Su nombre es Mia Velasquez, ella justo a dos amigas había habían viajado a una hermosa isla en el mediterráneo remota, con una cultura impresionante aunque desconocida para muchos, lo más atractivo de ese lugar es que aún existía la monarquía.
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Capítulo 03.
Cuando llego al apartamento, aún pensando que iba hacer con esa noticia, se encontró con sus amigas en la sala de estar viéndola preocupadas. Se detuvo en medio del pasillo confundida por la actitud de ambas.
- ¿Cuándo ibas a decírmelo?—Le pregunto Dora.
- Decirles ¿Qué?— Aun sin entender.
- Que estas embarazada—Contesto Claudia en un tono de un no poder creerlo.
- ¿Qué? ¿Cómo saben eso?—Sorprendida que sus amigas se enterarán.
- Hemos visto la prueba casera en la basura, por Dios Mia, en qué momento ocurrió. No me digas que esos tipos si te...
- No, no paso así. En realidad. —Dijo afligida llevando sus manos a su rostro, tratando inútilmente de un quebrarse.
- ¿Fue con el chico que te salvo, cierto?— Pregunto Claudia, Mia asintió con la cabeza.
- Solo fue esa noche, nunca pensé que iba a traer consecuencias como estas—Sentándose en el sofá, ya con los ojos llenos de lágrimas— Ahora no se qué hacer.
Sus amigas, se acercaron la abrazaron para mostrarle su apoyo.
- ¿Ya se lo dijiste a él?
- No, es que no sé dónde está. Yo me fui sin decirle nada, me sentía totalmente avergonzada de cómo se habían dado las cosas. Simplemente me fui—Encogiéndose de hombros sintiéndose cada vez peor.
Dora y Claudia se miraron a las caras, estaban tan angustiadas y preocupadas por Mia. De una manera tenía que encontrar una solución.
- ¿Piensas tenerlo?
- Creo que sí—Contesto aunque su voz suena con duda—Abortar también es una opción, pero es una decisión difícil la que tengo que tomar.
- Lo siento, Mia— Dice sintiéndose mal por su amiga— Es que como me lo has explicado, vas a criarlo tu sola si decides tenerlo. Imagínate lo que pensará tu familia cuando se entere.
- Por ahora no les diré nada. Quiero pensar muy bien lo que haré de ahora en adelante.
- Si, sabes Mia tienes mi apoyo no vamos a dejarte sola con esto—Le dijo Claudia con gran seguridad.
- Gracias de verdad, lo aprecio mucho—Sonrió a pesar que tenía ganas de romper a llorar de nuevo.
Y así fue sus amigas en ningún momento la dejaron sola.
Mia cada día se sentía peor no solo por los malestares del embarazo sino también porque aún no encontraba pista de Sebastián ¿Qué iba hacer si no lo encontraba? Criaría a su hijo sola, sería madre soltera como otras mujeres, aunque eso no es nada malo, pero le hubiese gustado tener el apoyo del padre de su hijo.
Más cuando pasaron los meses. Tomo una decisión drástica, les dijo a sus amigas cuando ya habían terminado las vacaciones, que ella se tenía que quedar en esa isla, tratar de encontrar al padre de su hijo. Dora y Claudia no estaban muy felices con la noticia, como dejar a Mia con 3 meses de embarazo en un país que casi no conocía.
- Les prometo que estaré bien, hable con mi papá y el quedo de enviarme dinero, le dije que me había gustado tanto la isla que decidí quedarme un tiempo. Al principio se preocupo pero tengo 20 años aquí soy mayor y fue mi decisión.
- ¿Qué pasara con la universidad?—Dice Claudia.
- Le dije a papá que luego la comenzaría, esta muy enojado conmigo pero luego se que se le pasará.
- ¿Por qué no le dijiste la verdad, Mia?—Le pregunto Dora.
- No puedo, conozco a mi papa esto puede matarlo. Él piensa que soy la mejor hija del mundo, su princesa perfecta. Imagínate lo que sucedería si le digo.
- Algún día deberá enterarse.
Mia lo sabía, eso la entristecía más su padre nunca se lo perdonaría. Luego que sus amigas se fueron, las extraño mucho aunque prometieron visitarla el año entrante, el apartamento se sentía más solo que antes. Hablo con el arrendador para decirle que se quedaba unos meses más, lo primero que debía hacer era buscar un trabajo antes que el embarazo comenzará a notarse.
Unas semanas buscando, encontró uno. En el mercado, ayudando a su vecina del piso de abajo en los inventarios del local, ganaba poco pero le rendía para la comida y los gastos del médico ya que había comenzado hacerse sus chequeos.
Un día en el mercado cuando realizaba en los inventarios de algunos víveres que llegaron en la mañana, vio a Frank se le acerco.
- Hola Mia— Con voz tímida metiendo sus manos dentro de los bolsillos de su pantalón.
- Hola—Sin querer hablarle aún recordaba lo que sus amigos habían hecho dejándola sola, tal vez si eso no fuera ocurrido no estaría metida en semejante lio.
- Se que estas molesta por lo que paso en la disco, quiero disculparme— Sus palabras eran sinceras.
- Acepto, tus disculpas ahora te pido que me dejes trabajar— Aún incomoda con su presencia.
- ¿Trabajas aquí?—Dice sorprendido.
- Si, aquí—Frunce el ceño sin entender porque se sorprende tanto.
- No sabía que mi mamá te había contratado en el local.
- ¿Tu mamá?— Mia lo mira boquiabierta ahora es ella quien se sorprende—No tenía idea que la señora Denisse era tu mamá.
- Si, soy su hijo menor de tres hermanos. Pero algo que no entiendo que haces aquí todavía, según Dora sus vacaciones terminaban en el verano, ya estamos a víspera de navidad.
- Si, lo que pasa—Agradecida que no se notaba aún su embarazo—Es que decidí quedarme lo que resta de año, me encanta este lugar.
- Me alegro—Riendo complacido—Sabes que puedes contar conmigo para lo que sea, quiero enmendar lo que ocurrió.
- Está bien, gracias—Dijo agradecida Mia de al menos tener a alguien con ella.
La amistad con Frank fue buena medicina para Mia no se sentía tan sola, iba a visitarla todos los días, su relación era afectuosa. El día que le dijo que estaba embarazada, Frank se asombro pero luego se preocupo tanto por Mia que le ofreció su ayuda no solo como amigo sino también financiera. Le hablo su papá para que la contratará en su empresa así ganaría más dinero que en el mercado, a pesar de tener ya seis meses, no hubo problema en su trabajo al contrario todos en la oficina de contabilidad la consentía al máximo, Mia se sentía querida menos sola. Ahora estaba segura que saldría adelante con su hija.
Así fue cuando se adelanto el parto en su séptimo mes de embarazo, emocionada al ver por primera vez a su pequeña hija de mejillas sonrosadas es tan hermosa.
Aunque creyó que sería niño ya que todas sus compañeras que tenían hijos le comentaron pero eso no importaba su hija estaba completamente sana a pesar de ser sietemesina, la amaba con toda su alma.
Mia despertó de su sueño, olvidándose de sus recuerdos y escucho como su hija lloraba a todo pulmón en la cuna a su lado, reclamando su biberón ya había cumplido los tres meses de edad. Se levanto de la cama, la tomo en sus brazos le decía palabras de cariño para calmarla.
- Por favor, Julie no llores—Mientras se encaminaba a la cocina a calentar su biberón. Después de calentarlo se sentó en la mecedora que compro hace unos días, le dio de comer a su hija, mirándola con adoración debía admitirlo Julie le recordaba a Sebastián.
Lo más triste es que nunca pudo encontrarlo, quizás había sido lo mejor. No le faltaba nada a su pequeña durante estos meses han sido los mejores sin importar cada lágrimas que había derramado cuando se entero de su embarazo ahora su única felicidad es la persona que tiene entre sus brazos.