Max es un hombre lobo de ojos azules que quita el aliento. Tiene un cuerpo musculoso y una estatura imponente. Es el futuro alfa de la manada "SilverClaw", pero no se siente digno de ese título. Su padre, un líder cruel y tirano, que lo humilló y maltrató desde pequeño. Todos lo ven como un hombre lobo débil, cobarde y sumiso. No tiene confianza en sí mismo, ni en su capacidad para gobernar, proteger o amar. Es el rey de la nada, y todos lo desprecian. Su lobo se llama Logan, es un lobo gris con reflejos azules. Él y Max nunca estuvieron de acuerdo con la forma en que su padre dirigió la manada. Ellos son protectores y fuertes, pero su padre les hizo daño a ellos, a su gente, llenándolos de inseguridades. Logan sueña con encontrar a su compañera, pero Max tiene miedo de que lo rechace, como lo hace su manada.
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Pasos firmes (Serena)
Me desperté al día siguiente con una sensación de incomodidad. Había pasado una noche horrible, apenas pude conciliar el sueño. No sé por qué, pero Sky me pidió que no lo odiara. ¿Tan frágil es el vínculo que estamos formando para que él pensara eso? Me levanté del sofá y vi que aún no había amanecido. Ya no podía dormir; necesitaba pensar cómo solucionar las cosas.
Él me pidió perdón anoche, ¿pero por qué? ¿Por haberme gritado? Parte es mi culpa, no debí insistirle tanto, debí darle su espacio. ¿Se disculpó por lo del entrenamiento? Tal vez eso lo angustió. Pero no fue su culpa. Eso pasa en los entrenamientos. Yo soy quien lo estaba guiando, y fui yo quien subestimó su fuerza como alfa.
Fui al baño y me preparé para el día. Me puse ropa deportiva y tomé mi mochila. Decidí que lo mejor sería que Sky entrenara en la fortaleza con los otros chicos. Así no tendría que contenerse, y podría desahogarse sin culpa. Ellos eran fuertes, podrían resistirlo, y él no tendría miedo de lastimarlos.
Al salir del baño, lo vi ya despierto. Estaba sentado en la cama, mirando al vacío. Me acerqué con cuidado.
—Buenos días, Sky. ¿Cómo has dormido?
Él no me miró y respondió seco:
—Bien.
Me senté al borde de la cama.
—Ayer me emocioné al ver cuánto mejoraste en el entrenamiento. Pero lo que ocurrió fue culpa mía.
Él me miró, sorprendido.
—Fui yo quien te ofreció entrenar. No pensé que avanzarías tan rápido. Me distraje. Debí estar más atenta.
—Fui yo quien te lastimó —dijo con remordimiento.
—Mi error fue dejarme sorprender. Aunque ese movimiento que hiciste... fue genial. Tu postura, el agarre, todo fue perfecto. Solo que a mi cuerpo no le gustó mucho caer al piso...
—Pero te vi cojear. Te dolía. No quería hacerte daño.
—Lo sé. Por eso no te lo dije en el momento. Me dolía un poco... bueno, un poco mucho.
—Serena, yo...
—No pasa nada. Estoy acostumbrada a entrenar con chicos más grandes y fuertes. Aunque empiezo a pensar que ellos se controlaban conmigo más de lo que creía.
—Yo lo sien...
—No te disculpes más. Sé que lo sientes. Pero necesitas entrenar y mejorar. Y yo ya no puedo ayudarte mucho. Por eso hoy entrenarás con los chicos.
Su expresión cambió, parecía creer que lo estaba castigando.
—Sky, quiero que te fortalezcas. Quiero que puedas defenderte, que nadie vuelva a hacerte daño. Con los chicos podrás pelear sin miedo. Ellos no se van a romper. Y si alguno se pasa de listo, yo misma lo pondré en su sitio.
—No quería lastimarte, ni gritarte anoche. Por favor, no me...
—Tú y yo somos un equipo, ¿recuerdas? No voy a alejarme por esto. No estoy molesta. Sí, me sorprendió que levantaras la voz, pero fui yo quien invadió tu espacio. Y, aunque no estuvo bien, también significa que estás empezando a responder, a opinar. Eso está bien. No quiero que obedezcas a ciegas. Ya te lo dije: no soy tu dueña. Estoy aquí para ayudarte, no para controlarte. Me gusta tenerte cerca, no por lo que haces o no haces, sino porque simplemente me agradas.
Parece incómodo con mis palabras, pero no podemos seguir con esta dinámica. Él es libre ahora y merece aprender a vivir con tranquilidad.
—Tú también me agradas —dijo en voz baja—. Pero no sé cómo ver a las personas de otra forma.
Mi corazón da un pequeño vuelco.
—Entiendo. Pero lo primero es cómo te ves a ti mismo. Eso es lo importante.
—Haré mi mayor esfuerzo.
—Sky, hay algunas cosas que me gustaría hablar más adelante. Pero creo que no es el momento. Sé que tienes muchas cosas en la cabeza, y quiero ir paso a paso contigo.
—¿Es sobre lo que viví después de perder mis recuerdos?
—Sí. Sé que he sido insistente contigo, y tal vez eso te está haciendo daño. Cuando te sientas listo, puedes contarme. O puedes hablar con Bianche. Sé que aún no le confías mucho, pero ella puede ayudarte. Y si te preocupa que me lo cuente o que se lo diga a alguien, puedes pedirle que haga una promesa de silencio. Ella puede encantarse sola, y no podrá decir nada hasta que tú lo decidas.
—No me gustan los encantos, pero sé que quieres ayudarme. Ella también me lo ha dicho. Solo que a veces prefiero olvidar antes que recordar.
—Entonces, dejemos el pasado de lado por ahora. Concentrémonos en que recuperes a tu lobo y tu fuerza.
—¿Serena? —me llamó con voz baja.
—Dime.
—Ahora que voy a entrenar en la fortaleza... ¿ya no viviré contigo?
—No tengo ningún problema en que vivas conmigo. Me gusta tu compañía —le respondí, con el corazón acelerado.
—Ok.
—Entonces, asunto arreglado —dije con una sonrisa—. Ahora que somos oficialmente compañeros de casa, yo me encargo del desayuno y tú de la cena. ¿Qué dices?
—Está bien. Pero... ¿por qué estás tan obsesionada con la comida?
—¡Oh! —me llevé la mano al pecho fingiendo indignación—. ¿Me estás llamando gorda?
—No, Serena. Disculpa, no quise...
No lo dejé terminar. Me eché a reír.
—Tranquilo. Aunque me dijeras que soy una tragona, no me molestaría. Pero sí, estoy obsesionada con tu alimentación. Estuviste mal alimentado muchos años, y eso deja secuelas. Cuando te recuperes y quieras volver a tu manada como alfa, necesitarás tu antiguo físico.
—¿Y si mi manada no me acepta?
—Lo harán. Eres increíble. Yo te aceptaría sin dudarlo.
Ups. Lo dije sin pensar. Veo la incertidumbre en su rostro.
—Gracias.
—Bien. Voy a preparar un desayuno exagerado para ti —bromeé—. Mientras tú te bañas y te alistas para ir a la fortaleza.
Llegamos a la fortaleza donde los otros chicos ya nos esperaban. Recibieron a Sky como a uno de los suyos; estaban entusiasmados por entrenar con él. Sky me miró y yo asentí. Luego se unió a ellos. Me quedé aparte, observándolos.
Vi cómo se enfrentaba a Brian y a Cris, con fuerza, velocidad y una destreza que me impresionó. Definitivamente, entrenar con ellos fue la mejor decisión.
Le pedí a Katzi que se quedara cerca de Sky. No solo para protegerlo, sino para que yo pudiera ver a través de ella. Aunque me alejara físicamente, podía seguir vigilándolo.
Me retiré a mi oficina para revisar documentos y pendientes. Sabía que debía concentrarme, pero los pensamientos sobre Sky no me abandonaban.
No sé cuánto tiempo tomará encontrar respuestas sobre su origen, pero no importa. Lo necesita. Él merece saber quién fue, qué le pasó, cómo terminó así. Aunque me aterra pensar que saberlo pueda herirlo más de lo que ya está.
TENDRIA QUE TENER EL MISMO NOMBRE VOLÚMEN 2