Soy huérfana desde los 6 años, y ahora que estoy apunto de cumplir los 18 años, las cuidadoras me vendieron en matrimonio. Mi nombre es Rouse y fui obligada a casarme con el único hijo de Mrs Hassan... Pero hay algo que no saben... Tengo cáncer en etapa terminal.
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No soy una niñita
Rouse
-¡Ja! Bueno, te digo de una vez que a mí tampoco es que me quiere mucho que digamos-, le comento con desprecio.
-Pero el Señor Hassan quiere que él se case y no pase el resto de su vida solo. El joven Hassan. es un buen hombre, solamente ha tenido la gran herida del abandono de su madre. Quizás pueda entenderlo un poco señorita-
-Rouse, dime Rouse sin el "Señorita" ¡Es demasiada formalidad para mí, Clara!- la miro.
-Se hace tarde y debo ir a limpiar los platos señori... Rouse-, me mira y se levanta -Nos vemos mañana, Rouse. Que descanse- me dice a modo de despedida.
-Igualmente para ti, Clara. La cena estaba riquísima y gracias por tu compañía- Le sonrío y ella sale de mi cuarto, pero cuando abre la puerta se consigue con Cristian que al parecer acaba de oír toda nuestra conversación.
-Ahm, Joven Hassan, no sabía que...- le dice nerviosa.
-Anda tranquila, Clara. Todo está bien- Le dice tranquilizadoramente y yo me quedo con la boca abierta. -Buenas noches- Le dice también para despedirla. Ella asiente y sale del cuarto. Cristian cierra la puerta y me mira por un segundo.
-¿Quién eres y qué has hecho con el descarado de Cristian?- Le digo frunciendo el ceño.
-¿Qué te hace pensar que no soy el mismo de siempre?- me pregunta curioso.
-Pues has Sido educado ¡Y esa es toda una novedad!- y no puedo evitar reír un poco.
-Pues te dije que en esta casa teníamos educación- me dice sonriendo también.
-Okey, entiendo- lo hago a propósito.
-Cuidado con desobedecerme, no le tengo agrado a la rebeldía y podrían salir mal las cosas- Me dice aún sonriente. ¿Acaso eso es una amenaza?
-Si me estás amenazando, hazlo directamente- Le digo quitando la sonrisa de mi rostro. Pero él sigue sonriendo.
-Es mejor que duermas, mañana toca un día ocupado, voy a necesitar que me acompañes- Me dice.
-¿A dónde?- frunzo el ceño.
-Tienes que dejar de hacer tantas preguntas, niñita- Me dice irritado.
-No soy una niñita-, lo miro recelosa.
-Sí que lo eres- Otra vez sonríe. -Intenta descansar, buenas noches- me dice y cierra la puerta cuando se va.
No me había dado cuenta de que estaba conteniendo la respiración hasta que Cristian salió y solté todo el aire que estaba en mis pulmones. Ese hombre sí que sabe cómo añadir tensión y estrés a una persona.
Pero quizás esa fue la medida que uso para protegerse del dolor cuando su madre se fue: el conflicto. Se siente bien en el conflicto porque no tuvo un cierre al ciclo de su madre.
O quizás son imaginaciones mías y estoy sobre estimando a Cristian, pero si algo tengo muy claro y he entendido desde que estoy aquí, es que todo radica en esa mujer.
Busco mirar la hora y me doy cuenta que hay un enorme reloj de pared encima de la puerta de mi habitación, y distingo la hora, son las ocho de la noche y es hora de tomar mi medicina, así que busco en mi bolsito de mano mis pastillas y las tomo con el poquito de jugo de manzana que guardé para ello.
Está haciendo un poco de frío así que busco en mi maleta algo cálido para dormir y me cambio rápidamente a mi pijama de Teddy, aún no he desempacado pero puedo hacerlo mañana con más calma. Me meto dentro de las sábanas e intento dormir, y lo último que pienso antes de caer en el profundo sueño es una barba y unos ojos color café.
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Son las 6 de la mañana y ya estoy despierta, pero hoy es uno de esos días en los que me despierto bañada en sudor y temblando, con un poco de dolor en los huesos. Hago todo lo posible por salir de la cama rápidamente y llegar al baño para tomar un agua una ducha con agua caliente, eso más mis medicinas siempre me ayudan.
Estoy caminando hacia el baño de mi habitación cuando pierdo el equilibrio y me caigo al suelo. Y no puedo evitar llorar de frustración ¡Justamente hoy me va a pasar esto!
Aprieto mis ojos y me doy palabras de aliento a mí misma. Tú puedes Rouse, ¡Tú puedes! Es sólo levantarse y llegar al baño, y yo intento sostenerme de la cama y para mí maldita suerte algo toca la puerta.
-Rouse, buenos días, aquí le traje el desayuno-, escucho la voz de Clara. Pero estoy sin aliento como para responder así que decido callar. Mala decisión. -Voy a entrar Rouse-, y ella pasa a la habitación con el desayuno en una bandeja, y yo levanto la mirada. -¡Pero Rouse! ¿¡Qué hace en el suelo!?- y se apresura a ayudarme a ponerme de pie.
-Sólo me caí, Clara. Me vuelvo torpe en la mañana, sólo voy a tomar un baño caliente-, le digo cuando por fin estoy de pie.
-Iré a preparar el agua para cuando entré ya esté lista-, me dice apresurada.
-Gracias- le grito desde el cuarto. Muy bien Rouse, te toca salir de ésta, pienso para mí.
Tomo aire en mis pulmones y ruego a Dios para que el baño tenga una bañera y tener que bañarme de pie. Voy poco a poco al baño intentando disimular todo lo que puedo, y por suerte sí hay una bañera.
-Ahm, Clara, ¿Podrías abrir la de la bañera, por favor?- Le digo.
-Rouse-, me mira sonriendo. -Es mi trabajo, no es necesario que digas "por favor" o "gracias"- me dice.
-Bueno-, y toso un poco dando a entender que ya es hora de que se vaya. -Voy a bañarme- le sonrío.
-Muy bien, si necesitas cualquier cosa sólo debe llamarme- y yo asiento y ella se va.
Escucho el segundo sonido de la puerta, sé que se ha ido y puedo quitarme la ropa lentamente y meterme a la bañera. Ouhhh, el agua está tan deliciosa. Busco con la mano en la repisa de abajo a ver si hay algún jabón que pueda usar en la bañera y así ahorrarme tener que hacerlo con la regadera, y sí lo encuentro, un jabón de bañera en polvo con olor a rosas...
¡Pero qué olor! Huele súper rico, a veces éstas pequeñas cosas me sorprenden, ¿Será que se queda en la piel?, pienso para mis adentros y sonrío. Intento contener mi mano para rocíar un poco en la bañera y lo consigo.