Anastasia es una joven de 17 años que reside con sus padres, David Blanco y Carmela Cruz, así como con su hermana de 18 años, Ana. A pesar de haber sido criadas en un ambiente similar, la relación entre las hermanas no es del todo armoniosa: Ana es aficionada a las fiestas y suele ser bastante contestona, mientras que Anastasia prefiere dedicar su tiempo a los estudios y no es muy propensa a salir. David, su padre, es el propietario de una de las empresas más destacadas de la ciudad.
Un día, mientras David se encontraba en su oficina, recibió una visita inesperada: Ernesto Contreras.
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capítulo 11. Días después
Anastasia: No comprendo a qué te refieres y, dado que no me vas a explicar lo que sucede, solo puedo decirte que está bien. Demos por concluida esta relación, y agradezco que hayas hecho realidad mis sueños.
Ernesto la miró con tristeza, sintiéndose como el peor hombre; simplemente no quería verla sufrir, aunque ella también estaba mal. No entendía lo que sentía, ¿acaso estaba enamorado?
Anastasia se levantó y se dirigió al baño para ducharse. Se sumergió en la bañera y las lágrimas rodaron por sus mejillas; su relación había llegado a su fin.
Ernesto se levantó, se vistió y, aunque no deseaba irse, finalmente salió. Al escuchar la puerta, Anastasia lloró aún más.
Ernesto reflexionaba en su interior, sin comprender del todo sus propios sentimientos. Se dirigió al restaurante, compró algo y regresó a la habitación. Al tocar la puerta, Anastasia, que se encontraba vistiéndose, se preguntó quién podría ser. Caminó hacia la puerta y, al abrirla, se sorprendió al ver a Ernesto.
¿Por qué has vuelto? ¿Te olvidaste de algo?, le preguntó.
Ernesto, sin decir una palabra, la abrazó y le susurró: No puedo, no puedo dejarte.
Anastasia experimentaba una sensación de felicidad, pero se cuestionaba si era a raíz de lo ocurrido la noche anterior.
Ernesto cerró la puerta y le expresó: Lo siento, Anastasia, no puedo dejarte así.
Anastasia respondió: No te entiendo, mientras caminaba y continuaba arreglándose.
Ernesto insistió: No puedo abandonar este hotel sin escucharte decir que seguimos juntos.
Anastasia replicó: No puedo decirte eso. Fuiste tú quien decidió terminar conmigo sin ninguna explicación. Ya te he dicho que, en cuanto a lo sucedido anoche, no hay problema; fui yo quien quiso hacerlo, así que no te preocupes.
Ernesto: No se trata de eso, no es por esa razón. No sé qué me sucede, ni yo mismo lo comprendo. Solo mencioné eso porque no quiero lastimarte, pero no puedo estar alejado de ti.
Anastasia se encontraba desconcertada, sin saber cómo responder, ya que tampoco comprendía lo que estaba ocurriendo.
Ernesto: Cariño, te pido disculpas por haber sugerido que termináramos. No es lo que realmente quiero; necesito que estés a mi lado.
Anastasia: ¿Por qué hablas de que no quieres hacerme daño? ¿Acaso hay alguien más en tu vida?
Ernesto: No, no hay nadie más. Todo estará bien.
Anastasia: Todo estará bien. No comprendo lo que está sucediendo. Ernesto, creo que lo mejor sería que aclares tu mente y luego hablemos.
Ernesto: Solo necesito que me digas que estarás conmigo.
Anastasia: Sabes que es lo que más deseo, pero te veo un poco distante y creo que es importante que resuelvas tus dudas o lo que te esté preocupando. Ve y aclara todo, y luego me llamas.
Ernesto se acerca y la abraza. Ella lo envuelve en su abrazo a su vez. Ernesto le dice: Aclararé todo y estaré a tu lado, y después la besa antes de salir de la habitación. Anastasia se siente confundida y no comprende lo que está ocurriendo.
Ernesto se dirigió a su automóvil y llamó a su amigo Felipe, a quien consideraba el más sensato de sus amigos. Se encontraron en un restaurante, donde Ernesto le compartió toda la situación. Felipe le respondió: Te has enredado en tu propio juego, hermano. Te lo advertí: debiste pensar en las consecuencias.
Ernesto, afligido, dijo: ¿Qué puedo hacer ahora? No he podido dejar a Anastasia; siento que la necesito a mi lado en todo momento.
Felipe le respondió: Te has enamorado. Creo que deberías finalizar lo que tienes con su hermana y ser honesto; esa es la única manera de resolver esto.
Ernesto expresó: 'No puedo revelarle lo que ocurrió con su hermana; jamás me lo perdonaría'. Felipe le aconsejó: 'Es importante que hables a tiempo'. Después de una larga conversación, ambos se dirigieron a sus hogares, pero Ernesto no podía dejar de pensar en Anastasia. Cuando sonó su teléfono, era Ana, pero él optó por no contestar; decidió poner fin a esa relación sin miramientos, ya que su vínculo se basaba únicamente en el placer, algo que no le satisfacía. En cambio, su conexión con Anastasia fue distinta: llenó tanto su cuerpo como su corazón. Aún no estaba seguro de si estaba enamorado, pero definitivamente sentía algo profundo.
Transcurrieron varios días sin que Ernesto se hubiera encontrado con Ana. Tampoco había tenido la oportunidad de ver a Anastasia, aunque mantenía comunicación constante a través de mensajes y llamadas. A medida que se acercaba su graduación, sus encuentros en la universidad se volvían cada vez más escasos.
Una tarde, Camila vio a Ernesto en el supermercado mientras acompañaba a su madre. Se acercó y le dijo: Hola, Ernesto.
Ernesto la miró y respondió: Hola, Camila.
Camila continuó: Sé que no eres de mi agrado, pero como eres el novio de mi amiga, me veo en la obligación de invitarte a su cumpleaños.
Ernesto, sorprendido, no estaba seguro de cuándo se celebraría el cumpleaños.
Camila le comentó a Ernesto: Es sábado, ¿crees que podrás asistir?
Ernesto respondió: Por supuesto que sí. Con tantas cosas de la universidad, lo había olvidado. Estaré allí.
Camila asintió y luego se marchó. Ernesto se sintió contento, ya que Anastasia cumpliría 18 años y quería hacerle un regalo especial. Así que salió del supermercado y se dirigió al centro para buscar un obsequio adecuado para ella.
Mientras tanto, Anastasia se encontraba en casa, colaborando con la nana en la organización de algunas cosas.
Ana estaba llegando a casa cuando entró y vio a su hermana. Se acercó y le preguntó: Oye, ¿has visto a Ernesto? Anastasia se volvió hacia ella y respondió: ¿Por qué lo preguntas? Ana contestó: Necesito hablar con él y no he podido encontrarlo. Anastasia, pensando que su hermana quería hablar con él, pero conociéndola bien, dijo: No, no he hablado con él. Ahora estoy ocupada. Ana, frustrada, exclamó: ¡Idiota! ¿No sabes que solemos acostarnos a menudo? Luego, subió a su habitación e intentó llamarlo, pero él no respondía.
Ojala que Ana pueda recapacitar pedir perdon y ser perdonada.