Dulce una mujer que nunca quiso ser madre pero que la vida le dio un cambio de 80 60 grados encontrándose con Amy una niña huérfana que le robó el
Corazón de inmediato a tal punto de quererla como su hija cambiándole su mundo entero un amor que surgió entre ellas para Amy dulce es su mamá y para dulce Amy es su hija pero su felicidad se verá afectada por la llegada del papá de Amy Máximo un alfa despiadado que no le importa lo que tenga que hacer para encontrar a su hija sin importar a quien tenga que lastimar en el proceso un hombre que lo único que le importa es encontrar a su hija sin importar ensuciarse las manos en el proceso.
¿Que pasará cuando las encontré ?
—Yo soy el padre de Amy dame a mi hija
—Eso jamás Amy es mi hija y nunca te la daré
La hija del alfa es mía
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(Se que en el título dice hijo pero es niña aunque diga el hijo del alfa es mío trata de una niña )
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Le interesas al superhéroe
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Lucy
—Después de que mis padres los amenazaron, los del colegio confesaron que fueron los padres de Diego quienes se llevaron a Aby. ¡Dios, juro que los mato! Iba a ir corriendo por mi hija cuando recibo una llamada desde la pulsera que siempre le doy para que podamos estar en contacto.
Aby lloraba, me decía que no quería estar allí. Iba a responderle, pero entonces apareció su abuela. No se dio cuenta de que estaba hablando conmigo, y comenzó a decirle cosas horribles: que yo era una mentirosa, que la alejé de su papá, que era mala… ¡le llenó la cabeza de insultos sobre mí!
Mis padres, que estaban conmigo, escucharon todo. No lo pensé dos veces. Nos fuimos de inmediato a la casa de Diego. No esperé a que abrieran, entré como loca, tomé a mi hija en brazos y me iba cuando él se interpuso en la puerta.
Diego
—Otra vez… me quieres quitar a mi hija. ¡Me la negaste cuando nació! ¡Ocultaste tu embarazo! ¡La estás poniendo en mi contra! ¡Lucía, te vas a arrepentir! ¡Nos negaste estar con nuestra nieta! Pero ten por seguro… que no se quedará así. Te la vamos a quitar, escúchalo bien.
—Quise responder, pero no podía… tenía un nudo en la garganta. Justo cuando pensaba que no podía más, mi padre entró por nosotras. Escuchó la última parte de la amenaza, nos tomó del brazo y nos sacó de allí.
Luciano
—¡Jamás le quitarán mi nieta a mi hija! Ella ha sido madre y padre para Aby, y eso lo tengo claro. Si saben lo que les conviene, ¡no se vuelvan a meter con mi hija ni con mi nieta!
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Dulce
—Lucía… ¿por qué no nos dijiste nada?
—No quería preocuparlas. Tú estabas feliz con Amy y Andrea feliz con sus fiestas. No quería cargarles mis problemas. Pero hoy… hoy fue el límite.
Salí del hospital, pasé a buscar a Aby por casa de mis padres y antes de irnos al departamento, pasamos por el súper. Aby quería ir al parque, así que fuimos. Me distraje un momento comprando un helado y, de pronto, escuché un grito.
Corrí y, para mi sorpresa, vi a Diego con Aby en brazos. Ella lloraba. Él, al verme, empezó a correr. Me desesperé, lo seguí, pero él era más rápido. En mi desesperación, no vi por dónde iba y me caí. Intenté levantarme, pero me dolía demasiado.
Si no hubiera sido por Máximo y su hermano, no sé qué habría pasado. Me escucharon gritar. Máximo se quedó conmigo, ayudándome a calmarme, mientras su hermano Max fue tras Diego y recuperó a mi hija.
Luego me acompañaron a la policía a poner la denuncia, y se quedaron conmigo hasta que llegaron mis padres.
Andrea
—¡Te juro que si veo a Diego lo mato! Qué tipo más… Uff. ¿Y Aby? ¿Cómo está con todo esto?
Dulce
—Es mucho para una niña, pero me alegra que Máximo estuviera allí para ti. Él siempre aparece cuando más se necesita. Te lo digo por experiencia.
Andrea
—¡Totalmente de acuerdo! Y Lucía, por favor… no nos vuelvas a esconder cosas. Sabes que tú y Aby son parte importante de nuestras vidas. Sin importar lo que estemos haciendo, siempre vamos a estar para ustedes.
Lucy
—Gracias, amigas. Y lo prometo, la próxima vez les contaré todo desde el principio… aunque espero que no haya próxima.
Estoy sorprendida con Aby. En serio. Ha manejado todo esto con una madurez que no esperaba. Me dijo: “Mamá, tranquila, yo siempre estaré contigo. Nadie nos va a separar. Y yo sé que es mentira todo lo que dijo esa señora. Tú no eres mala, eres la mejor mamá del mundo.”
Cuando me dijo eso… sentí que las lágrimas me caían. Fue tan hermoso… Pero, a la vez, me preocupa que Diego o sus padres intenten algo más. Sé que legalmente no tienen derecho, mis padres me respaldan, pero Diego ya demostró que no le importa nada.
Mis padres me ofrecieron que nos fuéramos a vivir con ellos, y creo que es lo mejor por un tiempo… al menos hasta que arresten a Diego.
Andrea
—Totalmente de acuerdo. No hay lugar más seguro que la propiedad de los Lombardi. Nadie en su sano juicio se metería ahí.
Dulce
—¿Y a qué viene eso de que no deje ir a Máximo?
Lucy
—Ay, Dulce… no te hagas. Es verdad lo que dice Andrea. Se te iluminan los ojos cada vez que hablas de él. ¡Y no dejas de mencionarlo!
Dulce (riendo nerviosa)
—No sé de qué hablan. Además, el interés debe ser mutuo. Y dudo que yo le interese… y tampoco es como que me interese.
—Pues te tengo noticias: ¡sí le interesas! Mientras esperábamos en la comisaría, Máximo me preguntó por ti. Me dijo que había ido a tu departamento y le dijeron que ya no vivías allí. Estaba… triste. Le di tu número y la dirección de tu padre.
Dulce
—Pues ya ven, no me ha llamado. Pero tampoco me importa, ¿ok? Bueno, chicas, las dejo. Ya he estado mucho tiempo fuera de casa y necesito estar con mi hija. En unos días cumple cinco meses. ¡Tiene ya cuatro dientes y ya se sienta solita! ¡Incluso intenta gatear!
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Después de despedirme de las chicas, pasé a darle un beso a Aby. Pero mi coche no quería encender. Llamé a la grúa. Dos intentos. Por fin me respondieron: “En unos minutos estaremos allí”.
Ha pasado una hora. Sigo esperando. El teléfono está a punto de apagarse. Recojo mis cosas, intento llamar a mi padre, pero justo en ese momento… el teléfono se apaga.
Salgo en busca de un taxi. Nada. Ni uno. Está empezando a llover. Bueno… ya no empieza, está lloviendo fuerte. Estoy lejos del auto, y camino un poco más rápido, pero eso solo provoca que resbale.
Cuando estaba a punto de caer, unos brazos fuertes me sostienen, impidiéndolo.
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