Todos amamos de distintas maneras.
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Capítulo 4
Apenas llegó a su casa, subió corriendo las escaleras, entró a su habitación y se metió bajo sus sábanas, no podía creer que después de tanto tiempo, al fin había podido conversar con él, y, aunque estaba segura de que había sido bastante desastrosa, no podía evitar estar contenta.
—Luni. —Repitió en voz alta como él la había llamado. Odiaba, escuchar que la llamaran así, pero cuando él lo hacía, sonaba increíble. —No puedo creerlo. — Apretó su almohada con fuerza. Había imaginado una y mil veces el escenario en dónde ambos conversaban, se reían e intercambiaban ideas, y otras cuantas cosas más, pero, esto había sido completamente inesperado, y así, le parecía aún más increíble.
No había podido pegar un ojo en toda la noche, y sabía que esto iba a ser un fastidio al otro día, le esperaba una larga mañana en la universidad, y luego una aún más larga tarde en el café. Pero estaba tan contenta, y tan nerviosa, que no iba a poder pegar un solo ojo.
Dio vueltas y vueltas en su cama, sin hacer absolutamente nada, solo mirando el techo de su habitación toda la noche, así que, cuando los primeros rayos de luz entraron por su ventana, Luna supo que tenía que levantarse, y tenía qué afrontar un nuevo día.
Se dirigió hacia la universidad y aunque realmente esto no le molestaba en absoluto, y de hecho era algo realmente fácil para ella, se moría de sueño, no le entraba una gota más de cansancio en el cuerpo.
—Luna ¿cómo estás?— Uno de sus compañeros se acercó a ella para saludarla. —No tienes muy buenas pintas hoy.
—¿Tanto se me nota?— preguntó, tratando de sonreír, aunque tanto ella como su compañero sabían que esto último no se le daba muy bien. —Estoy bien gracias solo estoy cansada, así que iré al salón y trataré de que la mañana se me pase lo más rápido posible.
—Bien, quería preguntarte, sabes que junto a unos amigos tenemos una pequeña banda y hoy vamos a estar presentándonos en un bar, no es algo muy importante realmente pero quería preguntarte si ¿Quisieras venir?— Luna se quedó en silencio, no sabía decir no, pero realmente no quería ir, estaba tan cansada y tenía tanto sueño, que lo único que deseaba en ese momento era que por fin el día llegará a su fin. No respondió, así que entendió que realmente ella no tenía ganas. —Pero, entiendo que estás cansada, así que realmente podemos dejarlo para otro día. —Se apresuró a agregar, tratando de que la situación no se vuelva aún más rara.
—Lo siento realmente tengo mucho sueño hoy, y todavía me espera una larga tarde en el café. —luna se disculpó, lo más amablemente posible. —Pero la próxima vez te prometo que iré.
Luego de que su compañero se fuera, Luna se quedó en su salón y no salió de ahí en toda la mañana, trato de hablar lo menos posible, e hizo un esfuerzo sobre humano para mantenerse despierta.
A la misma hora de siempre llegó al café, saludó a su amiga sin mucha emoción, y hizo lo que siempre hacía, tratar de sobrevivir. Las horas pasaban, y pasaban, y Luna sabía que faltaba realmente poco para que él y sus amigos llegarán a merendar como todas las tardes, así que, cuando esto sucedió, ya estaba preparada para verlo.
Siempre era lo mismo, la puerta del café se abría, se inundaba todo el salón de risas y voces que hablaban muy fuerte sin importarles que pudieran molestar a los demás presentes, luego el grupo se dirigía a la misma mesa si esta estaba disponible, esperaban para ordenar, y se quedaban casi hasta la hora del cierre vaya a saber uno haciendo qué cosa.
Pero esta vez fue diferente, Camila y Luna miraban en dirección a la puerta cuando escucharon que se abría, las risas inundaron el lugar, y todos comenzaron a caminar hacia la mesa, que por suerte estaba así, pero Christopher, se quedó parado, mira en dirección a donde las chicas se encontraban, y saludó con un movimiento de manos.
—Que mierda. —Soltó Camila, sin entender a qué se debía este cambio.
Luna le devolvió el saludo, sabiendo que iba a tener que explicarle todo lo que había pasado en la noche anterior a su amiga.
—Puede ser que todavía no te lo haya contado. —Luna comenzó a hablar, mientras veía como Christopher se iba hacia la mesa donde estaban sus amigos. —Bueno no realmente no te lo conté.
—Ve al grano. —Soltó impaciente Camila.
—Ayer coincidimos en un lugar, y conversamos un poco. —Le restó importancia a la situación. —Fui a casa de mis tíos, es que mi primo necesitaba ayuda con matemáticas, y resulta que él estaba ahí. —Explicó rápidamente.
—Vaya suertuda. — Camila sonrío. —Parece que al fin tienes el universo a tu favor.
—Solo fue una coincidencia ya, no pasa nada simplemente hablamos. — Soltó sintiendo el calor en sus mejillas.
—Bueno, entonces díselo a él porque viene para acá. —Luna miró en dirección a donde él estaba, para comprobar que efectivamente venía caminando hacia ella con una sonrisa en el rostro.—Qué emocionante.
—Hola Luni. —Saludó cuando llegó a su lado. —Anoche quería preguntarte si habías llegado bien a tu casa pero no sabía cómo hacerlo.
—Hola, no tenías por qué preocuparte, llegué bien. — contestó Luna, sintiendo como su amiga la penetraba con la mirada. —Y supongo que tú también lo hiciste porque estás aquí, sanito y salvo. —Christopher soltó una carcajada, y Luna se sentía un idiota.
—Así es. —Respondió sin borrar de su rostro, su hermosa sonrisa. —Solo quería venir a agradecerte por la ayuda que nos diste ayer, creo que me fue bastante bien en el examen.
—Me alegro mucho por ti. — Luna le dedicó una sonrisa sincera. — Ya sabes, cualquier cosa que necesites puedes pedirme, no me molesta darles una mano.
—Eres genial. — Soltó Christopher, y Luna no pudo evitar morirse de vergüenza. — Quería preguntarte, iremos con mis amigos. — Señaló el grupo que aún seguía discutiendo que iban a merendar, en la mesa. —Y un par de amigas al cine ¿Quieres venir?
A Luna el corazón le latía rápidamente, tan rápido que sentía que se le iba a salir del pecho, una vez más.
—Te agradezco realmente la invitación, pero tuve un día muy largo, y realmente quiero llegar a mi casa. — Soltó sin más. Quería estar con él, mierda que lo quería, pero, al mismo tiempo no tenía ganas de estar rodeada de tantas personas que no conocía, y no mentira, moría de sueño.
—Esta bien, la próxima será. — Le dedicó una última sonrisa y volvió a su mesa, sin esperar que Luna respondiera.
—¿Por qué acabas de rechazarlo tan cruelmente? —Preguntó su amiga, sorprendida por todo lo que acaba de escuchar. — Estás demente.
—No quiero ser su amiga Cami, no quiero ser de su grupo. — Suspiró. — Y no miento, estoy cansada, realmente quiero llegar a casa.
—Espero que no te arrepientas luego. — Soltó su amiga, negando con la cabeza.
—¿Puedes atender su mesa por favor? — Pidió Luna. —Estoy muy avergonzada como para hacerlo.
—Bien. —Camila tomó la pequeña libreta que había sobre el mostrador, y se dirigió a la mesa donde Christopher y sus amigos se encontraban.
Luego de discutir unos cuantos segundos más, el grupo ordenó y Camila se marchó para prepararles su pedido. Christopher miraba en dirección a las chicas de vez en cuando, no sabía porque lo hacía, solo quería comprobar si Luna lo estaba mirando, pero no puedo ver qué lo hiciera ni una sola vez.
Al rato de unos minutos, Camila volvió a la mesa y le sirvió a todos sus pedidos, pero antes de irse, le ofreció a Christopher una servilleta, él agradeció y la tomó, la situación se le hizo de lo más rara, y cuando vio que la chica, no le sacaba los ojos de encima, entendió lo que ella realmente quería decirle. Disimuló un poco para que nadie en la mesa se diera cuenta, y cuando los notó a todos lo suficientemente distraídos, abrió el pequeño papel, que se encontraba doblado a la mitad.
"Ella realmente se muere por salir contigo, pero no le gusta estar rodeada de mucha gente que no conoce."
Christopher sonrió al leer esto, y Camila que lo observaba desde el mostrador, se alegró.