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La Maldición De Los Dickens

La Maldición De Los Dickens

Status: En proceso
Genre:CEO / Amor a primera vista / Embarazo no planeado / Malentendidos / Reencuentro / Pareja destinada
Popularitas:6.1k
Nilai: 5
nombre de autor: wanders

La dinastía Dickens ha estado viviendo con una maldición de procrear un solo heredero, pero no de cualquier persona. El final del hilo rojo de cada heredero de esta familia está conectada a alguien especial, que es destinada por los cielos, no importan los años que pasen, las situaciones en las que están, estás parejas se encontraran sin importar como. ¿Christopher será la clave para acabar con esta maldición que han tenido por casi 200 años? O ¿Sera el final de esta familia y su descendencia?
El hilo rojo conecta a todos aquellos que están destinados a estar juntos sin importar las circunstancias.

NovelToon tiene autorización de wanders para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Positivo

"Vámonos, bellas damas, no queremos llegar tarde ¿o sí?" dijo mi hermano, tomando las llaves de la camioneta mientras nos dirigíamos al lugar de la ceremonia de graduación.

"¡Ahh, amiga, felicidades!" exclamó Miriam.

"Felicidades para ti también", respondí con una sonrisa.

"Felicidades, señorita Miriam", dijo mi hermano.

"Dime Miri", respondió Miriam en tono coqueto.

"Felicidades, hija", le dijo mi madre con orgullo.

"¡Posen para la foto!", exclamó mi hermano, sacando su cámara para capturar el momento.

La ceremonia había comenzado y se me hizo demasiado corta que no sentí cuando terminó. Los aplausos no se hicieron esperar y las despedidas con lágrimas tampoco. Mis cinco años universitarios estuvieron llenos de emoción, estrés y cansancio, pero todo valió la pena. En una semana, debía asistir a una entrevista.

"Ya vamos a comer, hija", dijo mi madre desde la cocina.

"Ya voy, mamá", respondí mientras recogía mis cosas.

"¿Qué es eso?" preguntó

"La cena", respondió mi madre, sirviendo los platos.

"Pero qué asco", exclamé, sintiendo una repentina náusea, y salí corriendo en dirección al baño.

"¿Asco?" preguntó mi hermano aturdido, y luego añadió con sarcasmo, "Asco tus calzones".

"Chema, no digas esas cosas, especialmente en la hora de la cena", regañó mi madre a Chema.

Luego, se dirigió al baño para preguntarme si me encontraba bien.

Antes de que pudiera confirmarle que estaba bien, mi madre recibió una llamada y su expresión cambió. "Ha surgido una emergencia en el hospital", nos dijo con preocupación.

"¿Pero no vas a cenar?", preguntó Chema, mirando a mi madre.

"Comí algo mientras preparaba la cena", contestó, intentando tranquilizarlo antes de apresurarse a salir.

"¿Segura?" preguntó Chema.

"Sí", dijo mi madre con firmeza, y se fue. Mi hermano y yo cenamos en silencio.

Hoy me desperté tarde. Mi hermano no estaba; tenía una reunión, y mi madre aún no había regresado del hospital.

Ella es enfermera y mi hermano es piloto, así que lo veo muy poco, pero ahora está de vacaciones. Y yo, recién graduada como Licenciada en Negocios Internacionales, me enfrentaba a una nueva etapa de mi vida.

Terminé de desayunar cuando llegó Miri, y retomamos la plática de la aventura de una noche.

"Tengo un retraso. Generalmente soy muy regular y mi máximo retraso es de cinco días".

"¿Y cuánto llevas?", preguntó Miri, preocupada.

"Dos semanas".

"¿Qué? ¿Ya te hiciste una prueba?", exclamó Miri, con los ojos bien abiertos.

"No, aún no".

"¿Y qué esperas? Vamos, te acompaño a la farmacia", dijo, tomándome del brazo. Fuimos a la farmacia y regresamos rápidamente. Me dirigí al baño con la prueba en la mano.

"¿Ya?", preguntó Miri ansiosa.

"Ya merito", "¿Ya casi? ¿Ya?", insistió Miri.

"¡No!", grité, sintiendo la presión.

"Uy, qué genio", comentó Miri, pero su preocupación era evidente.

"¿Ahora sí, ya?", volvió a preguntar.

Salí del baño con la prueba en la mano, mis ojos llenos de incertidumbre. "Positivo", dije, con un susurro apenas audible.

"¿Qué?", exclamó Miri, y luego comenzó a brincar de emoción. "¡Voy a ser tía, voy a ser tía, voy a ser tía!"

"Oye", le dije, tratando de asimilar la noticia.

"¿Qué piensas decirle a tu mamá?", preguntó, ahora más seria.

"No sé, por el momento nada, buscaré un momento adecuado para decirles", respondí, sintiendo el peso de la situación.

"Ya sabes que cuentas conmigo para lo que sea. Si tu mamá te corre de casa, está la mía. Puedes vivir en mi casa, puedo ser el padre y la tía del bebé al mismo tiempo", dijo Miri, intentando aliviar la tensión con un poco de humor.

Sonreí agradecida. "Gracias, Miri.

En serio, no sé qué haría sin ti."

"Siempre estaré aquí para ti, Quetza. Ahora, vamos a pensar cómo vamos a enfrentar esto juntas", dijo, dándome un abrazo reconfortante.

Conocí a Miriam en la universidad. Tiene una hermana mayor, y sus padres se divorciaron cuando ella tenía ocho años.

Su madre se quedó con la custodia de las niñas al principio, pero en lugar de prestarles atención y cariño, las golpeaba cuando se emborrachaba. Su hermana mayor era la que se llevaba la mayoría de los golpes al defenderla. En uno de esos ataques de ira, su madre le quemó la cara a su hermana. Desde ese momento, Miriam comenzó a drogarse y a cortarse.

Cuando su padre se enteró, notificó al juez y obtuvo la custodia de sus hijas. Karol se sometió a una cirugía, pero le quedó una cicatriz cerca de la oreja. Miriam, por su parte, se rehabilitó.

Mi embarazo no me tomó por sorpresa, pero ahora, ¿qué demonios le iba a decir a mi mamá? Ya había terminado la carrera y debía obtener el trabajo sí o sí, porque no podía deshacerme de una vida. Tengo corazón de pollo.

El resto del día pasó rápidamente. El primero en llegar a casa fue mi hermano, y dos horas después, mi mamá, se demoraba más de lo normal, así que mi hermano empezó a cenar. Luego escuchamos la puerta abrirse.

“Quetzally Flores Mondragón, como es eso de que estas embarazada” grito mi madre, a mi hermano se le cayó la cuchara y me miro, yo estaba apenada como para verlos a los ojos.

"Debe ser una broma, mamá. ¿Verdad, Quetzally?", dijo mi hermano, mirando entre mi madre y yo, buscando una negación.

"No es una broma", respondió mi madre con tono severo. "Juanita, la empleada de la farmacia, me felicitó por tu graduación, pero también me dijo que esta mañana fuiste a comprar tres pruebas de embarazo."

"Es de ese imbécil de Octavio, ¿verdad?", preguntó José, enojado.

"¡Ese tarado no es!", respondí con firmeza.

"Entonces, ¿quién es el padre?", insistió mi madre, su voz cargada de preocupación y rabia contenida.

"Responde, Andrea", dijo mi hermano.

 “Un hombre,” respondí, tratando de mantener la calma.

“Ni modo que un león,” dijo mi hermano con sarcasmo.

“Más o menos,” pensé, desde hace unos días, había empezado a recordar las cosas que pasaron esa noche con mayor claridad.

“Quiero nombres, nombres, Quetzally Flores Mondragón,” insistió mi hermano.

“La verdad, no lo sé,” respondí, mientras buscaba una excusa que sonara convincente.

“¿Han escuchado hablar de aventuras de una noche?” pregunté, esperando que la explicación atenuara su reacción.

“Claro que sí, Quetzally, no nacimos ayer,” respondió mi madre.

“No me digas que hiciste eso… Quetzally,” dijo mi madre enojada y con tono autoritario.

“Tranquilízate, mamá, ya está hecho. Ahora dime, ¿qué vas a hacer con esa bendición? Apenas te graduaste y no tienes trabajo.

Yo puedo ayudarte, pero dime qué harás, ¿lo tendrás o lo abortarás?” dijo mi hermano, intentando mantenerse sereno.

Me quedé en silencio, mirando a ambos, sintiendo la presión de sus expectativas y preocupaciones. Los decepcione.

Finalmente, tomé una profunda respiración y dije: “Voy a tenerlo. No puedo deshacerme de una vida, por más difícil que sea la situación. Voy a encontrar un trabajo y haré lo que sea necesario para salir adelante.”

Mi madre y mi hermano intercambiaron miradas, claramente preocupados, pero también dispuestos a apoyarme.

“Está bien, Quetzally,” dijo mi madre suavemente, acercándose para abrazarme. “Vamos a salir adelante juntos. No estás sola en esto.”

“Gracias, mamá. Gracias, Chema.

Sé que no será fácil, pero con su apoyo lo lograremos,” dije, sintiendo una mezcla de alivio y determinación.

El ambiente se relajó un poco, aunque sabía que el camino sería complicado. Agradecí tener a mi familia a mi lado, lista para enfrentar cualquier desafío que viniera.

“Ma, dame tu chancla, esta niña merece unos buenos chanclazos,” dijo mi hermano, mirándome con diversión.

“No puedes golpearla, está embarazada,” contestó mi madre, intentando mantener la seriedad, pero con un leve amago de sonrisa en los labios.

“Ja, ja, ja, es broma,” dijo José, levantando las manos en un gesto de rendición.

“Pero esperaré nueve meses para darte tus chanclazos,” añadió con una sonrisa.

Nos reímos juntos, y por un momento, la tensión se disipó. Sabía que mi familia estaba preocupada, pero también supe en ese instante que no importaba lo que viniera, no me enfrentaría a ello sola.

1
Torres Nolasco
más capítulos
Marleny Estrella
Excelente
visleidys brito
Muy malo
visleidys brito
Malo
Hazel Maria Santana Salamanca
Fin de la maldición!!!!!
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