Will García, un empresario prestigioso, que en una práctica intenta encontrar la respuesta y la paz que su pasado no le permite encontrar, la desesperación lo llevará a envolverse en un triangulo amoroso, ¿podrá el BDSM sacarlo por completo? o ¿será la culpa quien lo alejé de su verdadera felicidad?.
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Capítulo 24
Will se quedó parado a un lado viendo como Vanesa temblaba y lloraba por lo que acababa de hacerle; eso le destrozaba el corazón, sabía que las cosas con ella no podrían volver a ser igual ya no sería su niña linda, ya no es su frágil Reina, ya no sería la salida de su infierno, la había dañado hundiendola a ella en el lado más oscuro de esta pesadilla, se destruyó el vínculo, de amor, confianza, lealtad, todo se fue al carajo, por un sádico enfermo y despiadado ser.
Aunque en ese momento no era solo tristeza lo que sentía, sino mucho coraje contra ese hombre que se hacía llamar su padre. Que lo escuchaba, reí mientras se alejaba de ahí. Cuando escuchan los deomáticos del auto arrancar, Dalís entra en razón.
—Will, llévala a mi habitación, ayúdame a llevarla, necesito curar mi herida y las de ella.
Dijo la mujer tratando de sonar indiferente a lo que acababa de pasar.
Dalís no quería hacer más difícil ese momento para su hijo, ya era suficiente con su conciencia, que se podía ver en las facciones de su rostro que lo estaban torturando y ver ese dolor en Will le destrozó el alma.
Will sentía que vivía en el mismo infierno, donde su padre era el rey de los monstruos, el repudiable ser que dañó sus vidas en un solo instante. Pero ya no había marcha atrás, el daño a Vanessa ya estaba hecho; rápido se acerca a Dalís la toma en sus brazos con mucho cuidado y la lleva a su habitación.
—ve por ella.
Dijo Dalís sentada en el mueble, donde la acomodó Will por petición de ella, quiso pararse para ayudar a su hijo, pero el dolor no dejó, ya que se le había entumecido la pierna.
Él corrió lo más que pudo y bajó por Vannesa. Ella seguía en el mismo lugar sin mover su cuerpo, solo se escuchaba el sollozo.
—¿Puedo?.
Preguntó él con temor, de ser rechazado o repudiado, no lo hizo porque quiso, pero eso no quita que fue él quien lo hizo.
—¡Sí!.
Contestó ella en un hilo de voz, la cargó con cuidado como si fuese un frágil diamante brutalmente atacado, a punto de destruirse en mil pedazos. Al momento de tenerla en sus brazos se sintió miserable, culpable, ruin, acabó con ella por completo, por su cobardía de no enfrentar a ese hombre.
Ya poseía la edad suficiente, había tantas maneras de causar un accidente, donde él no pareciese culpable, y los amigos de este cerdo vinieran por ellos.
¡Pero no!!!, Él temía, se conformaba con las promesas de un ser que no tenía escrúpulo alguno.
Una vez que la dejó sobre la cama, empieza a revisarla cuidadosamente, por un momento, pero Vannesa al tener contacto con él se alteró.
La soltó rápidamente y se alejó de ella. Pensó en llevarla al hospital, para que fuese examinada, así, él tuviera que pagar las consecuencias, pero Dalis lo detuvo diciéndole.
—Will, solo trae el botiquín de primeros auxilios, lo mío es solo un roce, y ella perdió su virginidad bruscamente. Con reposo estaremos bien. No nos va a pasar nada, hay que desinfectar y vendar mi herida.
Dijo estas palabras, tratando de sonar tranquila, para no preocupar más a su hijo y hacer ese momento más difícil, más doloroso de lo que ya era.
—Soy un monstruo, no merezco vivir, ni tener el perdón de Vannesa, dijo bajando su rostro para no mirarla más.
Vannesa negaba con su cabeza, pero las palabras no salían. Su cuerpo era uno, su alma otro y su espíritu al igual, aunque todos poseen la misma vasija, en ese momento no compactaban en un solo sentimiento, el dolor y el razonamiento no encajaban.
Will entró al baño a buscar el botiquín, empieza abrir los cajones, con sus manos temblando busco en los que estaban debajo de la barra donde estaba el enorme espejo; sería la desesperación, sus sentimientos negativos que lo controlaban o simplemente su mala suerte que parecía se había quedado ahí con él, que no lograba encontrar nada.
Se empezaba a desesperar, abría cajón tras cajón, hasta el punto de repetir lo mismo porque no lograba encontrar el botiquín. Por un momento, en su desesperación, termina pateando uno de los cajones.
Will se sentía atrapado realmente deseaba matar a ese hombre que era su padre, desesperado abre la llave del agua, se refresca el rostro, necesitaba mantenerse sereno, sabía que si molestaba más a William podría ser mucho peor, para su madre, para Vannesa y para él, antes que nada tenía que protegerlas, pensar en que estuvieran bien, no sabe en qué momento se descuidó tanto que sus sentimientos fueron expuestos, y causantes de esta gran desgracia. Su padre parece odiarlo a tal motivo que todo lo que él toca y ama aquel lo quiere destruir y usarlo en su contra.
Pero ese día todo había cambiado para él, sus sentimientos fueron sepultados con el acto ocurrido. No quería amar a nadie, su cuerpo entró en negación hacia el afecto del el amor de su vida.
Will toma la toalla de mano y justo en el momento que deja la toalla a lado izquierdo mira que ahí estaba el botiquín, pegado a la pared; suspira profundamente para controlar sus emociones, lo toma y sale rápido del baño, toma una de las sillas que estaban a un lado de la cama, se sienta para empezar a curar la pierna derecha de Dalis.
Toma un pedazo de algodón y lo moja de agua oxigenada, empieza a limpiar la herida, se podía ver que no era nada profunda, que no necesitaría puntadas; por un momento Will sintió alivio, saber que solo le quedaría una pequeña cicatriz, que no le afectaría en nada, fue un peso menos para él.
Will terminó de curar su herida y de vendarla, recogió todo, lo sucio lo llevó al bote de basura, el botiquín lo dejo donde lo encontró, solo tomo una pastilla para el dolor, como para la infección, no quería correr riesgos; lo bueno de estar con un hombre tan poderoso y sádico, hacía que ahí mismo tuviera todo tipo de medicamento