En un mundo asediado por la oscuridad, Elara y sus amigos, Kael, Lila y Thalion, se embarcan en una peligrosa expedición para invocar el poder del dragón y descubrir un antiguo artefacto en el Valle de la Luz, con la esperanza de proteger su hogar, Eldoria, de las sombras que amenazan con regresar.
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Capítulo 4: El Destello del Dragón
El sol se alzaba en el horizonte, llenando el claro con un cálido resplandor dorado que prometía un nuevo día lleno de posibilidades. Elara se despertó con el sonido del agua fluyendo y el canto de los pájaros, sintiéndose renovada después de una noche de descanso. Se estiró y miró a su alrededor; Lila aún dormía, acurrucada cerca del fuego, mientras que Kael estaba en pie, observando el bosque.
“Buenos días, Kael,” saludó Elara, acercándose a él. “¿Dormiste bien?”
“Puedo decir que fue la mejor noche que he tenido en mucho tiempo,” respondió Kael, girándose hacia ella. “El fuego y la compañía ayudan, aunque el pasado sigue acechando en mi mente.”
“Todos tenemos nuestras sombras,” dijo Elara, tratando de infundirle ánimo. “Pero hoy es un nuevo día. Estamos un paso más cerca de la montaña de fuego.”
“Sí, lo sé,” dijo Kael, su mirada fija en el horizonte. “Pero la montaña no es solo un lugar. Es un desafío. Espero que estemos listos.”
“Con Sombras a nuestro lado, tenemos más posibilidades,” dijo Elara, mirando al lobo que estaba sentado cerca del arroyo, con su pelaje brillando a la luz del sol. “Él sabe cómo moverse en este entorno.”
“Eso es cierto,” asintió Kael, sintiéndose un poco más tranquilo. “Pero no debemos subestimar los peligros que nos esperan. La montaña de fuego es conocida por sus criaturas feroces y su terreno traicionero.”
“Lo sé,” dijo Elara, sintiendo un escalofrío. “Pero también es donde encontraremos al dragón. Y debemos creer que podemos hacerlo.”
Lila se despertó en ese momento, frotándose los ojos. “¿Qué está pasando?” preguntó, adormilada.
“Estamos hablando de la montaña de fuego y de cómo llegar allí,” explicó Elara. “¿Lista para partir?”
“Sí, claro,” dijo Lila, estirándose. “Tengo un buen presentimiento sobre hoy. Siento que estamos un paso más cerca de nuestro objetivo.”
“Eso espero,” dijo Kael, comenzando a recoger sus cosas. “Desayunemos algo rápido antes de partir.”
El grupo se preparó un sencillo desayuno con algunas provisiones que habían llevado. Mientras comían, Elara sintió una mezcla de emoción y nerviosismo. Podía sentir la magia vibrando a su alrededor, y sabía que el tiempo se estaba acercando para enfrentar el destino que les aguardaba.
“¿Qué esperas encontrar en la montaña?” preguntó Lila, mientras masticaba un trozo de pan.
“Espero encontrar respuestas,” dijo Elara, mirando el fuego. “Respuestas sobre mi linaje y la verdadera naturaleza de la magia que llevo dentro.”
“Y sobre el dragón,” añadió Kael, interrumpiéndola. “¿Qué esperas que haga cuando lo encuentres?”
“Espero poder comunicarme con él,” respondió Elara, su voz llena de determinación. “Despertarlo y convencerlo de unirse a nuestra causa. Necesitamos su poder para restaurar el equilibrio en nuestro reino.”
“Eso suena ambicioso,” comentó Kael, levantando una ceja. “¿Y si el dragón no quiere despertarse? ¿Y si se niega a ayudar?”
“Lo haré lo mejor que pueda,” dijo Elara. “Debo intentarlo. No puedo quedarme de brazos cruzados mientras la oscuridad se acerca.”
“Entonces, será mejor que nos pongamos en marcha,” sugirió Lila, levantándose. “No tenemos tiempo que perder.”
Con el estómago lleno y el espíritu elevado, el trío comenzó a caminar hacia la montaña de fuego. El camino era más estrecho y difícil a medida que se adentraban en el bosque, y la vegetación se volvía más densa.
“Sigamos juntos,” dijo Kael, manteniéndose en la cabeza del grupo. “No querría perderme en este laberinto.”
A medida que avanzaban, la atmósfera se volvía cada vez más tensa. El sonido de las criaturas del bosque se desvanecía, y un silencio inquietante se apoderó del lugar.
“¿Por qué se siente tan extraño aquí?” preguntó Lila, mirando a su alrededor con preocupación.
“Quizás hay algo en el aire,” respondió Elara, sintiendo una corriente mágica que parecía fluir bajo sus pies. “Algo poderoso.”
“Ten cuidado,” advirtió Kael, mirando hacia adelante. “No quiero que nos sorprenda algo.”
De repente, un estruendo resonó en la distancia, como si la tierra misma estuviera temblando. El trío se detuvo en seco, mirándose con temor.
“¿Qué fue eso?” preguntó Lila, su voz baja.
“No lo sé,” dijo Elara, sintiendo cómo la adrenalina comenzaba a fluir en su cuerpo. “Pero creo que debemos continuar.”
Siguiendo el rastro del sonido, se adentraron más en el bosque. El camino se volvió más accidentado, y el aire era más cálido. Pronto, llegaron a un acantilado con vistas a un valle en llamas, donde las llamas danzaban y el humo se alzaba hacia el cielo.
“¡Es la montaña de fuego!” exclamó Elara, asombrada. “Mira cómo arde.”
“Es impresionante,” murmuró Lila, sus ojos brillando. “Pero también es aterrador.”
“Debemos mantenernos alerta,” dijo Kael, observando el panorama. “No solo hay fuego. Debemos tener cuidado con las criaturas que lo habitan.”
Mientras se preparaban para descender hacia el valle, Elara sintió un destello de magia en el aire, como una chispa que la atraía hacia adelante. “Siento que la magia está más cerca,” dijo, sintiendo la energía vibrar en su interior. “Debemos ir.”
El grupo descendió cuidadosamente por el acantilado, sintiendo el calor del fuego en sus rostros. Al llegar al fondo, el paisaje era surrealista. Ríos de lava fluían entre rocas y cenizas, y el aire estaba impregnado de un olor a azufre.
“Es un paisaje hermoso y aterrador al mismo tiempo,” dijo Lila, mirando a su alrededor con cautela.
“No perdamos el enfoque,” advirtió Kael, manteniéndose alerta. “El dragón debe estar cerca.”
De repente, un rugido atronador resonó en el aire, haciendo temblar el suelo bajo sus pies. Elara sintió un escalofrío recorrer su espalda. “¿Qué fue eso?”
“Eso fue un dragón,” dijo Kael, su voz grave. “Debemos estar preparados.”
A medida que avanzaban, el rugido se hizo más fuerte, resonando en sus pechos. Elara podía sentir el poder de la criatura acercándose, y su corazón latía con fuerza. “¿Qué hacemos ahora?” preguntó, sintiéndose vulnerable.
“Debemos encontrar la cueva del dragón,” respondió Kael. “Si se encuentra aquí, probablemente esté en el centro de la montaña.”
“Pero… ¿y si no está dispuesto a ayudarnos?” cuestionó Lila, sus ojos llenos de preocupación.
“Debemos intentarlo,” dijo Elara, sintiendo que la magia en su interior comenzaba a brillar con intensidad. “No podemos rendirnos ahora.”
Mientras avanzaban, las llamas comenzaron a danzar a su alrededor, creando un ambiente inquietante. El calor era abrumador, y Elara sintió que la magia se intensificaba en respuesta.
“¡Allí!” gritó Lila, señalando hacia una cueva oscura en la pared de la montaña. “¡La cueva del dragón!”
El grupo se acercó con cautela, el rugido resonando cada vez más cerca. Kael tomó la delantera, y Elara y Lila lo siguieron de cerca, sintiendo una mezcla de emoción y miedo.
Al llegar a la entrada de la cueva, se detuvieron. La oscuridad parecía tragarse la luz, y el aire era denso con el olor a azufre. Elara sintió que su magia palpitaba con fuerza, como si la cueva misma estuviera viva.
“Voy a entrar primero,” dijo Kael, su voz firme. “Manténganse alerta.”
“Ten cuidado,” dijo Lila, casi en un susurro.
Kael se adentró en la cueva, y Elara y Lila lo siguieron de cerca. La luz del fuego apenas iluminaba el camino, y las sombras se alargaban a su alrededor. La cueva era grande y cavernosa, con estalactitas que goteaban y el eco de los rugidos resonando en el aire.
De repente, un brillo intenso iluminó la cueva, y Elara se detuvo en seco. “¿Lo ven?” preguntó, señalando hacia un rincón iluminado.
Allí, en la penumbra, se encontraba el dragón. Su escamoso cuerpo brillaba con un resplandor dorado, y sus ojos eran como dos brasas ardientes. El dragón estaba dormido, su enorme forma ocupando la mayor parte de la cueva.
“Es majestuoso,” murmuró Lila, asombrada.
“Pero también es peligroso,” advirtió Kael, sus ojos fijos en el dragón. “No lo despertemos de repente.”
Elara se acercó un poco más, sintiendo la magia fluir a su alrededor. “Debo intentarlo,” dijo en voz baja. “Debo despertar al dragón.”
“Ten cuidado,” dijo Kael, observándola con preocupación.
Elara se concentró, cerrando los ojos y sintiendo la energía mágica que la rodeaba. “Dragón anciano,” comenzó, su voz resonando en la cueva. “Soy Elara, una heredera de la magia elemental. He venido a buscarte y a despertarte.”
El dragón abrió un ojo lentamente, revelando un brillo intenso. “¿Quién se atreve a perturbar mi sueño?” su voz era profunda y resonante, como un trueno.
“Soy Elara,” repitió, sintiendo que su corazón latía con fuerza. “He venido a pedir tu ayuda. La oscuridad se acerca, y necesitamos tu poder para restaurar el equilibrio en nuestro reino.”
El dragón se incorporó lentamente, sus movimientos majestuosos. “¿Por qué debería ayudar a los mortales?” preguntó, sus ojos fijos en ella, evaluándola.
“Porque juntos podemos enfrentar el mal que amenaza a nuestra tierra,” dijo Elara, sintiendo la magia fluir entre ellos. “Tu poder es la clave para salvar nuestro hogar.”
El dragón la miró fijamente, y Elara sintió una conexión poderosa entre ellos. “Tu magia es fuerte,” dijo el dragón, su voz más suave. “Pero la oscuridad que mencionas… ¿realmente representa una amenaza?”
“Sí,” afirmó Elara, sintiendo la urgencia en su voz. “Ha estado creciendo, y si no actuamos pronto, podría consumirlo todo.”
El dragón se quedó en silencio, considerando sus palabras. “Si decido ayudar, ¿qué ofreces a cambio?”
“Te ofrezco lealtad y respeto,” respondió Elara sinceramente. “No solo como un dragón, sino como un aliado en esta lucha.”
El dragón inclinó su cabeza, sopesando su respuesta. “¿Y qué hay de tus compañeros?” preguntó, mirando a Lila y Kael. “¿Son dignos de confianza?”
“Sí,” respondió Elara, sintiendo su apoyo a su lado. “Lila y Kael son mis amigos, y juntos lucharemos por lo que es correcto.”
El dragón pareció contemplarlo por un momento más. Luego, con un susurro de aire caliente, dijo: “Está bien, Elara. Te ayudaré. Pero deberás demostrar que eres digna de mi poder. La oscuridad no se enfrenta con palabras vacías.”
“Lo haré,” prometió Elara, sintiéndose más fuerte. “Juntos, podemos enfrentar cualquier desafío.”
El dragón se erguió en toda su grandeza, sus alas extendiéndose y llenando la cueva con un destello de luz. “Entonces, prepárate, Elara. La magia que llevas dentro debe ser perfeccionada. Juntos, despertaremos el verdadero poder que reside en ti.”
Elara sintió que una oleada de energía la envolvía, y supo que su viaje apenas comenzaba. Con la ayuda del dragón, enfrentaría la oscuridad y descubriría su verdadero potencial. Mientras la cueva brillaba con un nuevo resplandor, se dio cuenta de que su destino estaba finalmente entrelazado con el del dragón, y la aventura que les esperaba sería más grande de lo que jamás había imaginado.