fuiste!. ¿Por qué tuviste que regresar? ¿Por qué me quitaste todo lo que amaba? –Irina apartó la mirada, sintiendo el peso de sus acciones y entonces, mis ojos se posaron sobre los de Kaleus– Y tú... –Comencé a aplaudir falsamente– Como me cagaste la vida... –El dolor y resentimiento en mí voz eran cada vez más notorios–.
—Oriana...
—Apareciste en mí vida, me hiciste creer que me amabas. Jugamos a la familia, te dí todo lo que tenía, ¡Te amé! Me la jugué por ti... Por nosotros... –Sentía el nudo formándose en mí garganta, dificultandome hablar–. ¿Y todo para qué? Ah, si, ya recuerdo... Todo para que me tires a la basura de un día para otro.
—Oriana, por favor...
—¡YO TE AMABA! –Grité y ya no pude contener las lágrimas–. Te amaba, Kaleus... –Sollocé, él trató de acercarse pero negué–. Ya que están aquí, sólo diré una cosa, a partir de éste día, voy a odiarte, Kaleus Hamilton. Llámalo infantil o lo que quieras, pero te odiaré a ti y a ella –Señalé a Irina– Hasta el día en que me muera. ¡Yo te amaba...! –Volví a repetir con absoluto dolor, mis ojos se posaron en los suyos, hablándole desde mí resentimiento–. Te odio, Kaleus.
Su rostro se inundó de absoluto dolor y arrepentimiento ante mis duras palabras, la habitación seguía en silencio y ya nadie se atrevía a decir nada.
Luego de unos segundos, los cuales parecieron horas, mamá habló.
—La cena... La cena está lista... –Informó con incomodidad, sequé mis lágrimas y me puse mí abrigo–. No tengo hambre, mamá. –La observé a ella, a papá y mis hermanos–. Feliz navidad... –Sonreí levemente, caminando hacia la puerta–.
—¡N-No tienes que irte, Ori! –Habló Raider, mientras se ponía de pie, pero no me detuve, quería huir de aquí–.
—¡ORIANA! –El grito de Kaleus me detuvo por unos segundos, lo observé por encima del hombro, sólo para encontrarme con unos ojos arrepentidos y cargados de lágrimas–. A dónde... ¿A dónde vas? –Murmuró–.
No respondí, simplemente salí de aquél lugar, subí a mí auto y comencé a conducir al bar más cercano que pudiera encontrar.
cómo estas
cuentame