La Esclava Del Virrey

El general, al ver la escena, enfurecido reprendió al soldado: —¡¿Has enloquecido?! ¡¡Cómo es que se te ocurre disparar a la esclava que el Virrey ordenó que la lleváramos de regreso con vida!!

Soldado: —Por favor, discúlpeme mi General. Fue una situación de mucha confusión. Pensé que no era importante la vida de una simple esclava.

General: —¡¿Eres estúpido?! Si el Virrey pidió que la esclava siga con vida es porque está interesado en ella, ¿no ves que es hermosa? ¡¡Es obvio que querrá divertirse con ella!! Lleva a la esclava a la Mansión del Oidor como ordenó el Virrey y te conviene que no vuelvas a cometer semejante error porque te costará la vida.

De vuelta en la Mansión del Oidor, éste mandó a llamar a Yasí a su despacho.

Yasí: —Permiso Señor

Oidor: —Adelante hija, toma asiento. Necesito pedirte perdón, las he hecho sufrir mucho a tí y a tu madre. No pude darles una vida mejor. Quiero que sepas que tu madre fue la mujer que siempre amé. Permíteme resarcirte Yasí, no te puedo dar mi apellido ni herencia, pero te obsequiaré una casa, oro y joyas y te permitiré casarte con un hombre de tu tribu si tú quieres o con quien tu quieras, además si muero antes que mi esposa te daré tu carta de libertad, solo te ruego que no te vayas.

Yasí: Gracias Padre. No le guardo ningún rencor, sé que hizo lo que pudo, y que quiso mucho a mi madre y sé que también siente afecto hacia mí, gracias por perdonarme la vida. Discúlpeme pero no puedo aceptar, porque no podré cumplir con el trato, he prometido a mi madre que lucharía por la causa libertadora, aún no es el momento pero sé que llegará el día en que todos seremos libres.

Oidor: —Entiendo hija, no quería que fueras parte de ésta guerra sangrienta que no tarda en estallar. Tú siendo mi esclava me perteneces, ésta es la única manera que tengo de protegerte. Si tú decides formar parte de los libertarios, temo que ya no podré hacerlo. Le dijo el Oidor con un lamento que se notaba en sus ojos rojos al borde de las lágrimas.

Yasí: —Padre gracias nuevamente, prometo no meterlo en problemas. Quiero que sepa que siento un gran afecto por usted. Con su permiso, iré a mi cuarto.

Oidor: —Adelante hija.

Una nueva mañana se asoma en la mansión del Oidor. La esposa se levantó temprano y se encerró varias horas con sus hijas en el despacho, algo raro estaba aconteciendo: ordenaron que nadie las molestara al menos que sea urgente, y la maestra institutriz no vino a dar clases a las chicas. El silencio que retumbaba en el aire y el cambio en el orden del día eran indicios de que algo malo iba a suceder.

En el despacho la esposa del Oidor estaba dando las instrucciones a sus hijas acerca de un nuevo plan para conseguir que una de ellas definitivamente sea la elegida del Virrey para ser su esposa y apartar de una vez y para siempre a Yasí de sus vidas.

Esposa: —Hijas mías, presten atención lo que haremos, he decidido que tú Catalina por ser la mayor serás la que se case con el Virrey. Así que tú seguirás al pie de la letra mis instrucciones. Y tú Candelaria no te preocupes me encargaré de que tengas un marido a nuestra altura y del Virrey. Pero, no se apresuren iremos paso a paso, primero lograremos concretar el compromiso de Catalina.

Catalina y Candelaria: Si madre, cuenta con nosotras. Dijeron ambas casi entonando perfectamente.

Esposa: —He sabido que pronto vendrá de España la madre del Virrey, así que prepararemos una fiesta de bienvenida y un regalo para agasajarla. Será una gran fiesta, con baile, un gran banquete y los mejores vinos. He mandado a hacer una corona de oro como obsequio para la madre del Virrey.

Catalina:— Madre qué buena idea

Candelaria:—Cuenta conmigo

Esposa:— Eso no es todo, preparemos una emboscada para Yasí. Esconderemos la corona de oro entre sus cosas, luego la acusaremos de haberla robado, una vez que encuentren la corona entre sus cosas probaremos que es una ladrona y no tendrá escapatoria, será llevada presa y ya no tendrá posibilidad de regresar.

Llegó la noche de la gran fiesta, a la que asistió toda la nobleza. Todo lucía lujoso y elegante.

Esposa del Oidor: —Esclava trae la corona de oro. Señora tenemos el honor de contar con su presencia en nuestra residencia y queremos obsequiarle una corona de oro que por supuesto, ni todo el oro del mundo estaría a la altura de vuestra señoría.

Madre del Virrey: — ¡Oh! ¡Muchas gracias! Exclamó alegremente.

Esclava: —Mi Señora, lamento informarle que la corona de oro ha desaparecido.

Esposa del Oidor: —¡Cómo que ha desaparecido! ¡Busquen por todas partes inmediatamente y me traen aquí delante de su señoría al culpable! Dijo en un tono enojado que parecía real.

Todos quedaron consternados. El ambiente de pronto se puso tenso. Los soldados de la guardia real revisaron cada rincón del lugar. Yasí presentía que algo malo iba a suceder. El Virrey le pide que le sirva más vino, en ese momento se le cae la copa en el piso esparciéndose el vidrio en pedazos por el piso. Cuando la esposa del Oidor la vio, la reprendió delante del Virrey: —¡Esclava inútil! ¿Aún no aprendes a servir correctamente? Limpia esto y luego sal de aquí y ve a la cocina. Le dijo al Virrey: —Disculpe la torpeza de mi esclava, es un poco tonta. —No se preocupe, son cosas que pasan, respondió el Virrey con cierto desagrado por la forma que trató a Yasí.

Entra un soldado junto al Virrey y le dice al oído: — Encontramos la corona escondida entre las pertenencias de una de las esclavas. Tráiganla, ordenó.

Entran los soldados con Yasí con las manos atadas, para sorpresa del Virrey. El Oidor inmediatamente dijo, —¡no puede ser tiene que ser una confusión!. La esposa del Oidor aprovechó la situación para victimizarse: —¿Es así cómo nos pagas todo el buen trato que te dimos? No lo puedo creer, lo dijo como lamentándose la muy hipócrita. Llévensela, ordenó el Virrey. Juro por mi madre que soy inocente, dijo Yasí.

Llegó a la prisión, y allí se encontró con gente que al igual que ella había escapado y eran libertarios. Una mujer se le acerca y le pregunta, ¿qué haces aquí?, supimos que el Oidor te perdonó la vida. La esposa del Oidor me odia así que me incriminó por robo, respondió Yasí. ¿Cómo es que tú me conoces? Agregó Yasí. Te vi escapar con Kuray, nada más, respondió la mujer. Estamos aquí esperando nuestra sentencia de muerte, agregó. Lamento que el plan haya fallado, le dijo Yasí expresando un profundo dolor su mirada.

—Vuestra Señoría, permiso, dice un soldado en el despacho del Virrey.

Virrey:—Adelante, qué sucede, preguntó.

Soldado: —¿Qué haremos con la esclava que ha robado la corona?

Virrey: Por ahora apártenla en un calabozo sola. No la torturen.

Soldado: —¿Pero si forma parte de los libertarios? ¿Está usted seguro que no quiere que le saque información?

Virrey: —No me cuestione la orden soldado.

Al día siguiente llega el Oidor al despacho del Virrey.

Soldado:— Vuestra Señoría está aquí el Oidor por el caso de los libertarios y de su esclava.

Virrey: —Que pase

Oidor: —Vuestra Señoría

Virrey: –Tome asiento, le dijo. Soldado por favor tráenos un café, ordenó.

Oidor: —Muchas gracias. Vengo para resolver el caso de los libertarios soy el juez y debo emitir mi sentencia, es por eso que vengo a proponerle un cambio que quizás sea más conveniente. Ser parte de la causa libertadora constituye alta traición a su majestad el Rey, por lo que corresponde pena de muerte. Pero, yo propongo otra sentencia más beneficiosa para su majestad, la pena de trabajo forzoso en los campos para que los hacendados no se queden sin mano de obra puesto que cada vez son más los esclavos que se escapan para formar parte del ejército liberalista.

Virrey: —Me parece bien, cuenta con mi apoyo.

Oidor: —Por otra parte, vengo a levantar la denuncia realizada por mi esposa sobre mi esclava. Yo me encargaré de reprenderla, ya que es de mi propiedad, después de todo la corona ha sido encontrada y necesito a mi esclava por ser de mi confianza.

Virrey: —Sin dudas es usted un hombre sabio y sensato Señor Oidor. Bueno, de ser así puede llevársela.

Inmediatamente, el Oidor fue a buscar a Yasí al calabozo. Entró al lugar, la abrazó y le dijo: Hija perdóname, por mi culpa sufres tanto. Supe que mi esposa planeó todo junto con tus hermanas. Yasí lo abrazó y le dijo: No te preocupes Padre, gracias por no dejarme aquí.

Llegaron a la mansión y la esposa y las hijas del Oidor estaban furiosas al ver que había traído de vuelta a Yasí. La esposa manda a llamar a Yasí en privado, y junto a ella estaban sus hermanas. Claro que delante del Oidor simularon estar contentas por su regreso.

Esposa del Oidor: —Yasí nuevamente estás aquí con vida. Sin dudas que tienes mucha suerte. Pero lamento informarte que ya no la tendrás porque de aquí no saldrás viva, juro que vas a pagar por habernos, robado tú y tu madre, el amor del Oidor.

Catalina: —He visto cómo el Virrey te miraba la noche de la fiesta. Yasí no creas que soy tonta, tú lo has seducido. ¡Ni sueñes que me vas a robar al Virrey como lo hiciste con mi padre!

Candelaria: —Mañana mi padre no estará todo el día, ya que tiene que encargarse de eliminar a la plaga de tu especie. Veremos quién te defiende mañana, quizás te ocurra un accidente y no tengas suerte como hasta ahora ja, ja, ja. Dijo con una risa malvada.

Yasí, se retiró sin decir una palabra.

Por su parte el Virrey notó una llamativa preocupación del Oidor hacia Yasí, ¿Por qué la protege tanto? ¿Qué están ocultando? Pensó. Soldado investiga la vida del Oidor, quiero saber cada detalle, en especial, cuál es el vínculo que tiene con su esclava Yasí.