EL HIJO DEL CEO

ARIANA

Sebastián me llevó a la universidad y de ahí partimos al aeropuerto. El viaje duró 11 horas. Llegamos a París. Aunque no quería pensarlo, en mi mente venía el nombre de Étienne. ¿Y si por casualidad de la vida lo encontraba? No podía hacer nada, no debo olvidar mi lugar, soy una mujer casada.

Todo el grupo nos alojamos en un hotel.

Compartía cuarto con dos chicas más, con Amelia y Bety.

— Amelia no encuentro mi celular y necesito enviarle un mensaje a Sebastián.

— Búscalo bien.

— No lo encuentro. Si por casualidad lo ves, ya sabes que es el mío. Necesito internet para entrar a mi red social, por allí me comunicaré con Sebastián.

Llamé a recepción y me compartieron la contraseña. De hecho, la contraseña estaba escrita en la mesita de noche.

Encendí mi computador e introduce la contraseña. Entré a mi red social. Le mandé un mensaje por privado diciendo que había extraviado mi celular y que estaríamos conectado de esta forma. El viaje sólo sería una semana.

Después de escribirle en privado. Me puse a ver qué había de nuevo. Mi corazón empezó a palpitar como loco cuando vi una noticia de la prensa de Sebastián con una mujer.

"Sebastián me engaña. No puede ser. Sebastián no me haría esto"

Revisé de nuevo mis mensajes para ver si Sebastián me había contestado pero no había nada.

— Amelia puedes prestarme tu celular. Necesito llamar a mi esposo.

— Si, claro, toma.

Escribí su número y lo marqué.

— Hola.

— Hola Sebastián. Soy Ariana. Este número es de Amelia mi compañera. Extravié mi celular.

— Está bien Ariana. ¿Llegaste bien?

— Llegué bien y tú cómo estás?

— Extrañándote.

— ¿Me extrañas? Okey. Entonces te dejo. Tengo que devolver el celular. Te estaré escribiendo por redsocial.

— Está bien. Ariana tengo algo que decirte. No cuelgues. Solo dame un minuto.

Sentía que mi cuerpo temblaba. Mi boca temblaba. Mis lágrimas salieron. Tenía miedo.

— No me lo digas— mi voz se quebró.

— Ariana perdóname.

— Entonces es cierto. Sebastián es cierto. ¿Cómo pudiste?

Colgué la llamada. Amelia y Bety me miraron al mismo tiempo. Estaba llorando.

— ¿Qué sucede Ari? ¿Pasó algo en tu casa? — preguntaba Amelia.

— No pasa nada. Gracias por prestarme tu celular.

— Sabes que puedes contar con nosotras.

Las miré pero no dije nada. Seguramente se darán cuenta tarde o temprano. Todos se darían cuenta. Más por qué Sebastián es el hijo del CEO más rico de Los Ángeles.

Necesitaba calmarme y hacer como que nada pasaba.

El Profesor nos llamó a todos y todas para darnos indicaciones.

— Como acabamos de ubicarnos y el viaje fue largo y cansado, por lo menos para mí, que ya estoy viejo, empezamos mañana con el tours. Pueden cenar e ir a descansar porque mañana será un día cansado.

Mi mente estaba hecha un lío. Cené en la misma mesa que Amelia y Bety. En cuanto terminé de cenar, subí a la habitación y abrí mi laptop. Fui a los mensajes privados de redsocial. Sebastián me había escrito.

" Ariana perdóname. Yo te amo." " Reconozco que te fallé" " Cuando regreses de tu viaje, hablemos, si?"

Leí los mensajes y lo dejé en visto. Apagué mi laptop y la guardé en mi bolso. Me acosté. Mi cerebro no dejaba de pensar.

Sebastián me engañó. Tal ves si esto hubiese pasado recién nos habíamos casado, no me hubiese afectado y hubiese sido el pretexto perfecto para dejarlo y buscar a Étienne pero ahora después de un año, me he enamorado de Sebastián. Étienne nunca me buscó, ni un mensaje me envió después de decirle que terminamos. Pensándolo bien ahora, Étienne nunca me quiso, nadie acepta las cosas fácilmente. Y Sebastián tanto que me decía amarme me falló y esa mujer está embarazada.

Me eché la cobija encima y pretendí dormir. Cerré mis ojos pero mis lágrimas brotaban. Amelia entró.

—Dime, ¿que te pasa? Se que sucede algo.

— Nada Amelia.

— Nada, segura. Ninguna persona lloraría porque si. Puedes confiar en mí. Se que no somos las mejores amigas pero eres mujer y quiero ayudarte.

— ¿Tienes redsocial?

— Si.

— ¿Ya viste las noticias?

— No. Aún no he entrado.

— Puedes ver las noticias de la prensa y te darás cuenta que me sucede.

Amelia tomó su celular y empezó a leer las noticias de la prensa. Me miró.

— Esto puede ser mentira sabes.

— No es mentira. Sebastián ni siquiera lo niega.

— ¿Qué le pasa? Si tu eres una mujer muy bella.

Amelia me abrazó y ese abrazo hizo que mis lágrimas no pararan.