Alexander Stone es un atractivo y exitoso alfa, CEO de su propia empresa. Solo hay un problema: él, odia a los Omegas, así que, para trabajar como su secretario, este tiene que ser un Beta, requisito que Ethan cumple perfectamente.
Pero la constante exposición a las feromonas de Alexander, ocasiona un cambio en Ethan, él, se vuelve un Omega, por lo que debe ocultar este hecho de todos si es que desea mantener su puesto como secretario de Alexander. ¿Podrá Ethan ocultar para siempre su cambio de casta? ¿Qué hará Alexander si lo descubre?
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Primer día en el trabajo
POV Ethan
Después de un eterno fin de semana, el lunes finalmente había llega y yo me había despertado junto con el amanecer que bañaba la ciudad con sus tonos dorados, todo parecía indicar que sería un buen día. Con la mezcla de la emoción y nerviosismo, me vestí con mi mejor traje y me encaminé hacia lo que sería mi trabajo, a la empresa de Alexander Stone.
Cuando llegué fui recibido por la recepcionista quien llamó a quien había sido mi entrevistadora para que me guiara a mi nuevo caso de trabajo, un lugar moderno y elegante que parecía sacado de una revista de diseño, mi escritorio se encontraba fuera de la oficina de Alexander, pero tenía una vista privilegiada de la ciudad a través de la ventana.
Lia me dio una breve orientación por el piso, caminando por los pasillos, pasando por oficinas elegantes y salas de reuniones, y también me presentó a algunos de mis compañeros, hasta que al final regresamos a mi escritorio.
-Bueno Ethan, esté será tu lugar. Te deseo mucha suerte, cualquier cosa me puedes encontrar en el departamento de recursos humanos.- Me sonrió Lia y se fue, dejándome ahí con mis cosas.
-Espero que no sea para presentar mi renuncia.- Bromée un poco para calmar mis nervios y Lia sonrió un poco nerviosa, como si estuviera ocultando algo pero no le di mayor importancia.
Suspiré y me quedé pensando unos segundos en la magnitud de mi nueva responsabilidad. Con las manos un poco temblorosas me acomodé en mi silla y observé mi entorno aún con asombro. Ese sería mi primer día de trabajo, el lugar donde pasaría la mayor parte de mis días mientras servía como secretario del CEO Alexander Stone.
Mi mente estaba llena de preguntas y expectativas mientras me sumergía en mis nuevas responsabilidades. Me iban a dejar documentos que debía organizar para el señor Stone, de a poco me familiarizaba con los procedimientos y protocolos de la empresa, pero no con lo más importante, con Alexander Stone, quien no se había aparecido en su oficina en toda la mañana.
No sabía qué hacer, no tenía idea del horario del hombre para quien se suponía que trabajaba. Las horas pasaron lentamente, y cada vez que escuchaba pasos en el pasillo, mi corazón daba un salto de anticipación, pero nunca era la figura de Alexander la que aparecía frente a mí.
Finalmente, cuando el reloj marcaba mediodía, lo vi. Stone se acercaba a su oficina, con la corbata deshecha y una expresión fatigada n su rostro. Mi corazón dio un vuelco al verlo, y una extraña sensación de atracción me invadió mientras lo observaba.
Se fue a su oficina con pasos cansados, y por un breve instante, nuestros ojos se encontraron. Sentí un escalofrío recorrer mi espalda ante la intensidad de su mirada, pero antes de poder hacer algo, él entró a su oficina, sin decir una sola palabra.
Me quedé perplejo, mi corazón había comenzado a latir con rapidez. No podía negar que había algo en la forma en la que Stone se veía agotado y desaliñado, algo que no podía identificar bien pero ya había despertado en mí.
Dejando esos pensamientos impíos y fascinación de lado, regresé a revisar las cosas que tenía que hacer, y para mí suerte, recibí un correo del mismo Stone con su horario, así que el resto del día transcurrió sin incidentes, solo que apenas dirigiéndome la palabra con mi jefe. La imagen de Stone con su corbata deshecha se quedó en mi cabeza hasta la noche, pero a pesar de todo, debía prepararme para el día siguiente.
ah epaa, atiné es un alfa dominante lo que sé al respecto es que son más fértiles que uno normal, tengo esperanzas