Tras sacrificarlo todo para preservar la vida de su hija, se ve obligada a ocultar su supervivencia para enfrentarse a una de las mayores batallas de su existencia: la lucha contra un ejército de no muertos que ansían la muerte de su propia hija.
Decidida a obtener la victoria, Genevieve se embarca en una peligrosa misión para recuperar la corona de su abuelo, el último rey de los tritones, arrebatada por el hombre que la mantuvo prisionera y la sometió durante años. En su odisea, se cruza nuevamente con el padre de su hijo por nacer, cuya muerte lo dejó desolado.
¿Logrará Genevieve reclamar la corona perdida y garantizar la seguridad de su familia frente a las fuerzas de la oscuridad?
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CAPÍTULO 3
Sin dejar que hablara más, Genevieve lo colocó boca abajo y mientras su mano descendia entre sus pantalones, comenzó a morder su oreja. Si bien era mucho mayor que el rey, su longevidad le hacía ver como de la edad de Abril. Por ende, sumado a la extraña sensación de éxtasis que le provoca someter a alguien, hizo que poco a poco Genevieve también se metiera en el juego.
—Vamos, solo un poco—respondió apretando con su mano su entrepierna—¿No ha sido la reina Erin muy mala por someterlo a castidad forzada?
Somnus mordió sus labios, mientras se retorcía bajo el cuerpo de Genevieve. A medida que sentía como su toque aumentaba, intentó safarse de las esposas, pero su borrachera se lo impedía. Sintiendo una sensación de gozo al ser sometido por primera vez desde hacía tiempo, puesto que desde que se casó había ocultado esa faceta, dejó que Genevieve continuara mientras agarraba con fuerza la alfombra, la cual se llenó con su fluido minutos más tarde.
—Salió mucho—respondió la princesa.
Al ver su mano llena de la espesa y blanca semilla del rey, entiendo ahora la frustración que llevaba por tanto tiempo en celibato, por alguna extraña razón hizo que una pequeña sonrisa se dibujara en el rostro de Genevieve, provocando que esta probara un poco de aquello, mientras Somnus la observaba con la respiración entre cortada.
—Suel...—pidió Somnus—suéltame.
De inmediato Genevieve se detuvo, si bien estaba disfrutando hasta cierto punto aquello y se podía ver que el rey también, el hecho de que lo hubiera dicho de esa forma mientras lloraba le hizo recordar cuando ella era forzada por el emperador.
Suspirando con pesadez, hizo que rey se volteara y la mirara directamente a los ojos. Mientras estaba encima de él, pudo ver el enorme atractivo que tenía el peli negro. Si bien tenía un notable parecido con Elwin, este poseía una mirada más dulce y tierna, en comparación a la cara seria que caracterizaba a su tío. Lo único en común realmente eran sus ojos.
—¿Te duele?—preguntó estando encima de él—¿Te duele el corazón?
—Erin...—comenzó a llorar más fuerte por la borrachera—¡Mi corazón me duele mucho cuando pienso en ella!
—¿Quieres a tu tío?—le preguntó acariciando su mejilla.
—¡Mucho!—respondió aun llorando.
—Dime...—habló intentando sacarle la verdad al borracho rey—si el día de mañana es el fin del mundo, ¿quién estaría a tu lado?
De inmediato, al recordar aquel momento en su sueño, se rió por lo alto de sí mismo. Si tan solo hubiera sido consciente de la atrocidad que hizo Erin, al provocarse ella misma su aborto y culpar a su primera esposa, hubiera impedido que tantas personas sufrieron al deseo egoísta de Erin de forzar a su tío a estar con ella, debido a la excusa de que solo Elwin traería de regreso a su hijo muerto.
Recordando como aquella pregunta lo dejó congelado, Somnus, quien, pese a lo borracho que estaba, tuvo un momento de revelación, sintiendo como si algo que estuviera atando su corazón comenzara a desatarse. No pudo evitar pensar en todas aquellas veces que estuvo consolando a Erin, en especial cuando perdió a su único hijo; sin embargo, cada que pasaba aquello, sentía un sentimiento agrío que no dejaba tranquilo a su alma.
No obstante, cada que estaba por morir a causa de una conspiración, aun cuando tuvo que dejar su vida a un lado, era su tío realmente quien estaba a su lado. Al pensar en eso, no pudo evitar sentir esa agriera en su corazón, mucho más fuerte. Se suponía que cuando uno amaba a alguien y era recíproco, su corazón no podía sentir aquel sentimiento tan duro.
—No puedo...—comenzó a hablar—no quiero traicionar a mi tío.
Genevieve sonrió con dulzura, mientras sus manos sostenían las dos muñecas esposadas del sobrino de Elwin, y comenzó a besar su cuello. Aquello hizo que la espalda de Somnus se erizara, provocando a su vez que su entrepierna se alzara.
—¿No te gustaría entonces ser mi amante?—le dijo Genevieve mordiendo su oreja—¿No te gustaría intentar ser libre de Erin? ¿No te gustaría experimentar algo más?
Genevieve no podía negar que aquella dulzura de Somnus hacía que el amargo dolor que sentía por lo que le hizo el emperador comenzara a desaparecer. Ambos serían el bálsamo del otro, durara lo que tuviera que durar.
A la mañana siguiente, luego de ser informada por una de las doncellas de ella, Erin se encontraba dentro del despacho del rey, completamente destruido. La mesa estaba partida a la mitad, los muebles volteados, y la ropa de su esposo hecha un desastre.
En toda la mitad de la habitación, acostado en la alfombra, somnus dormía con Genevieve en sus brazos, siendo que lo único que la cubría era una pequeña manta que este usaba cuando tenía que dormir en su oficina. El cuerpo de ambos estaban cubiertos de marcas rojas y sus manos seguían atadas por las esposas. Aquello hacía que el abrazo de este por la madre de Abril fuera más difícil de desatar.
—¡Somnus!—gritó Erin—¡¿Cómo has podido?!
El grito de la reina hizo que ambos se despertaran, provocando que el adolorido rey frunciera su seño al sentir su retaguardia adolorida luego de que Genevieve lo golpeara con su cinturón. Pese al enorme dolor de cabeza que tenía producto del alcohol, este seguía abrazando a la princesa.