El esposo de un famoso ingeniero de robótica se suicida un día de repente y él al no soportarlo decide revivirlo con partes de robot, pero no todo será de color rosa como él lo pensó.
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Capítulo 4: Una silla para verte dormir.
Estaba parado en el balcón mirando el jardín, la cortina flameaba con el viento acariciando mi espalda una y otra vez, de repente apareció Edwy gritando atrás de mí, cuando me volteó a mirarlo la barandilla desaparece y caigo al vacío, mi mente grabó la cara de mí esposo asomándose a mirar y estirar su mano sin poder alcanzarme.
Abrí mis ojos asustado al desplomar mi cuerpo en el suelo en mi sueño. Mis ojos miraron el techo tembloroso, de inmediato me levanté de un golpe para sentarme en la cama y trataba de calmar mis gemidos al intentar tomar aire. Sentía mis pulmones cerrarse impidiendo que el aire entrara, toda la habitación empezó a alejarse y mi mano se movía golpeando mi pecho para reaccionar.
—Respira... Inhala y ahora exhala, —dijo Edwy que estaba sentado en una silla frente a la cama, a lo cual tratando de respirar obedecí cerrando los ojos que estaban llorosos—. Eso, lo haces muy bien. Piensa en el mar, las olas golpeando de un lado al otro y tus pisadas en la arena. Esa sensación de cosquilleo en los pies.
Mi respiración increíblemente empezó a normalizarse, lo miré bajando mi mano y abrí mi boca para soltar un respiro. Él se quedó mirándome fijamente en esa oscuridad, podía a duras penas verlo gracias a la luz de la luna que entraba por la ventana.
—Vuelve a dormir. Son las 4:00 AM. —Volvió a decir él con el mismo tono de voz.
Unos segundos más nos miramos en silencio y volví a recostarme. Cubrí mí cuerpo con la sábana y me quedé observándolo hasta que me dormí profundamente.
Por la mañana abrí mis ojos y observé la silla donde anoche Edwy se había reposado, pero él no se encontraba en la habitación. Me puse de pie y me acerqué a la ventana, intenté abrirla, pero era imposible. Cómo si hubiesen pegado ambas puertas. Observé por el vidrio el balcón donde me caí en mí sueño e intenté por última vez abrirlo, pero no lo logré. Realmente estaban selladas.
—¿Qué haces?
Volteé y miré a Edwy parado frente a la puerta de la habitación, traía en sus manos una fuente con una taza y pan. Su rostro era serio, pero sabía que esa era su cara de preocupación.
—Intentaba ventilar la habitación, pero no logré abrir esta ventana. —Me moví hasta la cama y me senté a orillas.
—Las cosas han cambiado, espero que eso no te haga sentir incómodo. —Se acercó Edwy hasta mi y me entregó la taza que contenía un líquido verde, luego se sentó en la silla frente a mí—. Recuerdo esa acción tuya por las mañanas. Siempre abriendo esa ventana.
Observé el contenido de la taza en silencio y lo miré intrigado sin prestar atención del todo a lo que decía.
—No es veneno, bebe. —Edwy cruzó sus piernas y se recostó en la reposera de la silla mirándome con seriedad—. Te hará bien.
Dudé, pero no tenía más remedio así que me lo tomé todo y luego le entregué la taza.
—¿Por qué estabas despierto a esa hora anoche? —pregunté sin rodeos.
—Te observaba, temía perderte así que me aseguré de cuidarte por la noche —dijo él rascando su cuello.
Está mintiendo.
Es mí esposo, lo conozco. Edwy Sodsich se rasca el cuello cuando miente, algo me está ocultando.