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Entre Café Y Secretos.

Entre Café Y Secretos.

Status: Terminada
Genre:Yaoi / Completas / Yuri
Popularitas:2.8k
Nilai: 5
nombre de autor: 2AO'LBTG

En Tokio, Shiro, un joven de 18 años, se muda a un pequeño café con un pasado misterioso. Al involucrarse en la vida del café y sus peculiares empleados, incluyendo al enigmático barista Haru, Shiro comienza a descubrir secretos ocultos que desafían su comprensión del amor y la identidad. A medida que desentraña estos misterios, Shiro se enfrenta a sus propios sentimientos reprimidos, aprendiendo que el verdadero desafío es aceptar quién es realmente. En esta emotiva travesía, el mayor secreto que descubre es el que lleva dentro.

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Capítulo 4: El Secreto Detrás de la Puerta

El chirrido de las bisagras resonó en el pasillo mientras Aiko abría la puerta lentamente. El aire que salió del otro lado era frío, contrastando con la calidez del café, y estaba impregnado de un leve aroma a moho y algo antiguo, casi olvidado por el tiempo. Shiro tragó saliva, su corazón martilleando en su pecho mientras sus ojos intentaban adaptarse a la penumbra que había más allá del umbral.

—¿Qué es esto? —murmuró, sintiendo un escalofrío recorrerle la espalda.

Aiko no respondió de inmediato. En lugar de eso, encendió una pequeña linterna que llevaba en el bolsillo y enfocó el haz de luz en el interior de la habitación. Shiro se sorprendió al ver lo que parecía ser una pequeña bodega, llena de estanterías de madera que se extendían a lo largo de las paredes, cubiertas de cajas antiguas y objetos polvorientos. Al fondo, una luz tenue titilaba, casi como un faro en medio de la oscuridad.

—Este lugar... es más viejo que el café —dijo Aiko en voz baja, caminando lentamente hacia el interior, sus pasos apenas haciendo ruido sobre el suelo de cemento—. Y, en realidad, no debería existir.

Shiro frunció el ceño, sin comprender del todo lo que Aiko quería decir. Dio un paso hacia adelante, cruzando finalmente el umbral. Al hacerlo, sintió una extraña sensación, como si hubiera entrado en un espacio que no le pertenecía, un lugar que había sido olvidado por una buena razón.

—¿Cómo que no debería existir? —preguntó, su voz resonando suavemente en la bodega.

Aiko se detuvo frente a una de las estanterías y pasó los dedos por la madera envejecida. Parecía estar buscando algo, algo que había visto o sentido antes.

—Este café ha estado aquí por generaciones —comenzó a explicar, sin apartar la vista de las cajas—. Pero lo que mucha gente no sabe es que antes de ser un café, este lugar era una casa. Una casa que pertenecía a una familia que desapareció de repente.

Shiro se quedó en silencio, escuchando cada palabra de Aiko mientras la curiosidad lo invadía. ¿Una familia desaparecida? ¿Y qué tenía que ver eso con el café actual?

—La historia dice que la familia tenía un secreto, algo que nadie conocía —continuó Aiko, moviéndose hacia otra estantería—. Cuando desaparecieron, nadie supo qué pasó con ellos, pero se dice que dejaron algo escondido aquí. Algo que Haru, Hikaru y yo hemos estado buscando durante mucho tiempo.

Shiro sintió un nudo formarse en su estómago. Todo esto era mucho más grande de lo que había imaginado. Desde el principio había tenido la sensación de que el café escondía algo, pero nunca pensó que fuera tan profundo, tan oscuro.

—¿Y qué crees que dejaron aquí? —preguntó, sintiendo cómo la tensión en el aire aumentaba.

Aiko se detuvo de repente, sus dedos temblando levemente sobre una caja de madera. La luz de su linterna se reflejó en algo brillante y metálico que asomaba entre las grietas de la caja.

—Creo que estamos a punto de averiguarlo —dijo, con la voz apenas un susurro.

Con cuidado, Aiko apartó la tapa de la caja, revelando su contenido. Shiro se inclinó hacia adelante, sintiendo cómo su respiración se aceleraba mientras trataba de ver qué había dentro. Cuando la luz de la linterna iluminó el interior, su corazón dio un vuelco.

Allí, entre papeles viejos y objetos descoloridos por el tiempo, había un pequeño cofre de metal. Parecía antiguo, cubierto de símbolos que Shiro no reconocía, pero que emanaban una energía extraña, casi hipnótica.

—¿Es esto...? —comenzó a decir Shiro, pero no pudo terminar la pregunta. Su mente estaba en blanco, abrumada por la sensación de que lo que habían encontrado era importante, trascendental.

Aiko asintió, sus ojos brillando con una mezcla de emoción y temor.

—Este es el secreto que hemos estado buscando —dijo, levantando el cofre con ambas manos—. Y ahora que lo hemos encontrado, todo está a punto de cambiar.

Shiro dio un paso atrás, sintiendo cómo el aire a su alrededor se volvía más denso. Algo no estaba bien. El cofre parecía tener vida propia, como si estuviera esperando ser abierto, como si estuviera destinado a revelar algo que había estado oculto durante demasiado tiempo.

—No creo que debas abrirlo —dijo de repente, sorprendiéndose a sí mismo con la urgencia en su voz.

Aiko lo miró, sorprendida, pero no dejó de sostener el cofre. Parecía indecisa, como si estuviera debatiendo internamente si debía hacer lo que Shiro sugería o seguir adelante con lo que habían estado buscando durante tanto tiempo.

—¿Por qué no? —preguntó, su voz temblando ligeramente—. Hemos pasado tanto tiempo buscando esto. Merecemos saber qué hay dentro.

Shiro no podía explicar por qué, pero una parte de él sabía que abrir ese cofre traería consecuencias. Tal vez era la oscuridad en el aire, o el extraño sueño que había tenido, pero todo su ser le gritaba que algo terrible estaba a punto de suceder si cruzaban esa línea.

—Aiko, por favor —dijo, intentando sonar lo más calmado posible—. Algo en este lugar... no está bien. No creo que estemos preparados para lo que sea que esté dentro.

Aiko lo miró fijamente, sus ojos buscando alguna respuesta en los de Shiro. Finalmente, suspiró y bajó el cofre, colocándolo sobre una mesa cercana.

—Tienes razón —admitió en voz baja—. Pero tampoco podemos ignorar esto. Si no lo abrimos, nunca sabremos la verdad.

Shiro asintió lentamente, entendiendo su punto de vista. El cofre representaba el misterio que había envuelto al café desde el principio, y dejarlo cerrado significaba seguir viviendo con esa incógnita. Pero abrirlo podría desencadenar algo que ninguno de ellos estaba preparado para enfrentar.

El silencio se instaló entre ellos mientras ambos contemplaban el cofre. Aiko pareció debatirse internamente antes de girarse hacia la puerta del pasillo.

—Debemos hablar con Haru —dijo finalmente—. Él sabrá qué hacer.

Shiro asintió, aliviado por la decisión de esperar. Mientras Aiko apagaba la linterna y ambos regresaban al café, Shiro no pudo evitar sentir que el cofre lo estaba observando, como si esperara pacientemente a ser descubierto.

Cuando regresaron al área principal, Haru y Hikaru los esperaban detrás de la barra. Ambos levantaron la vista al verlos aparecer, y la expresión en sus rostros confirmó lo que Shiro ya sospechaba. Sabían lo que habían encontrado.

—¿Lo hallaron? —preguntó Haru, con una calma sorprendente.

Aiko asintió, lanzándole una mirada que contenía más de mil palabras. Haru suspiró, dejando caer sus hombros como si una pesada carga se posara sobre ellos.

—Es hora de hablar —dijo Haru, haciendo un gesto hacia una mesa cercana—. Creo que ya no podemos seguir ocultando esto.

Shiro se sentó, su mente llena de preguntas. ¿Qué era ese cofre? ¿Qué relación tenía con la familia desaparecida? ¿Y por qué todos parecían tan nerviosos acerca de su contenido?

Mientras se preparaban para lo que vendría, Shiro no podía evitar sentir que el verdadero viaje apenas estaba comenzando. El café, Haru, Aiko, Hikaru... todos parecían estar envueltos en una red de secretos, y él estaba justo en el centro de todo.

La verdad, fuera lo que fuera, estaba a punto de ser revelada.

1
Elizabeth Moreno
que secretos guardara el cafe
Elizabeth Moreno
parece que sufrio mucho
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