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Entre Líneas

Entre Líneas

Status: En proceso
Genre:Amor prohibido / Amor tras matrimonio / Intrigante / Maltrato Emocional / Padre soltero / Diferencia de edad
Popularitas:1.1k
Nilai: 5
nombre de autor: @AuraScript

"No todo lo importante se dice en voz alta. Algunas verdades, los sentimientos más incómodos y las decisiones que cambian todo, se esconden justo ahí: entre líneas."

©AuraScript

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¿Mentiste?

Esa tarde, después de dejar a Heather descansando en el hospital, decido pasar por su casa para recoger algo de ropa para ella. El sol ya está bajo en el cielo, tiñendo todo de un tono dorado que debería ser cálido, pero que a mí me parece frío, distante. La calle está silenciosa, salvo por el canto de un pájaro solitario y el murmullo de las hojas movidas por una brisa ligera. El aire huele a césped recién cortado y a humedad, como si la lluvia estuviera a punto de llegar. Camino hacia la puerta de la casa de Heather y Damon, mis pasos pesados sobre el pavimento, y toco el timbre con un dedo que tiembla ligeramente. El sonido agudo resuena en el silencio, y espero, con las manos metidas en los bolsillos de mi chaqueta, intentando calmar el torbellino de emociones que me recorre.

La puerta se abre casi de inmediato, y me encuentro con Damon. Está desaliñado, más de lo que lo he visto nunca. Su cabello está revuelto, cayendo en mechones desordenados sobre su frente, y lleva una camisa que parece haber sido usada durante días, con las mangas arremangadas de forma descuidada y los botones desabrochados hasta la mitad de su pecho. Su rostro está pálido, con ojeras marcadas que le dan un aspecto agotado, casi enfermizo, y sus hombros están encorvados, como si cargara un peso invisible. Hay un trapo de limpieza en su mano, y el olor a lejía flota a su alrededor, mezclado con un leve aroma a sudor.

—Buenas tardes, Damon— digo, mi voz educada pero tensa, mientras lo miro con una mezcla de cautela y enojo que no puedo ocultar. Mis manos se cierran en puños dentro de mis bolsillos, y siento un nudo en el estómago que me hace respirar con dificultad.

—Buenas tardes, suegro— responde Damon, su tono tranquilo pero cargado de una tristeza que parece envolverlo como una nube. Me mira con una expresión confundida, sus cejas frunciéndose ligeramente mientras se apoya contra el marco de la puerta. —¿Qué hace aquí, si me permite preguntar?—.

—Vine a buscar ropa para Heather— digo, mi voz más dura de lo que pretendía, mientras doy un paso adelante, mis hombros tensos. Hago una pausa, respirando hondo para calmarme, pero el enojo que siento burbujea bajo la superficie, imposible de ignorar. —Y también tengo que hablar contigo. Heather me contó todo, Damon, las cosas crueles que le dijiste, cómo la hiciste sentir. Está destrozada por tu culpa, y no voy a quedarme callado mientras mi hija sufre así—. Mis palabras salen rápidas, cargadas de una furia que me hace apretar los dientes, y mis ojos se fijan en él con una intensidad que lo hace retroceder ligeramente.

Damon parece desconcertado, su expresión pasando de confusión a incredulidad en un instante. Se endereza un poco, el trapo de limpieza cayendo de su mano al suelo con un sonido sordo, y se pasa una mano por el cabello, dejando un mechón aún más desordenado. —Espere, no entiendo— dice, su voz temblando ligeramente mientras me mira con genuina perplejidad. —Por favor, ¿podría explicarme con más lentitud? No sé de qué me está hablando—.

Suspiro, el aire saliendo de mis pulmones con un sonido áspero, y lo miro con una mezcla de frustración y enojo. —Lo que estoy diciendo, Damon, es que has estado siendo un imbécil con mi hija— resumo, mi tono cortante mientras doy un paso más cerca, mi postura imponente a pesar del cansancio que siento. —Le dijiste cosas horribles, que era una inútil, que no servía porque no podía darte un hijo, que tal vez deberías buscar a alguien más. ¿Cómo pudiste hacerle eso?—.

Damon se queda inmóvil, su rostro palideciendo aún más mientras me escucha. Luego, sacude la cabeza con vehemencia, sus manos levantándose como si quisiera detener mis palabras. —No, le juro que jamás sería capaz de decirle esas cosas a Heather— dice, su voz firme pero cargada de un dolor que me sorprende. —Es más, fue al contrario. Ella... ella ha estado muy inestable últimamente, y yo he intentado ayudarla, pero no sé cómo—. Hace una pausa, sus manos temblando mientras se desabrocha un poco más la camisa, dejando a la vista más de su pecho. —Mire, por favor— murmura, su tono suplicante mientras me señala su piel.

Instintivamente, aparto la vista, un reflejo de incomodidad que me hace girar la cabeza hacia un lado. —Damon, no...— empiezo a decir, pero él insiste, su voz más urgente ahora. —Por favor, mire. Necesito que vea esto—. Respiro hondo, el aire frío llenándome los pulmones, y me obligo a volver la mirada hacia él. Lo que veo me deja helado: una gran cortada cruza su pecho, una línea irregular y profunda que parece reciente, con los bordes enrojecidos y la piel alrededor aún inflamada. Es una herida fea, una que debió haber dolido como el infierno, y mi respiración se detiene mientras la observo, mi mente dando vueltas.

—¿Qué...?— murmuro, mi voz apenas audible mientras lo miro, mis ojos abriéndose de par en par por la sorpresa. Mis manos tiemblan ligeramente mientras doy un paso atrás, intentando procesar lo que estoy viendo.

Damon baja la mirada, sus dedos temblando mientras vuelve a abrocharse la camisa con movimientos torpes. —Heather me hizo esto— dice, su voz baja y cargada de tristeza. —Fue hace unos días, durante un episodio... no sé cómo llamarlo, un ataque psicótico, supongo. Ella no estaba en sus cabales, gritaba cosas sin sentido, y de repente se lanzó sobre mí con un cuchillo de la cocina. Intenté calmarla, pero no me escuchaba—. Hace una pausa, su respiración entrecortada mientras se pasa una mano por el rostro, intentando mantener la compostura. —No es su culpa, de verdad. Psicológicamente, ella no ha estado bien desde el primer aborto. Ha estado teniendo estos episodios cada vez más seguido, y yo... yo no sé cómo ayudarla—.

Me quedo paralizado, mi mente un torbellino de pensamientos mientras lo miro fijamente. Mi hija no es así, no puede ser. La Heather que conozco es fuerte, dulce, incapaz de hacerle daño a nadie. Pero mientras miro a Damon, mientras veo el dolor en su rostro y la herida en su pecho, siento una punzada de duda que me corta como un cuchillo. ¿Realmente la conozco todavía? ¿O es que el trauma, el dolor de las pérdidas que ha sufrido, la ha cambiado de una manera que no puedo comprender? Siento un nudo en la garganta que me hace jadear. Quiero mantenerme fuerte, quiero negarlo todo, pero las palabras de Damon se clavan en mí como espinas.

—Esto... necesito entenderlo mejor, Damon— digo finalmente, mi voz temblando mientras lo miro, mis hombros encorvados por el peso de esta revelación. —Pero no ahora. Creo que lo mejor para Heather en este momento es que se tome un respiro, que se quede conmigo un tiempo. Podemos hablar de esto después, cuando las cosas estén más claras—. Mi tono es firme, pero hay una tristeza en él que no puedo ocultar. Me paso una mano por el cabello, un gesto nervioso que no puedo evitar, y respiro hondo, intentando mantener la calma.

Damon duda por un momento, sus manos temblando mientras ajusta la camisa sobre su pecho. Luego asiente lentamente, su expresión resignada pero llena de un dolor que parece genuino. —Entiendo, señor— murmura, su voz baja mientras me mira con ojos vidriosos. —Si eso es lo mejor para ella, entonces estoy de acuerdo. Solo quiero que esté bien—. Su tono es tranquilo, pero hay un sufrimiento en él que me pesa en el pecho, un eco de mi propio dolor.

Me hace un gesto para que lo siga, y lo acompaño hacia el dormitorio, mis pasos lentos y pesados sobre el suelo de madera. La casa está en un estado de desorden controlado: hay productos de limpieza sobre la mesa de la sala, y el aire huele a lejía y a jabón, un recordatorio de lo que Damon ha estado haciendo desde que Heather ingresó al hospital. Entramos a la habitación, que huele a lavanda y a tela limpia, y Damon saca una maleta pequeña de un armario, colocándola sobre la cama con un movimiento cuidadoso. —Aquí tiene, señor— dice, su voz suave mientras me señala un cajón. —La ropa de Heather está ahí. Puede tomar lo que necesite—.

Asiento, mi mirada perdida mientras abro el cajón y empiezo a sacar algunas prendas: un par de camisetas, unos pantalones cómodos, ropa interior. Mis manos tiemblan mientras doblo la ropa y la coloco en la maleta, mi mente todavía dando vueltas por lo que Damon me ha dicho. Él, mientras tanto, empieza a limpiar de nuevo, tomando un trapo y un spray de limpieza. Sus movimientos son metódicos, pero hay una tensión en sus hombros, una tristeza en la forma en que se mueve, que me hace sentir un nudo en el estómago. Me detengo por un momento, con una camiseta en las manos, y lo miro, sintiendo el peso de esta situación que parece escapárseme de las manos. No sé qué creer, no sé qué hacer, pero por ahora, lo único que importa es Heather, y voy a asegurarme de que esté a salvo, aunque eso signifique enfrentarme a verdades que no estoy listo para aceptar.

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