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LA HISTORIA DE UNA ESCLAVA

LA HISTORIA DE UNA ESCLAVA

Status: En proceso
Genre:Novia sustituta / Matrimonio arreglado / Romance entre patrón y sirvienta / Esclava / Sirvienta / Amor-odio / Venganza de la protagonista
Popularitas:33.2k
Nilai: 4.7
nombre de autor: KLRESPLANDOR

Nica es el fruto de un rico hacendado, dueño de muchas tierras productoras de caña y algodón, y de un amorío con una de sus esclavas.

Y aunque su padre prometió protegerla, no vivió mucho para cumplir su promesa.

Apenas su padre murió, su tío y sus primos se encargaron de hacerle la vida un infierno. Le recalcaba a cada momento que ella solo era una sucia esclava con sangre impura corriendo por sus venas.

Y qué por lo tanto, su vida no valía nada.

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Lo que Oculta la Marea.

Regresar a su hogar y presenciar cómo las llamas devoraban todo a su alrededor fue una experiencia sumamente traumática.

Fue tal la magnitud del suceso, que lo último que llegaba a recordar Antonio, era él subiendo rápidamente en Relámpago y cabalgar de manera apresurada hacia el fuego que se desprendía de su hacienda. Lo que pasó después, no lo recordaba con certeza.

Al despertar y recobrar la consciencia, se hallaba tendido en la cama, consumido por la fiebre. Su primer pensamiento lo indujo a ponerse de pie, pero se dio cuenta de que, a pesar de sus esfuerzos, no podía mover ninguna parte de su cuerpo.

—No sobrevivirá la noche.

Aquella voz lo hizo mirar a una esquina de su habitación. Su madre lloraba refugiándose en los brazos de Mateo y su padre ni siquiera le tiraba ni el ojo mientras escuchaba las terribles noticias dichas por el médico.

Se había caído del caballo y el golpe lo dejó lisiado por completo, de pies a cabeza. A partir de ahora, sería un inútil que pasaría el resto de su vida postrado en una cama. Su sentido del habla también se vió afectado, por lo que tuvo que aguantar toda esa situación en silencio.

Los días pasaron, no volvió a ver a su padre luego del diagnóstico del doctor. Fue como si Antonio hubiese muerto para él.

Su madre lo visitaba de vez en cuando, pero no eran visitas gratificantes, pues doña Laura lo único que hacia era llorar y lamentarse. Sus hermanos, Julián y Mateo, tampoco volvieron a verlo, pasaban por la puerta y seguían su camino como si nada.

Las esclavas que llegaban a alimentarlo o a limpiarlo se reían de él, se burlaban y lo maltrataban aprovechando su debilidad. Incluso el señor Angeli se unía al circo cada vez que venía a hacer negocios con su padre.

Toda esa vida era un infierno, Antonio cerraba sus ojos con fuerza deseando que terminara esa pesadilla. Quería gritar, morirse de una vez y dejar de ser un blanco de burlas. Quería dejar de ver cómo pasaba la vida frente a sus ojos y él se la perdía.

De repente, sintió un suave tacto acariciando su mejilla con delicadeza. Sorprendido, Antonio abrió los ojos encontrándose con una hermosa mirada color chocolate que lo observaba de manera compasiva.

«¿Nica?» Dijo Antonio en sus adentros.

Automáticamente, la castaña sonrió al ver la expresión del joven en su rostro. Dejó de acariciarle la mejilla y se quitó las alpargatas que cubrían sus pies para después subirse en la cama.

Antonio seguía los movimientos cautelosos de Nica, quien terminó por sentarse encima de él, posando sus piernas alrededor de su cadera de manera sugerente. Él se sonrojó al instante de tenerla en dicha posición, justo sobre su entrepierna.

—¿Q-Qué haces...?

La voz de Antonio finalmente salió para ser callado inmediatamente por un siseó de la chica mientras se acercaba a su rostro de forma lenta. Él cerró los ojos pensando que era una broma por parte de la esclava, o simples insinuaciones de las que no pensaba dejarse ilusionar.

Sin embargo, mientras seguía negándose mentalmente, la castaña lo terminó besando. Él no podía creerlo, de verdad estaba siendo besado por Nica, y al hacerlo sintió el paraíso en sus labios.

Antonio no era muy amante de los besos, pero nunca pensó que los de ella serían tan adictivos.

En medio del beso, Antonio soltó un jadeo cuando Nica empezó a mover las caderas sobre su entrepierna, haciendo fricción entre ambas sensibilidades protegidas por las telas.

Ella continuó moviéndose con más rapidez, lo que era demasiado tortuoso para él. Deseaba poder moverse para arrancarle la ropa y hacerla suya en ese mismo momento. No obstante, lo único que podía hacer era mirarla de manera suplicante, deseando besarla de nuevo.

—Nica... —Gimió, hundido en el calor de la excitación.

Del placer cerró los ojos con fuerza, pero cuando los abrió, mágicamente despertó en la realidad. Nica no se encontraba en su cama haciéndolo ver el cielo, solo estaba él en su habitación con la respiración ajetreada y el sudor chorreando por su cara.

«¡¿Qué mierda he soñado?!» Se desesperó en su interior, avergonzado por lo que había creado su subconsciente.

Por desgracia, no todo formó parte de un sueño. Ahora qué había amanecido, se podía ver con claridad el desastre y las perdidas que ocasionó el incendio de anoche. La mayor parte de su producción en cosechas se convirtió en cenizas, y el 70% de los esclavos escaparon aprovechando la distracción de los capataces.

Él tuvo que lidiar con todo, pues su padre se echó una tremenda borrachera en la celebración del señor Angeli, el incluso tuvo que mandar a sus hombres para que acompañaran a don Armando a llegar completo a su casa.

Su hermano Mateo y su madre por suerte no salieron heridos, aunque si se alteraron al momento del incendio, temiendo que el fuego comenzará a arrasar con la casa grande.

Su carga no sería tan grande si tuviera la ayuda de Julián, pero por mucho que lo buscara jamás apareció. Le preguntó a su madre y al capataz principal, Palomino Ribas, y ninguno le dió respuesta.

—¡Oye tú! —Antonio salió al exterior y llamó a uno de los esclavos que cargaba baldes de agua.

—Se-Señor. —Dijo agachando la mirada.

—¿Dónde está Julián? ¿Lo han visto?

—N-No lo sé, señor, no lo vemos desde ayer. —Contestó el esclavo.

Antonio chasqueó la lengua disgustado, ¿Dónde se había metido ese idiota?

En cualquier otra circunstancia, Antonio habría seguido interrogando a cada esclavo con tal de descubrir el paradero de su hermano. Pero no pudo, no en el momento que levantó la mirada cruzándose con los ojos color chocolate de una castaña.

El sueño que tuvo en la mañana pasó por su mente. Suspiró pesadamente para no enloquecer y se fue corriendo, no tenía el coraje de enfrentarla. Esa chica, aunque aseguraba ser cristiana, le había lanzado una especie de embrujo. A él no lo iban a engañar.

Decidió distraer esos pensamientos en la búsqueda de su hermano, ya a estás alturas comenzaba a preocuparse. Antonio quiso hablar con Palomino una vez más, para enterarse que los capataces no estaban buscando a Julián, por el contrario, buscaban la manera de rastrear a los esclavos fugitivos.

—¿Fueron órdenes de mi padre? ¿Despertó? —Preguntó Antonio, sorprendido. Hacia que su padre no despertaría hasta la tarde.

—Más o menos... —Comentó el capataz principal. —Usted sabe de que hablo, joven Antonio.

—Iré a hablar con él. —Impuso.

De inmediato, Antonio se dirigió al despacho de su padre. Cómo era de esperarse, se veía demacrado gracias a la cruda. Y para hacer más difícil sobrellevar a ese hombre, cada pregunta que le hacía la contestaba de mala manera.

—Ese estupido mocoso seguramente se quedó en un burdel y se emborrachó hasta más no poder. —Pronunció con indiferencia su padre cuando le comentó sobre la desaparición de Julián. —Déjalo tranquilo, aparecerá.

Antonio sabía que Julián no era ese tipo de hombres con afición a los burdeles, al menos no uno que tuviera mujeres. Y de estar en un sitio que cumpla esos requisitos, no sería a plena luz del día.

Por otra parte, en ese mismo pasillo caminaba Nica hacia la habitación de su prima para verificar si se había levantado. Esperaba que atender a su prima le diera un respiro del trabajo duro que le tocó hacer desde la primera hora de la mañana.

Aquello la hizo arrepentirse de no hacer escapado. La fuga de los esclavos solo sirvió para darle más trabajo a los que se quedaron. Los capataces no perdonaban a nadie, todos debían recoger, limpiar y acomodar el desastre que dejó el incendio.

Tal y como pasó en su hacienda hace años. Aunque estaba segura de que si no le hubiese advertido a Antonio a tiempo, la hacienda habría terminado en peores condiciones.

Mientras caminaba, se sorprendió de ver al señor Angeli deambulando por los pasillos. No esperaba verlo a horas tempranas, pero por lo que parecía, se dirigía al despacho de Don Armando. Ella simplemente bajó la mirada y aceleró el paso para no llamar su atención.

—¡Hey, tu! ¡Chica! —Escuchó la voz del señor Angeli. Nica levantó la mirada por inercia, más no supo cómo reaccionar cuando se le acercó. —Eres parte de la servidumbre, ¿No es así?

—S-Si, señor Angeli... —Titubeó, insegura. —¿Se le ofrece algo?

—No, nada por el momento. Solo tengo dudas. —Dijo el joven de ojos verdes y piel bronceada con aquella frescura en su personalidad que lo caracterizaba. —Es extraño que, con tantas oportunidades de trabajo, prefiera que la traten como una esclava por... ¿Un pedazo de pan?

—¿A qué se refiere, señor Angeli? —Cuestionó la castaña, confundida.

—Me pregunto porque una señorita como usted acepte ser tratada de una manera tan mediocre. —Soltó de forma más directa. —Hay mejores trabajos que ser empleada de los Hurtado, ¿No lo cree?

—Discúlpeme de antemano, señor. —Interrumpió Nica, con una mueca de disgusto. —No soy una señorita, y tampoco soy empleada de los Hurtado. Soy propiedad de Héctor Montalván, y le sirvo a la señorita Lilianne.

—¿Propiedad? ¿Eres su esclava, como los negros? —Angeli se mostró impactado. —¿Por qué alguien como tú llegó a estas circunstancias?

—La razón no es importante, señor Angeli. Si le interesa mi historia, debería interesarle la de todos los esclavos.

—Bien, no preguntaré. —Desistió. No obstante, su sonrisa descartaba toda señal de decepción. —Pero eso no evitará que me haga suposiciones...

Aquello solo aumentó la incomodidad de Nica. El señor Angeli se le hacía tan extraño y particular que a veces no sabía que esperar de su comportamiento o sus respuestas. No era nada convencional y mucho menos un aristócrata normal.

—Pero ya que estoy con usted, señorita. —Recalcó lo último, chocante. —Quiero hacerle una pregunta, y le pido que me conteste con toda sinceridad... ¿No le gustaría ser libre del yugo?

«¿El yugo?» Nica frunció el ceño sin entender. Angeli miró a su alrededor, detallando que nadie entrometido los escuchara hablar del tema.

—¿Que quiere decir? —Dudó ella.

—Ya sabes; irte, dejar está vida atrás, decirle adiós a las órdenes de señores mimados, al trabajo duro mal recompensado y dirigir nuestras propias vidas. —Argumentó el italiano, inspirado. —Ser libres.

—¿A dónde quiere llegar, señor Angeli? —Intervino.

Al escuchar esas promesas fantasiosas, lo primero que se le vino a la mente fue otro intento de declaración. De por sí estaba incomoda con la presencia de ese joven, no quería que algo malo ocurriera al momento de rechazarlo.

—Puedes mirarme a los ojos sin cuidado. —Dijo el señor Angeli, calmado. —Yo podría ayudarte.

—A ver si entiendo, ¿Usted me ayudará a obtener mi libertad? —Nica lo encaró con algo más de valor. —¿A cambio de qué?

—Lealtad.

Nica abrió los ojos completamente de la sorpresa, sin duda era una nueva respuesta por parte de un hombre. Pero, ¿Por qué razón tendría que serle leal a una persona que ni siquiera conocía?

De seguro, ese pedido era una simple fachada para luego caerle con un precio del cual se arrepentiría.

En ese momento, el de ojos verdes se acercó peligrosamente a la castaña, y antes de que Nica pudiera reaccionar se desvío a su oído donde bajó la voz para soltar un oscuro secreto:

—Si aceptas, así como aceptaron los miles de esclavos que escaparon anoche... —Dijo en un susurro. —Vivirás en un lugar pacífico y tendrás una vida digna.

El señor Angeli se alejó de ella con una sonrisa cínica. Aquellas palabras aceleraron el corazón de la castaña... ¿Él había liberado a los esclavos? ¡Espera! ¿Él ocasionó el incendio de la hacienda del que se suponía, era su socio?

—U-Usted...

—Sé que no te fuiste por Lilianne. —Interrumpió. —Pero si yo...

—¡Nica! —El grito de una esclava merodeando la casa detuvo la conversación entre ambos. —La señorita Lilianne la busca.

Nica le avisó que iría en un momento, a lo que la esclava se retiró como si nada. La castaña miró al hombre delante de ella con recelo. Si desde que lo conoció presentía que algo no estaba bien en él, ahora no tenía duda.

—Muchas gracias por su oferta, señor Angeli. Pero mi lealtad siempre estará del lado de Lilianne. —Habló, determinada. —Y a dónde ella vaya, iré yo también.

—Muy bien. No más, escucha una cosa: si algún día sufres, si te hacen algo o... alguien, supongo que sabes quién, se llega a sobrepasar contigo, puedes recurrir a mi. —Dijo el señor Angeli, para después reverenciarse en modo de despedida. —Y por favor, dime Alejandro.

Su intento de ser amigable fue en vano, Nica se sentía tan aturdida que se alejó sin dudarlo ni un segundo hacia la habitación de Lilianne bajo la mirada de aquel hombre doble cara.

Alejandro Angeli quedó solo en el pasillo con una expresión divertida, pues le empezaba a gustar el desenlace de este juego.

—¿Con que tengo que sacar a Lilianne de esta casa, eh? —Se dijo Alejandro a si mismo, mientras liberaba una sonrisa maliciosa. —No hace falta pedírmelo dos veces.

1
Maria Sanchez
hola terminará la istoria o no porque para él tienpo que tiene ya es mucho tiempo esta muy buena la istoria
Irma Rodriguez
por favor quiero leerla completa
Margarita Ruiz Arroyave
la historia es muy interesante
Carolina Oronagonsalez
felicidades muy
Carolina Oronagonsalez
ese angelli me da mala espina, nada bueno debe tener entre manos.
Lupe Sánchez
me gusta mucho
Lidia Piriz
Excelente
Edit Stelino
muy buen trabajo.
Yeli Martinez
que linda y triste historia basada en venecuela 🇻🇪
Melisuga
¡Qué susto! Al menos su accidente y posterior cuadriplejia fueron solo una pesadilla. Ay que la realidad de la hacienda destrozada es fatal.
Melisuga
¡Qué terrible!
😮😮😮
Melisuga
Sabía que Antonio se iba a enamorar de Nica.
Melisuga
Me encanta el tamarindo.
Melisuga
*ascendencia, sus ancestros, sus padres.
(descendencia serían sus hijos)
Melisuga
Ni porque salvó a Merú la ve con mejores ojos. Esta Urima sí que es mala persona.
Melisuga
Liliane está teniendo un amorío con Angeli. Y me parece que la Gretel se comió la torta antes de la boda y está de encargo. Ojalá sea de Aquiles y no de quién sabe quien...
Melisuga
*esclava
Melisuga
¡Qué triste la historia de Merú!
Melisuga
¿Julián, el hermano de Antonio?
Melisuga
¿Alguien viola a Marú?
¡Qué horror!
Supongo que Urima quiere que Nica lo sepa para que lo proteja y ayude. Se me hace que es el Sr. Armando, tiene pinta de explotador y depravado.
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