Segunda parte de la Saga PROMESA Y DESTINO que narra la historia de Fafner y Lugus
La existencia de Taranis Lugus ha sido marcada por el dolor, creyéndose un ser maldito, que sólo puede llevar desgracia a los que lo rodean y que no merece la esperanza del amor. Decidido a ayudar a su pequeña Libelle a traer a sus crías al mundo, Lugus elige sacrificarse, creyendo que es lo mejor para sus seres queridos, a pesar de que esto pueda significar tener que dormir un par de siglos y no volverlos a ver...
Por su parte, Fafner intenta escapar nuevamente de lo que comienza a sentir por Lugus; embarcandose en una serie de misiones que en lugar de ayudarlo a olvidar lo harán conocer más sobre la raza demoníaca y quién es realmente Lugus.
¿Podrá Fafner regresar a tiempo para volver a ver a su demonio?
¿Lugus logrará superar su terrible pasado y aceptar que él también merece amor?
Acompaña en esta nueva historia al Clan Lanira y los Dragones del Clan Nithe Ragnar.
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Perdoname...
—¿Cómo se encuentra?— la voz cantarina de Melly interrumpió el precario intento de huida de Woden, una mala costumbre que había adquirido como parte de esa rutina a la que su familia se aferraba con la esperanza de ganar todo el tiempo que fuera posible hasta hacer realidad el sueño de Libelle.
—Está como debería de estar una criatura como él, en una situación como esta...— respondió en parte a la defensiva y en parte evadiendo el escabroso tema de su tío, ya que a pesar de las circunstancias, él seguía demostrando lo aterrador que podía llegar a ser su poder, pues a pesar de estar entregando parte de su poder, durante tanto tiempo, él no había flaqueado en ningún momento, ni deseaba que lo compadecieran o lo vieran como un paciente más.
—Entiendo— suspiró la joven que de repente parecía haber perdido todo ese entusiasmo abrumador que la caracterizaba habitualmente —Aunque sea difícil no deberías de escapar de esa forma...
—¿De qué estás hablando?— interrogó Woden molesto al sentirse descubierto.
—Pues... he notado que últimamente tú simplemente desapareces con demasiada frecuencia... Es como si tú estuvieras escapando de algo…
—Es un servicio a la familia— respondió de golpe —Creo que ya debes haberlo escuchado… Soy el gemelo malvado— concluyó con un tono ácido y lleno de sarcasmo.
—Sí, lo he escuchado, pero también sé que no es todo— el rostro sorprendido de Woden fue cambiado, antes de que su interlocutor se diera cuenta, por uno de incredulidad y burla —En mi familia también nos gusta la interpretación de papeles, cada uno de nosotros representa el papel que mejor nos conviene o que creemos necesita nuestra familia— afirmó la joven con un tono de cansancio que Woden nunca imaginó escuchar de ella —Pero las situaciones desesperadas nos obligan a mostrar el resto de nuestros colores...
Por primera vez el gran litigante de lengua rápida y palabras punzantes como dagas se había quedado callado. Sin embargo, no por eso él estaba dispuesto a aceptar como cierto todo lo que había dicho Melly, pero lo que si estaba dispuesto a concederle era algo de su tiempo.
—¿Quieres tomar un café o sólo charlar un rato?— fue la mejor respuesta en la que Woden pudo pensar.
—Aún que me gusta mucho la cara de desolación que pone tu tío cada vez que descubre que alguno de nosotros tomó café mientras él lo tiene restringido... prefiero sólo la charla.
—Perfecto, entonces si gustas pasar a mi oficina— y haciendo un ademan la invitó a tomar asiento en las escaleras del porche de la casa.
Como respuesta Melly se apresuró a sentarse de forma juguetona, haciendo la finta de acomodarse una falda amplia, siendo que ella llevaba pantalones, por lo que Woden dejó escapar una ligera risita que lo ayudó a relajarse. Entonces él se dejó caer junto a ella con las piernas extendidas y los brazos apoyados hacia atrás, completamente desparpajados, demostrando con esta acción el punto que Melly acababa de señalar, ya que esa postura rompía con la rígida imagen de corrección y seriedad que normalmente mostraba. A pesar de que se suponía que tendrían una conversación, ambos permanecieron en silencio durante un largo rato, era un silencio apacible que les permitió ordenar mejor sus emociones y pensamientos, entonces llegaron a un punto de sintonía en la que ambos suspiraron al mismo tiempo, para después reír bajito, tratando de no perturbar demasiado la frágil tranquilidad que juntos habían logrado alcanzar...
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—Perdóname— de repente la dulce conversación a cerca de lo hermosos que serían sus hijos, el hecho recientemente confirmado por el propio tío Lugus, de que sus gemelitos serían un par de dragoncitos y la incertidumbre de saber si serían dragones de tipo tormenta como su papá o dragones elementales como sus tíos fue abruptamente interrumpida —Por favor perdona mi egoísmo…
—Yo…— Edjer sintió que un trozo de su corazón se rompía frente a sus ojos, no deseaba admitir su dolorosa angustia frente a su mujer, el deseaba ser fuerte, pero después de meses en una batalla silenciosa contra el propio destino, él ya estaba cerca de su límite —No, tú no has hecho nada malo, al contrario…
Edjer ya había tenido esa discusión consigo mismo, ya se había enojado con Libelle por ser tan frágil, por estar enferma, por hacer que la amara con tanta vehemencia sabiendo que muy pronto lo abandonaría… Después se enojó consigo mismo, por ser tan ingenuo, por amarla a pesar de lo doloroso que todo estaba resultando, por haberla puesto en peligro al embarazarla, por llegar tan tarde en su vida, ya que si se hubieran conocido unos años atrás quizás… Pero al final nada de eso tenía sentido, Edjer sabía perfectamente que el destino de Libelle venía persiguiéndola desde que ella nació o probablemente desde mucho antes, debido a una maldición que atormentaba a su clan desde tiempos inmemorables… Por lo que al final terminó por aceptar la realidad de las cosas, cada minuto con su hermosa y dulce Libelle era un regalo al que él se aferraría y por el que, a pesar de todo, siempre daría gracias… Y una vez que todo concluyera, él se dedicaría a cuidar en cuerpo y alma el regalo que su mujer le dejaría, él haría honor a su raza y se dedicaría a darle toda su vida y su amor a sus crías, así como su padre lo había estado haciendo con ellos.
—… Soy yo el que debería pedirte perdón por no llegar antes...— Edjer se inclinó y la abrazó con total suavidad y muchísimo amor, al tiempo que enormes gotas caían desde sus ojos, mojando el hombro de su esposa.
—Gracia… por todo, conocerte ha sido un regalo de la vida— respondió Libelle correspondiendo el abrazo y deseando poder consolar al maravilloso hombre que era su pareja.
—Soy yo el que debe estar agradecido por haberte conocido, y agradecerte por el regalo que me has dado al hacerme padre…— habló entre sollozos —Te pediría que en el momento de tu partida me lleves contigo, pero deseo cumplir con mi parte; te prometo cuidar de nuestras crías para que, donde quiera que estés, te sientas orgullosa de la familia que construiste...
gracias autora, un buen capitulo vamos x /Plusone/