Luca, un omega que ha ocultado su identidad en las sombras del crimen de Verona, es descubierto por Alessandro Moretti, el implacable capo de la mafia. Mientras Luca es arrastrado a un mundo lleno de peligro, traiciones y poder, la atracción entre ambos crece, desatando un juego mortal donde el deseo y la protección se entrelazan. En un entorno donde nadie es lo que parece, Luca y Alessandro deberán decidir si su conexión es una fortaleza o una debilidad que los destruirá.
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capitulo 4 : DESEOS PELIGROSOS
El coche se detuvo frente al refugio, una casa modesta oculta entre los árboles que rodeaban las colinas. Luca observó la fachada sencilla con una mezcla de sorpresa y nerviosismo, sintiendo cómo su corazón aceleraba cuando una figura familiar apareció en la entrada. Alessandro estaba allí, de pie, imponente como siempre, vestido con un abrigo negro que destacaba contra el verde oscuro del paisaje. La bruma matinal flotaba a su alrededor, dándole un aire casi irreal, como si el capo fuera una extensión del peligro que lo envolvía.
Luca salió del coche, sintiendo el aire fresco contra su piel y el peso de la mirada de Alessandro sobre él. Había algo en esa mirada, algo que encendía cada nervio en su cuerpo. Alessandro no se movió, pero la intensidad de sus ojos lo devoraba, como si lo desnudara con cada segundo que pasaba. Era el tipo de mirada que podía hacer a un hombre arrodillarse o huir, pero Luca solo podía avanzar, sus piernas casi temblando bajo el peso de esa tensión invisible.
Cuando finalmente estuvo lo suficientemente cerca, Alessandro habló con esa voz baja y profunda que hacía vibrar el aire entre ellos.
-¿Estás bien? -preguntó, sus ojos recorriendo el cuerpo de Luca como si buscara alguna señal de daño, o quizás algo más.
Luca asintió, aunque su garganta estaba seca y las palabras se le escapaban. Su mente estaba nublada por la cercanía del capo, y la tensión entre ellos era palpable, como un cable tenso a punto de romperse.
-Sí... estoy bien -murmuró finalmente, pero en cuanto las palabras salieron, Luca sintió cómo el ambiente a su alrededor se volvía aún más denso.
Alessandro dio un paso adelante,reduciendo la distancia entre ellos a un suspiro. Su mano se levantó lentamente, como si dudara, pero cuando finalmente sus dedos rozaron la mandíbula de Luca, fue como si todo el aire en los pulmones del omega desapareciera. La piel de Alessandro estaba caliente, casi abrasadora, y el contacto, aunque suave, lo estremeció desde la cabeza hasta los pies.
-No me mientas -susurró Alessandro, sus ojos clavados en los de Luca, tan cerca que podía sentir el aliento del capo contra su rostro-. Puedo ver que no estás bien. Estás nervioso... ¿Es por mí?
Luca sintió su corazón martillear en el pecho, la voz de Alessandro lo envolvía, baja y cargada de intenciones ocultas. Era como si cada palabra que salía de su boca fuera un desafío, una provocación.
-No... no es eso -intentó responder, pero su voz sonaba débil, quebrada. ¿Cómo podría no estar nervioso con Alessandro tan cerca, tocándolo de esa manera?
Alessandro dejó escapar una pequeña sonrisa, sus dedos aún firmes contra la piel de Luca, pero sus ojos brillaban con algo más oscuro. Algo peligroso.
-Lo es, Luca -dijo con esa seguridad aplastante que siempre tenía-. Puedo verlo en tus ojos, en la forma en que respiras cuando estoy cerca. ¿Qué es lo que te da miedo? ¿El peligro que traigo conmigo o lo que sientes cuando estamos juntos?
Luca tragó saliva, incapaz de apartar la mirada de los ojos de Alessandro. Las palabras del capo eran como un fuego lento que lo quemaba desde dentro. Sentía cómo su piel se encendía bajo el toque de esos dedos, cómo su cuerpo respondía a la cercanía del hombre que tenía frente a él. La respiración de Luca se aceleró, y antes de que pudiera controlar sus pensamientos, las palabras escaparon de sus labios.
-No lo sé... -murmuró, pero era una mentira, y ambos lo sabían. Luca sabía exactamente lo que lo inquietaba. Era Alessandro. Era esa atracción incontrolable que lo dominaba cada vez que el capo estaba cerca.
Alessandro no respondió de inmediato. En su lugar, dejó que sus dedos se deslizaran suavemente desde la mandíbula de Luca hasta su cuello, acariciando la piel sensible con un roce apenas perceptible. Luca contuvo el aliento, su cuerpo reaccionando a cada centímetro que el capo recorría con ese toque cargado de deseo. La tensión en el aire era insoportable, como si el tiempo se hubiera detenido, atrapando a ambos en ese momento.
-No tienes que tener miedo de mí, Luca susurró Alessandro, su voz como un veneno dulce que se filtraba en su mente-. Pero no voy a mentirte... lo que hay entre nosotros es peligroso.
Luca cerró los ojos por un momento, intentando controlar el torbellino que sentía en su interior, pero cuando los abrió de nuevo, Alessandro estaba más cerca, tan cerca que sus labios casi rozaban los suyos. El omega podía sentir el calor que emanaba del cuerpo del capo, podía oler el aroma a cuero y tabaco que lo envolvía, y eso solo hacía que su cuerpo temblara más.
-¿Esto... también es peligroso? -preguntó Luca en un susurro, sin saber de dónde había sacado el valor para hablar.
Alessandro sonrió, una sonrisa que no era amable, sino una promesa oscura.
-Lo es -respondió, y antes de que Luca pudiera procesar lo que estaba ocurriendo, Alessandro cerró la distancia entre ellos, sus labios encontrando los de Luca con una intensidad abrumadora.
El beso no fue suave ni lento. Fue una declaración, una toma de posesión. Alessandro lo besaba como si quisiera marcarlo, como si cada roce de sus labios fuera una advertencia de lo que vendría después. Luca jadeó contra su boca, incapaz de resistirse, sintiendo cómo el cuerpo de Alessandro lo empujaba hacia la pared, atrapándolo entre el frío de la madera y el calor implacable del capo.
El mundo a su alrededor desapareció, el miedo, el peligro, todo se desvaneció en el fuego que ardía entre ellos. Luca sabía que esto estaba mal, que dejarse llevar por Alessandro lo arrastraría más y más al oscuro mundo del capo, pero en ese momento, no le importaba. Todo lo que importaba era el deseo crudo que sentía, la forma en que Alessandro lo hacía sentir vivo, vulnerable y poderoso al mismo tiempo.
Cuando finalmente se separaron, ambos respiraban con dificultad. Los ojos de Alessandro estaban oscuros, llenos de una promesa que Luca no podía ignorar.
-No hay vuelta atrás, Luca -murmuró Alessandro, su voz apenas un susurro contra los labios hinchados del omega-. Eres mío ahora, y voy a hacer lo que sea necesario para protegerte, aunque eso signifique destruir a cualquiera que se interponga en mi camino.
Luca no pudo responder. Sus piernas temblaban, su cuerpo seguía ardiendo bajo el peso del contacto, y su mente era un caos. Sabía que había cruzado una línea, una que no podría deshacer, y que ahora estaba más profundamente entrelazado con Alessandro de lo que jamás había imaginado. Pero, por primera vez, no sintió miedo...