LOCO AMOR (La Historia De Selig Cuddyer)

“Zachary”

Puedo o no estar de acuerdo con la forma que tiene para resolver los problemas, pero considero que en esta ocasión, mi hermano lo tiene bien merecido.

Después de su desconsolada llamada en la cual repetía una y otra vez que ella volvió a abandonarlo, decidí visitarlo en su casa y prepararme para verlo tan ebrio como antes.

“Si, mi hermano es un tonto que busca refugio en el alcohol. ”

Al estacionar frente a su casa y suspirar sabiendo que a mi regreso tendré quizás unas cuantas reprimendas por parte de mi esposa, decidí bajar y dirigirme a la puerta.

Para mi sorpresa no estaba abierta como de costumbre, lo que quiere decir que si no me atiende, tendré que derribarla.

Solo bastó que sonara una vez el timbre para ver la puerta abrirse y un ansioso y lucido Selig detrás de ella.

—Eres tú —dijo con dolor, bajando su mirada y dejándome lugar para pasar —adelante.

—Que caballeroso —mencioné oyéndolo suspirar —¿Qué fue lo que pasó ahora, Selig? —pregunté mientras me sentaba y cruzaba mis brazos.

—Volvió a hacerlo Zachary, me abandonó una vez más —contestó.

—¿Y por qué será? —interrogue nuevamente, mientras levantaba una ceja y dejaba recaer mi rostro sobre mi mano.

—¿Crees que hay una justificación para lo que hizo?

—Dime tú —respondí —¿Cómo te has comportado con ella este último tiempo? ¿La trataste con el amor que se merecía? ¿Curaste las heridas que aquel pasado les dejó a los dos? ¿Le dijiste cuanto la ambas? ¿Pensaste en qué …?

—Basta —me detiene, pasando las manos por su cabello y echando su cabeza atrás —tienes razón, no voy a negar que me comporte como si fuera el único afectado pero... ¿Irse de nuevo?

—¿Y qué querías que hiciera, Selig? —pregunté —una mujer embarazada requiere mucho más amor de lo normal, pero en lugar de abrazarla, besarla o consentirla, tú seguías en tu papel de hombre herido y la alejaste nuevamente.

—Le dije que no quería que se fuera.

—No, querías que se quedara aquí para verla sufrir y de ser posible…

—¡No digas tonterías! —dijo levantando la voz —jamás le pedí que se quedara solo para verla sufrir.

—¿Y por qué entonces? ¿Por amor? Ni siquiera se lo demostrabas.

—Sé que no, pero... si la amo, tanto como antes e incluso más —contestó y asentí.

—La amas —afirme y él asintió, por lo cual saque mi móvil y se lo lance para que viera la fotografía que Marisol me había enviado —la amas tanto que no te importo ir a refugiarte en brazos de otra mujer.

—Nunca estuve con otra mujer —dijo sorprendido mientras veía la fotografía —esta mujer es la nueva secretaria que contrate, pero jamás paso algo con ella.

—¿Y entonces como explicas esa imagen, Selig?

—Me he pasado las noches en velas junto a Marisol, esperaba que se durmiera para poder entrar y sentarme a su lado así solo tenga que verla —contó —por ello al llegar a la oficina me la pasaba durmiendo, incluso olvidándome que tenía las citas médicas a las cuales siempre llegaba tarde —me ve —esa mujer habrá aprovechado que me quedé dormido y sacó esa fotografía.

—¿Con qué fin lo haría?

—Yo qué sé —contestó —de seguro es una de esas mujeres que quieren alcanzar la cima sin escalar la montaña.

—Pues ve ahora como le explicas eso a Marisol, porque está asumiendo a que le fuiste infiel debido al enojo que sientes.

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“Marisol”

Unos días pasaron y decidí regresar a California, el lugar que fue mi hogar durante tres largos años.

Sabía que no me costaría nada volver a adaptarme porque era como regresar a casa, teniendo mi estudio, mis pacientes y mi casa.

Después del aterrizaje y un cómodo descanso en mi habitación, decidí olvidar lo sucedido allí y empezar mi vida de cero en este lugar una vez más.

“Siempre que necesito huir, California es el lugar que me recibe.”

Las empleadas que limpiaban y cocinaban estaba felices de verme regresar, pues en los años que estuve aquí con Chester, se encariñaron mucho conmigo como yo con ellas.

—El desayuno está listo, muñeca —dijo la dulce Martha, quien fue una especie de nana para mi buen amigo.

—Enseguida iré Marthita —respondí, terminando de sujetar mi cabello en una coleta y colocar los aretes que me había regalado Chester cuando me recibí.

En Los Ángeles todo estaba cambiado, pero aquí parece como si el tiempo nunca hubiera pasado y la presencia de mi amigo siguiera tan palpable como en un inicio.

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Después del desayuno y una breve charla con Martha sobre el tiempo de embarazo y lo que yo quería que fuera, decido visitar ese lugar al cual sólo fui a despedirlo.

—¿A donde, jefa? —preguntó Timoti y sonreí.

—Visitemos a mi querido Teki—respondí y él asintió poniendo en marcha el carro.

Tengo que aprovechar el tiempo aquí para ver la empresa y tratar de conseguir un comprador.

Pasado un buen rato de camino, por fin llegamos al cementerio y poco rato después a la tumba en la cual los restos de mi querido descansaban.

—Dije que te visitaría para cada aniversario —comenté con una sonrisa mientras dejaba el ramo de flores —pero lo cierto es que las cosas no salieron como las esperaba —suspiro —. Encontre a Selig nuevamente y empezamos una nueva relación sin que él supiera mi verdadera identidad —rio —se que si estuvieras aquí me dirías que soy una tonta por no hablar con la verdad y decir quien era realmente pero... tendrías que haber visto su cara cuando mencionaba algo de aquella Marisol del pasado —mis ojos se inundan de lágrimas —. No tienes una idea lo que esto me está doliendo y más aún el saber que ya no te tengo a ti para respaldarme, abrazarme y consolarme —sollozo —te extraño y necesito Teki —limpio mis lágrimas —vuelve aunque sea un segundo para jalarme las orejas y decirme que todo estará bien, como antes —suelto el llanto nuevamente—vuelve porfavor.