Valien Daher, la heroína del imperio, rechaza firmemente el compromiso con el príncipe heredero. ¿Por qué? Porque ella es una reencarnada, ella sabe que su prometido la traicionará y eso la llevará a la muerte sin importar lo que ella hizo por su imperio.
Decidida a cambiar ese destino, Valien pide un compromiso, pero no con el príncipe heredero. Ella elige al archiduque Carl Pott, un hombre mayor y misterioso. ¿Podrá cambiar su destino siendo la esposa del archiduque?
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Aclaro
—De ahora en adelante deberíamos mandar a la vanguardia al escuadrón de la capitana Daher, ella es más que capaz de terminar con nuestros enemigos, además siendo la hija de un simple barón, nadie la extrañaría si llegase a perecer— una voz ronca, de al parecer uno de los generales a cargo de ese ejército, se escuchó.
—Háganle caso a este hombre y después no se quejen de haber creado a un monstruo que solo buscó la manera de mantenerse viva— Valien había escuchado aquellas palabras y por supuesto se enojó mucho. No iba a permitir que cualquiera la utilizara a ella o a sus hombres como conejos de indias. Estaba dispuesta a pelear por el imperio donde vivía su familia, pero no pensaba dejarse de nadie.
Solo pasaba por ahí y después de decir lo que pensaba, siguió su camino sin darles tiempo de decir algo más.
—Sería muy peligroso tener de enemiga a la capitana Daher, según lo que me han informado, su familia ha alcanzado mucho más estatus desde que su hermano mayor fue nombrado ministro de guerra, además su padre es uno de los que envía más suministros a los soldados. ¿Qué creen que haga si algo malo le sucede a su pequeña hija?, si quieren intentarlo háganlo ustedes, no cuenten conmigo, seguiré con la formación que teníamos desde el principio— aquel general, al parecer el mayor de todos, se lavaba las manos con esta aclaración, sabía perfectamente que tener de enemigos a los Daher le traería la ruina, pues a pesar de ser solo una familia de barones, eran poderosos en las filas del ejército y tenían manera de hacer sudar a sus enemigos.
—Estoy de acuerdo con el general York, me opongo a esto. Seguiré con la formación que se había decidido, me retiro— uno más se negó a participar y hacer caso a ese hombre cascarrabias que al parecer no era amigo de la familia de Valien.
—Señorita Daher, me disculpo enormemente por no ponerle un alto al general Donor, es solo que soy viejo y estoy en mis últimos años de servicio, no quiero tener enemigos en estos momentos— el general York, el más longevo del ejército, había seguido a Valien y se disculpaba.
—No me afecta que me envíen al frente de cada batalla, pero no voy a permitir que solo dependan de mis hombres y de mi, todos estamos aquí por alguna razón, no voy a pelear batallas que no me corresponden, lo lamento— a pesar de su molestia, sabía respetar a sus mayores al ser éstos amables como este general, quizás si estaba en sus posibilidades, incluso podría llegar a defenderlo, le había caído bien.
Ahora Valien solo necesitaba encontrar a alguien que le pudiera ayudar con su nuevo propósito, aprender magia sería algo difícil para alguien de su edad, pues el aprendizaje comenzaba desde los ocho años, sin embargo eso no la detendría de siquiera intentarlo. Por eso fue con las mujeres que estaban en el ejército específicamente como magas, las que se encargaban de curar, cuidar y apoyar a los soldados si así se requería, pero jamás podían ser enviadas al frente o directamente al campo de batalla para luchar, eso estaba prohibido.
—Busco a la mejor maga que haya por aquí— se acercó al área que era destinada para las magas, necesitaba encontrar a alguien que pudiera serle de utilidad.
—No hay nadie disponible, váyase. A menos que sean órdenes de algún general, nadie puede dejar este lugar— la prepotencia de aquella joven castaña, no le gustó para nada a Valien.
—«Si llegas a estar en peligro en algún momento, te aseguro que seré la más feliz en no ayudarte»— sin decir nada, se retiró del lugar, pero la suerte al parecer estaba de su lado, pues alguien la alcanzó.
—Disculpe señorita, ¿usted es la líder de FEK?— el brillo en sus ojos dejó ver la admiración que esa joven de al parecer apenas 16 años, sentía por aquel grupo.
—Es correcto, mi nombre es Valien Daher, mucho gusto. ¿Quién eres tú?— necesitaba un poco de información
—Mi nombre es Kiara Solt, soy la tercera hija del marqués Solt, mucho gusto. Sin querer escuché que necesitaba a alguien que supiera magia— su curiosidad pudo más que su miedo, pues para cuando alguien se enterara que no obedeció órdenes de un superior, tal vez la castigarían.
—Así es, ¿puedes tu ayudarme?— quizás podría aprender algo de esta jovencita
—Bueno, no soy la mejor, pero estoy dentro del batallón más poderoso de todo el imperio, mi magia se basa en el viento, así que soy de mucha utilidad, si usted está de acuerdo yo puedo ayudarla, solo que no se lo que requiera— su timidez volvía apoderarse de ella, pues apenas se daba cuenta que no sabía nada de lo que Valien quería.
—Estaré muy agradecida si aceptas ayudarme, dime en qué momento podemos vernos y hablar sobre lo que necesito— para lo planeado, necesitaba tiempo a solas para estudiar algunos puntos cruciales.
—Si no estamos en batalla, en la tarde es cuando nadie tiene deberes y ocupamos nuestro tiempo libre en lo que queramos, hay un lugar hermoso aquí cerca, ahí no va nadie, si quiere podríamos encontrarnos ahí mañana por la tarde— feliz, le informaba a Valien.
La rubia aceptó y así por fin pudo irse de aquel lugar, aunque no estaban nada alejado del campamento de los soldados, si estaba restringida la entrada de cualquier soldado.
—«Espero que esto no sea difícil y que al menos no ponga en riesgo mi vida. No puedo morir sin antes cumplir con mi misión más importante»— se rascó la sien y volvió a su tienda, ya estaba anocheciendo y a la mañana siguiente tendría mucho que hacer.
Al despertar, Valien fue a entrenar como todos los días, ya que últimamente todo estaba muy calmado. Su deber era recorrer la frontera del imperio para defenderlo de enemigos, así lo habían hecho ya durante dos años y no puede negar que eran de aguante todos los que sabían ahí, pues estaban lejos de sus familias y cumplían con su deber, eso si lo reconocía, más aún, sabiendo que serían muchos más años de lo que ellos mismos pensaban.
Te felicito por tan placentera obra 😉