LA NUEVA SOFÍA

Cristóbal Tudela, el amigo de mi primo Ignacio, es un hombre alto y apuesto, aunque viste sencillamente, tiene porte y elegancia, me pregunto dónde lo habrá conocido mi primo, pero le agradezco haberme recibido en su casa en Ibiza en mi antigua vida, y le agradezco haberme traído al hospital luego de mi frustrado compromiso; se que él ha pagado los gastos médicos, estoy con Ignacio a unos metros de la puerta del hospital, esperando a que Cristóbal traiga su automóvil para llevarme a casa, ya está oscureciendo, no puedo negar que tengo miedo a lo que encontraré en la casa pero al menos el compromiso con Fabián ya no se dio en esta oportunidad y estoy agradecida por ello.

- “Cristobal me recibió en su departamento cuando mi padre me echó de la casa, por no aceptar el matrimonio impuesto con Margarita Garza, y juntos empezamos un negocio en tecnología que se convirtió en un éxito, bueno se convertirá en un éxito; aunque es el dueño de la mayor cantidad del capital invertido, siempre me ha considerado un socio por igual; ahora que sé muchas cosas que van a pasar, creo que podemos adelantar el éxito”, me cuenta emocionado Ignacio.

- “¿Dónde se conocieron?”, le pregunto a mi primo.

- “Ambos estudiamos ingeniería informática”, me respondió Ignacio.

- “Recuerdo que mi tío Óscar, se opuso rotundamente a ello, decía que no servía para nuestra corporación financiera, pero se equivoca todo ahora como ya es sabido y más aún en el futuro tendrá que ver con el desarrollo tecnológico", expreso con seguridad para darle ánimo a mi primo.

- "Aunque en un inicio tengamos problemas para conseguir una empresa gestora de capital, y eso demore nuestra expansión; a pesar de ello, Cristóbal siempre ha sabido encontrar la manera de manejar los altibajos”, expresó Ignacio con cierta admiración.

Ignacio vio el automóvil de Cristóbal, y me dijo que subiéramos, no era para nada el elegante automóvil en que nos llevó a su casa en Ibiza en mi vida pasada, supongo que Ignacio tenía razón, debe ser muy hábil en lo que hace porque en cinco años su realidad será muy diferente, subo atrás y siento que Cristobal me miró por el espejo retrovisor.

- “¿Segura que está bien señorita March?, se ve aún pálida”, dijo Cristobal con una voz tan serena, que me hacía sentir cierto grado de paz.

- “Estoy bien, gracias; disculpe las molestias, señor Tudela”, le respondo amablemente.

- “Ojalá pudiera llamarme Cristóbal, cuando dicen señor Tudela siento que están hablándole a mi padre”, replica con una curiosa sonrisa en su rostro.

- “Entonces, dime Sofía y seamos menos formales”, le contesto con una naturalidad que ni yo me la creo.

- “Bien, Sofía”, me responde sonriendo, mientras lo veo por el espejo retrovisor, tiene una expresión muy serena que me reconforta.

Cristóbal ha estudiado junto con mi primo supongo no tiene más de veinticinco años, de camino a mi casa hablamos de muchas cosas relacionadas a anécdotas que teníamos con Ignacio, pero tan amenas que ni se me ocurrió pensar que era lo que me esperaba en casa. Cuando bajé del automóvil, Ignacio me quiso acompañar pero creí conveniente que lo mejor era enfrentarme a la inquisición de mis padres completamente sola.

La expresión en el rostro de cada uno de los empleados en la casa, me decía que nada bueno me esperaba, cuando ingresé lo primero que recibí fue la bofetada de mi madre, que me arrebató mi cartera con mi identificación, tarjetas y teléfono móvil dentro, luego mi hermano Mauricio tomándome enérgicamente del brazo jalando fuerte para arrojarme con furia contra el piso, quedando de rodillas frente a Máximo March, mi padre, quien me miraba con mucha rabia, mi hermana Andrea me miraba con compasión, pero sabía que nada podía hacer para ayudarme.

- “Pertenecemos a una de las familias más prestigiosas del país, sabes muy bien que de todo el grupo empresarial de la familia, estoy a cargo de la compañía automotriz, necesito el dinero de los Álvarez para potenciar el capital accionario en la corporación financiera de la familia, estoy cansado de estar detrás de tu tío Alberto, quien ha obtenido la presidencia del Grupo Empresarial y Financiero; y me sales con esta estupidez Sofía, tú que siempre has estado interesada en Fabián, ¿crees que todo esto es un juego?”, me expresa duramente mi padre.

- “Lo siento padre, pero yo, yo, no sabía que Fabián es un mujeriego empedernido, no puedo casarme con un hombre así”, expreso con rabia, aun de rodillas en el piso.

- “¿Mujeriego empedernido?, niña tonta, es solo su vida de soltero, deberás encargarte que no tenga la necesidad cuando esté casado contigo”, dijo sin reparo Máximo March, que más que nunca me parecía un total extraño.

- “¿Qué estás hablando?”, repliqué decepcionada.

- “Dijimos que estabas pasando por un momento emocional muy difícil porque tu nana tuvo que viajar a su tierra natal, de todas maneras…”, manifestó mi padre sin ninguna expresión en el rostro.

- “¿Qué dices de mi nana?, ¿qué has hecho?”, le interrumpí muy preocupada.

- “El compromiso saldrá mañana en dos importantes revistas”, sigue hablando mi padre sin responder a mi interrogante.

- “Estoy preguntando por mi nana”, volví a gritar ante su indiferencia, poniéndome de pie y sujetando la camisa de mi padre, atreviendome a hacer eso por primera vez en mis dos vidas.

Mi padre sacó mis manos de su camisa, me miró con mucha rabia y me aventó contra el sofá, ni el golpe que me dí en la espada me hizo dejar de preguntarme qué había pasado con mi nana.

- “Tu anillo de compromiso está en tu habitación, úsalo en la reunión con toda la familia que haremos el próximo fin de semana por el cumpleaños de tu hermano Mauricio, al que Fabián también asistirá como tu prometido, si insistes en este berrinche, acabaré con cada cosa que amas, empezando con ‘Happy’, te casas porqué así lo decidí”, fue lo último que dijo antes de salir por la puerta de la sala.

Me reincorporé pensando en seguir insistiendo dónde estaba mi nana, pero mi hermana Andrea se acercó a mí y al oído me dijo “yo te contaré todo”, luego me ayudó a incorporarme para ayudarme a subir las escaleras rumbo a mi habitación, mi madre no se atrevía a mirarme y mi hermano Mauricio me observaba con desprecio.

Cuando llegamos a mi habitación, le rogué a mi hermana Andrea que me diga la verdad, ella mirando a través de la ventana, respiró profundamente.

“La nana Mercedes ha sido enviada a su país, fue la condición que puso para que le otorgue el dinero que le garantice una vida tranquila ya que igual iba a ser despedida, te dejó una carta dentro de tu caja de juguetes”, me dice con compasión mi hermana Andrea.

Corro a ver y allí está su carta, que no me atrevo a leer porque solo logro llorar, mientras que Andrea se sienta a mi costado.

“Sofi, no trates de remar contra lo corriente, no intentes desafiar a mi padre porque será inútil, en verdad creo que es capaz de matar a ‘Happy’ y hacer hasta lo imposible para que tu matrimonio con Fabián se lleve a cabo”, expresa mi hermana mientras toma mi mano.

Había olvidado, que hace un año mi hermana se había casado, con un banquero cuyo dinero le aseguró a mi padre, un mayor poder en el grupo empresarial y financiero de nuestra familia, era un hombre treinta años mayor que ella, aunque me pareció que fue bueno con ella y la trataba con respeto, recuerdo que tres años después de mi compromiso, el esposo de mi hermana murió y mi padre tomó control de la herencia de mi hermana, prohibiendo que se vuelva a comprometer para no tener problemas con el dinero.

- “Tal vez la mala fama que tiene Fabián sea un mal entendido, solo te lleva diez años, es guapo y educado, tú eres muy linda y alegre”, me habla mi hermana sacándome de mis pensamientos.

- “Sé que no es un mal entendido”, replico con tristeza.

- “Pues a menos que sea él quien decida romper el compromiso estás atrapada hermanita, mi padre prohibió que te diéramos dinero o te ayudáramos de alguna manera, por eso mi mamá te ha quitado tu identificación, tarjetas y teléfono móvil, tendrás que quedarte en casa hasta el cumpleaños de nuestro hermano”, me dice mi hermana con voz pausada.

- “Estoy cansada”, expreso mientras me recuesto en mi cama.

- “Duerme por ahora, resignate Sofía, sólo somos herramientas para garantizar la fortuna de nuestra familia”, me dice con una expresión muy triste.

- “Lo siento, por no haberme dado cuenta de todo esto y ayudarte antes de…”, le digo mirándola a los ojos.

- “Él es amable conmigo, pudo haber sido peor, deja de luchar solo es más agotador”, manifiesta mi hermana con resignación mientras sale de mi habitación.

Después de leer la carta de mi nana, que me ha provocado todo el llanto posible, busco entre mi ropa unos pantalones vaqueros y una chaqueta abrigadora, busco unas zapatillas, todos fueron regalos de mi nana, ninguno era de marca pero precisamente era lo que necesitaba ahora; felizmente tengo buena memoria y recuerdo la dirección que me dio Ignacio; luego trato de bajar una cajita arriba de un armario pero se cae, abriéndose al golpear contra el suelo dejando muchos billetes en el piso.

Estoy mirando esos billetes que ha dejado mi nana, conforme me dice en su carta, recojo el dinero para guardarlo entre los bolsillos del pantalón y la chaqueta; espero a que sea de madrugada, agarro a mi perrita “Happy” y logro escapar de mi casa, la calle parece aterradora jamás había ido sola a algún lugar, pero eso resulta menos preocupante que quedarme en aquella casa resignada a un destino que no estoy dispuesta a transitar; así que apresuro mis paso, para alejarme lo más posible del que fue mi hogar.

......Cristóbal Tudela......