Un sexy genio y su mejor amigo. Pondrán el mundo de cabeza para conquistar a sus amores. Esas dos hermosas jóvenes fueron escogidas por ellos desde su niñez, pero no están dispuestas a ceder tan fácilmente y lucharán por cambiar el rumbo de su destino. Sin contar que estos dos leones territoriales no están dispuestos a dejarlas escapar.
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CAPÍTULO 24
Máximo Jr. se bajó del auto y tomó un taxi de regreso a la mansión Santoro.
Al entrar se encontró con Luna y Christine conversando con Genoveva.
Máximo Jr. no pudo evitar fijar su mirada en el bulto que tenía Luna en sus manos y agradecía que Dimitri no se haya devuelto con él, pero le parecía un descaro de parte de Luna presentarse con su nueva familia en la mansión.
Máximo Jr. le dio a Luna una mirada de reproche y se acercó a ella con la intención de susurrarle algo, pero un leve dolor en su mano lo detuvo.
Máximo Jr. se sorprendió al darse cuenta de que había sido mordido por un pequeño perro que estaba envuelto en la manta azul.
—Oh, Pero Maxito. Asustaste a mi bebé —le dijo Luna abrazando al pequeño cachorro contra su pecho.
Máximo Jr. acarició la pequeña herida y limpió la sangre que se asomó por la pequeña abertura, pero al mismo tiempo le reprochó a la mujer.
—¿Bebé? Esa bestia acaba de atacarme sin motivo. Además, no sabes en el problema que ese animal te acaba de meter.
Luna soltó una pequeña risa, al ver al pequeño Patriot gruñirle al tonto.
—Te acercaste a mí con la intención de ofenderme, ¿o me equivoco? —le dijo Luna mientras acariciaba a su bebé.
Máximo Jr. prefirió hacer silencio y olvidar el tema y buscar a su amada con la mirada para acercarse a ella como un depredador hambriento, pero Christine no se mostró tímida ni nerviosa, todo lo contrario. Ella se paró frente a él y lo señaló con el dedo.
—Máximo Jr. Santibáñez, ni sueñes que vas a reprocharme algo. Vamos a hablar en privado, hay varias cosas que tienes que aclararme.
Máximo Jr. frunció el ceño sorprendido. Desconocía a esta mujer cínica y retrechera que estaba frente a él, pero quería hablar con ella, así que decidió seguirle la corriente y dejarla tomar el control por esta vez.
Christine caminó hasta la salida y se despidió de los presentes con un movimiento de mano, mientras se llevaba a Máximo Jr. de otra mano como a un niño travieso.
Genoveva solo observaba en silencio. Ella había decidido no intervenir más y dejar que ellos resolvieran todo a su manera. Sin embargo, tenía hombres siguiendo a Dimitri, conocía perfectamente a cada mocoso de esta familia y sabía que el mafioso de juguete estaba planeando una tontería.
Luna, por su parte, se sentía tranquila, conocía perfectamente a su hija y sabe que no tardará en volver a ella. Hay un hermoso secreto entre ellas que las mantendrá juntas. Entonces, se despidió de Genoveva, tomó a su pequeño Patriot y se marchó. Era momento, de tomarse un merecido descanso.
Mientras tanto, Dimitri se llevó a su pequeña princesa a la playa. La pequeña estaba tan cómoda con su padre que jugaba en la arena y caminaba lentamente hacia él.
Genoveva recibía fotos de las hermosas escenas y se sentía conmovida por el gran amor que había entre ellos.
El día transcurrió rápidamente y la pequeña tina del hotel estaba siendo preparada con agua tibia, para lavar a la pequeña princesa.
—Eres un terremoto. Tienes arena por todos lados. —le susurró Dimitri a la pequeña, mientras la sumergía poco a poco en la tina.
La pequeña Estrella sonreía y balbuceaba algunas palabras y chapoteaba en el agua. Dimitri la cuidaba como su más valioso tesoro. Era evidente que estaba perdido de amor por su pequeña princesa.
Dimitri sacó a la pequeña de la tina y la envolvió en la toalla. La pequeña
bostezó aún mojada y Dimitri le sonrió.
—Al parecer alguien está cansada. Descansa pequeña traviesa. —le susurró Dimitri al ponerle una pijama nueva y acarició su rostro.
La pequeña cerró los ojos y giró su cabeza hacia el lado izquierdo.
Dimitri besó la frente de su hija y observó fijamente como la pequeña dibujó una sonrisa en su tierno rostro, abrió un ojo y balbuceó.
—Mamá, mamá, mamá.
Dimitri sintió un vacío en su corazón, tenía un mal presentimiento. Entonces, besó la frente de su pequeña nuevamente y la abrazó.
—Duérmete pequeña, ya resolveremos lo de tu mamá mañana.
La pequeña hizo un tierno puchero, llenó sus ojos de lágrimas y se sentó en la cama.
—Mamá, teta, mamá.
Dimitri parpadeó repetidamente para tratar de entender a su pequeña.
—¿Teta? —Le preguntó Dimitri a su pequeña con una expresión de miedo en su rostro —Estrella Santibáñez, eres una maléfica bebé. ¿Cómo qué teta? No puedes hacerme esto.
La pequeña profundizó su puchero y comenzó a llorar.
—Teta, mamá.
Dimitri la cargó y la meció al mismo tiempo que se comunicaba con unos de los hombres de su escolta.
Estrella aceptó los mimos de su padre y calmó su llanto, pero seguía llamando a su mamá.
Dimitri estaba nervioso y ansioso a la vez. El sonido del timbre lo hizo calmarse.
Entonces el hombre le entrego una pequeña caja. Dimitri esterilizó el chupete y se lo dio a la pequeña.
Estrella comenzó a calmarse, pero a medida que pasaban los segundos, chupaba con más fuerza y comenzó a desesperarse.
Dimitri observó como la pequeña se sacó el chupete de la boca y lo arrojó lejos y comenzó a llorar.
—Mamaaaaaa, mamaaaaaaaaaaaa.
Dimitri mantuvo la calma, él le preparó un biberón y la cargó.
—Vamos, mi pequeña traviesa, perdona a tu padre. Vamos amor. Te prometo que mañana te llevaré con tu madre.
La pequeña comenzó a succionar lentamente el biberón y a quedarse dormida.
Mientras tanto, Luna estaba en la suite de enfrente. Estrella tenía un dije con un rastreador y Luna sabía exactamente la ubicación de su cachorra.
La pequeña se durmió, pero aún dormida, sollozaba.
Luna, después de estar en el spa, se alojó en el mismo hotel de Dimitri. Sus senos le avisaban que era momento de reunirse con su bebé. Entonces, ella salió de su habitación y caminó por el elegante pasillo.
Dimitri maldijo mil veces el sonido del timbre, pero no tuvo tiempo de reclamar nada, porque apenas abrió la puerta, Luna entró como un vendaval, lo atropelló y lo ignoró.
—¡Estrella! ¡Vámonos!
Dimitri la tomó por el brazo para impedirle su avance.
—¡Shhhhh! Está dormida. La vas a despertar.
Luna debía reconocer que Dimitri había sobrepasado sus expectativas. La pequeña nunca había logrado dormirse sin tomar su leche materna.
—No te creo.
—Pues es verdad. Además, ¿cómo es eso que la amamantas todavía? ¿No deberías darle pecho al bebé más pequeño?
Luna soltó una sonora carcajada. Definitivamente, ellas iban a enloquecer a ese par de tontos, pero nunca es tarde para ser un poco cruel, por algo era la madre de Estrella.
Entonces ella se giró hacia él y con una sonrisa perversa en su rostro asintió.
—Hablas de Patriot. Mi bebé está en la habitación del frente con su padre.
Dimitri sintió su sangre arder. Él caminó hasta su maletín, sacó su arma y la metió en su cintura antes de salir afanado hacia la habitación de Luna.
Luna soltó una pequeña risa y caminó hacia donde estaba de pequeña Estrella.
Ella sonrió al verla dormida entre una camisa de su padre y le acarició el rostro.
La pequeña abrió los ojos y le mostró su hermosa sonrisa.
—Mamá.
—Si amor. Tu mamá vino por ti.