DEMONIO

La nieve cruje debajo de mi peso, el sonido es gracioso. Intento distraer mi mente, pues siempre que tengo esos sueños, me quedo algo inquieta.

Es curioso, pero desde que deje el campamento de Maya hace poco más de un año, comencé a tener estos extraños sueños, en dónde estoy atrapada en mi propio cuerpo.

Se siente bien, ser dueña de tus movimientos y tener la libertad de hacer lo que te venga en gana. Al menos eso pienso yo.

Pase cien años dormida, con mi mente como mi única compañía, es un milagro que no me volviera loca. Los recuerdos que tengo del pasado vienen a mí en forma de sueños.

Algunos son buenos, otros no tanto, algunos son muy claros como el agua y otros como esté, que son difíciles de entender.

La primera vez que lo tuve desperté llorando. ¿Alguna vez se han sentido atrapadas, sin la posibilidad de poder huir? Bueno, la sensación es nefasta.

Recuerdo que lloré como una niña pequeña sin consuelo, las demás ocasiones han sido más soportables. De igual manera no son recuerdos fáciles de asimilar.

En ocasiones creo que mi mente se estropeó por pasar un siglo dormida, pero luego se que no es así. Aunque claro, es una fortuna y una enorme bendición lo que ahora soy, o no podría sobrevivir en este nuevo mundo.

Al principio no lo llame bendición, si no más bien una maldición, luego creí que era algo así como una condena para espiar mis pecados.

Finalmente un día me di cuenta de que soy afortunada por tener una segunda oportunidad, porque puedo seguir avanzando. A diferencia de otros que ya se fueron y se convirtieron en seres, despreciables.

Incapaces de tener su propia voluntad, ellos no duermen, la mayoría no siente dolor, ni siquiera tienen algún tipo de necesidad. Solo son masas mal olientes, en diferentes puntos de descomposición.

Si eres humano, te atacan porque es parte de su nuevo código genético. Y si eres un Demonio como lo soy yo, salen despavoridos, saben lo que significa mi presencia.

Yo nací para asesinarlos, mi única tarea en este mundo podrido, es matar a los de su clase, hace un siglo las personas los llamaban zombis, yo los llamo humanos.

Porque de los humanos nacieron.

Aquellos que no sean transformado y que aparentemente son inmunes al virus, los llamo mutados. Porque tienen alguna habilidad que sirve para asesinar a los humanos.

Las balas en estos tiempos, no es que no sirvan para asesinar humanos, pero son un lujo bastante grande, que no cualquiera puede darse.

Hace un siglo, estalló una guerra entre Alemania mi país natal y el resto del mundo. Lo que pasó después lo desconozco, pues me quedé dormida.

Al despertar yo ya era lo que soy, un demonio de la clase más alta. Hay otros similares a mí, pero ninguno me Iguala. Ni siquiera mi compañero.

Escucho un crujido y detengo mi andar, me giró para ver de que trata. Y veo con admiración a una ardilla saltar de una rama a otra.

La rama crujió al romperse cuando está saltó para ir al otro lado, y así de fácil ya estaba en otro árbol. La veo correr a toda velocidad llevando una fruta con ella.

Sonrió, porque aquí en el bosque la vida parece tranquila y buena a diferencia de las ciudades, que están infestadas de humanos muertos y con mucho ánimo de asesinar a los mutados.

Me giró y sigo avanzando, escucho el sonido del agua fluyendo un para de metros más adelante, necesito agua así que sigo caminando.

Si avanzó al ritmo que eh llevado hasta ahora, probablemente en una semana y media podré estar pisando tierras mexicanas nuevamente.

Llegar a donde me dirijo, seguro me tomara una semana o dos más, pero el tiempo es algo relativo en estos días, así que llevo buena marcha.

Por cierto, mi nombre es Doluma, para quienes me conocen, es un placer volver a vernos, para quienes no. Permítanme hacerles un resumen de mi vida.

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Mi nombre es Doluma, Mijuvisa es mi apellido. Una niña llamada Rubí Moon me dió mi nombre, esa niña se convirtió en mi madre a temprana edad, crecimos en un orfanato al igual que otras niñas.

Cuando tenía nueve años, huimos de aquel lugar por temor al destino que nos esperaba, a las niñas bonitas las vendían y a las poco agraciadas como yo en aquel entonces, nos prostituían.

Pero atraparon a Rubí y no volví a a verla hasta hace como dos años.

Si, como ya deben suponer, Rubí es similar a mí.

Bien, cuando huí del orfanato quedé a la deriva y por mi cuenta, el mundo era muy grande entonces al igual que ahora, pero estaba lleno de gente viva, en verdad viva.

No como ahora. Deambule por las calles, el resto de mi miserable vida, robe, mentí, huí, asesiné para poder sobrevivir.

Conocí a un hombre que fue mi maestro y un buen padre, me enseñó a defenderme y que la vida es difícil para quien se la complica y medianamente fácil para quien la entiende.

El murió un día, era su momento. Yo seguí adelante, cuando tenía dieciséis entre a un programa, parecía bueno y prometedor para mí futuro.

Tenía una cama caliente, tres comidas y un techo bajo el cual dormir. Había más chicas y chicos en aquel lugar, todos de edades similares, ahí conocí a Kebec, me enamoré de él.

Pero, el jamás me miró como yo a él. Así que me enfoque en aprender lo que me enseñaban, pensaba que si aprendía lo suficiente un día podría avanzar de una forma diferente a como lo había hecho hasta ese momento.

Nos enseñaban, idiomas, gramática, geografía, psicología, música, combate cuerpo a cuerpo, entre otras cosas.

Yo realmente creía que nos intentaban preparar para salir al mundo, pero me equivoqué. Ellos forjaban soldados, obedientes y bien instruidos, estaban creando "asesinos" aunque no sabía para qué.

Cuando me di cuenta de lo que ocurría, me sentí nuevamente en el orfanato, los recuerdos de lo que nos había pasado a Rubí y a mí, volvieron.

Hui de aquel lugar, cuando ya casi cumplía dieciocho. En aquel entonces tenía buena salud y sabía muchas cosas así que pensé en buscar un trabajo, pero extrañamente al tercer día de huir.

Enfermé, había robado algo de dinero así que fui al médico, resulta que tenía neumonía y muy avanzada, pero no entendía cómo era posible. Así que supuse que nos hacían algo dentro de aquel lugar.

Obviamente, no volví, no importaba si ellos me habían enfermado a propósito y ellos tenían la cura, no planeaba ser su marioneta.

Pase días en las calles, una vez más tuve que sobrevivir de a poco, pero sentía como estaba muriendo. Busque ayuda, pero entonces la Guerra estalló y luego estaba segura de que había muerto.

Un siglo más tarde, desperté sin muchos recuerdos, me encontraba en un tanque de críogenia. En el cual pase dormida cien años.

Sin saber claro lo que pasaba en el exterior. Mientras dormía, el mundo como lo conocía se acabó, no quedaba más que la sombra de los rasca cielos y la tecnología que alguna vez hubo.

De la humanidad no quedaban más que restos putrefactos, mal olientes y asesinos. Vague por días, en aquel mundo, sin señal de vida humana.

Solo estaba yo, nadie más parecía estar vivo. Hasta que él apareció y en verdad me tomo por sorpresa, ver a alguien como él. No era como ellos, pero tampoco se veía como yo.