Naomi es una excelente esposa y madre abnegada, pero tiene un secreto que nadie sabe. Un día comete un error y por accidente besa a un hombre que no es su marido. Esto le dará un cambio al rumbo de su vida. ¿Qué será de Naomi? Los invito a descubrirlo.
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Capítulo Diecinueve
Los días pasaron y Rodrigo había transformado totalmente la nueva casa de Naomi. Aunque ella no podía verla Estela y su hijo le habían dicho que había quedado preciosa. Estela se encargó de la decoración y la distribución de espacio.
_ De verdad, quedó muy bien - dijo Rodrigo, mirando a su alrededor con entusiasmo - Es usted toda una profesional señora Estela, hasta parece más grande.
_ Por favor, Julio. No hubiera sido posible sin ti.
_ Lo bueno es que pudimos traer algunas cosas de la casa - comentó Naomi. Luego se quedó pensando por unos segundos - Ahora viene lo peor.
_ ¿Qué cosa? - dijo él, intrigado.
_ Decirle a mi exesposo que vendí la casa. Se pondrá como loco.
_ ¿Con qué derecho podría hacerlo? - Preguntó Rodrigo - te dejó la casa para ti. Puedes hacer lo que quieras.
_ No conoces a mi hijo, Julio - aseguró Estela - Es extremadamente controlador. Por suerte pidió que lleváramos a Pablo a su empresa y no lo paso a buscar él.
_ Es cierto, tuvimos mucha suerte - añadió Naomi, con el alivio pintado en el rostro - Así podremos continuar con la obra, antes de que se entere.
_ Haremos esto. Vendré después del trabajo y comenzaré a adelantar trabajo, tal vez termine para el fin de semana y podré dedicarme al patio. Eso sí llevará tiempo.
_ No puedo permitir eso. Julio, trabajas todo el día y vendrás aquí a hacerlo otra vez ¿En qué momento descansarás?
_ No te preocupes por eso. Descansaré, te lo prometo.
_ No. No me parece correcto - insistió en tono afligido. Julio miró a Estela para que lo ayudara diciéndole algo.
_ Naomi, hija. Acepta el ofrecimiento de Julio. Él sabe lo que hace. Además, mientras más rápido termine el local, más rápido podrás poner tu negocio y Anselmo no tendrá motivos para molestarte. Quizás hasta podamos recuperar a Pablo.
La mujer lo pensó mejor por un momento.
_ Está bien. Pero me mudaré aquí mañana mismo. Así por lo menos podré prepararte algo de cenar.
_ No tienes por qué hacerlo, Naomi. No hace falta.
_ ¿Estás segura, hija?
_ Sí, de todas formas tengo que acostumbrarme a estar sola. Este será mi hogar desde ahora en adelante.
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Anselmo había cambiado a Pablo de escuela y también de horario. De esa forma reducía el tiempo en que Pablo y Silvia se encontraban, ya que al niño no le agradaba nada su madrastra y se comportaba arrogante e irreverente con ella.
La mujer intentaba tener paciencia, pero había días en los que el niño se ponía insoportable. Tanto que a veces ni él mismo sabía qué hacer con él.
Por la mañana, mientras Silvia estaba en la casa, el niño iba a la escuela y por la tarde cuando ella trabajaba en la galería, el pequeño tomaba clases de piano y natación. Algunos días de la semana, su abuela lo buscaba y salían a pasear, otras simplemente, se quedaba en la casa. Y él debía ingeniárselas para salir temprano del trabajo y no dejarlo solo tanto tiempo. El hombre jamás imaginó que encargarse completamente de su hijo sería tan difícil.
Iban en el auto, lo llevaba a su clase de natación.
_ ¿Trajiste todas tus cosas? Mira que voy tarde y no podemos volver a buscar lo que olvidaste.
_ Sí, traje todo - iba mirando por la ventana. El hombre llegó a una intersección, donde había un semáforo. Miró hacia todos lados y como nadie venía, cruzó en rojo.
_ Papá, no hagas eso. No seas imprudente - el hombre miró al niño con una mezcla de asombro y orgullo.
_ Lo siento, hijo. Tienes razón, pero es que voy tarde.
_ Dos o tres minutos no se compara al resto de nuestras vidas - dijo el niño mirando hacia afuera.
_ ¡Qué profundo! ¿De dónde sacaste esa frase?
_ De Julio - nombró a su amigo con total inocencia.
_ ¿Julio? - arqueó una ceja en señal de intriga - ¿Quién es Julio? No es la primera vez que te oigo nombrarlo.
_ Es un amigo de mamá y mío - de pronto miró a su padre y vio que se le transformó el rostro - En realidad es más mi amigo que de mamá, es el que arregla las cosas y poda el jardín.
_ Ah, entiendo - suavizó su rostro - Ya sabes lo que te dije de andar hablando con la servidumbre. Y más si lo conoces de hace poco. Esa gente no es de confiar. Hablaré con tú madre sobre eso.
_ Lo sé, lo siento. Ya no lo haré - a Pablo no le gustó lo que su padre dijo. Pensó que tendría más cuidado y ya no hablaría de Julio frente a él.
Anselmo dejó al niño. Y se dirigió hacia su empresa. El nombre de aquel hombre le quedó resonando en la cabeza. Su hijo, siempre había hablado con la servidumbre, pero jamás se había referido a ellos como sus amigos. Y mucho menos como el de su madre. Evidentemente, el niño dijo eso porque el tipo, tenía una relación más estrecha con él y su exesposa. El hombre pensó que debería de averiguar quién era ese famoso Julio que causaba admiración en su hijo y se estaba acercando a su exesposa. La idea de un hombre se atreviera a acercarse a Naomi lo enfureció y lo dejó de mal humor durante todo el resto del día.
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Esa misma noche, Rodrigo se encontraba junto a su madre en la cocina de su casa.
_ Hijo, deja eso. Ven a descansar - dijo su madre, ofreciéndole una taza de té. El hombre lavó el último plato, se secó las manos y se sentó junto a ella - Ahora que tú hermana se fue a dormir y podemos hablar, cuéntame ¿cómo te ha ido estos días?
El hombre sonrió al pensar en lo charlatana que era su hermana.
_ Bien, nada nuevo. Volví a presentar mis papeles en todas las constructoras y estudio de arquitectos que pude. Y no he obtenido una respuesta de ninguna aún. Lo mismo de siempre. Tal vez obtenga más horas para enseñar, después de las vacaciones, por lo menos es lo que me ha prometido la dirección.
_ No me refiero a eso. Me refiero a Naomi ¿Ya terminaste su apartamento?
_ Sí, pero aún faltan el lugar para su negocio y arreglar el patio - esquivó la mirada de su madre - Sobre eso, desde mañana no vendré a dormir. Me quedaré en casa de Naomi, así podré ir adelantando el trabajo y terminar lo antes posible.
_ ¡Rodrigo! ¡Acaso eres idiota, hijo! O ¡Eres un sinvergüenza! Dijiste que terminarías su casa y te alejarías de ella y ahora te irás a instalar a su casa.
_ No es lo que crees, mamá. No estaré con ella, en su casa. Estaré en el local de abajo.
_ Sí, seguro. Y yo nací ayer y aún me chupo el dedo - habló con sarcasmo - Esa mujer siente algo por ti, crees que se quedará arriba muy tranquila. Es más, tú no te quedarás tranquilo. Hijo ¿Qué es lo que ocurre contigo? Siempre ha sido tan juicioso y responsable. Ahora te comportas como un adolescente imprudente.
_ Estoy enamorado, jamás había sentido algo así por nadie. No hay un solo segundo que no piense en ella. Sé que debo alejarme, lo haré, te lo prometo. Pero esta es la última oportunidad que tengo de estar a su lado. Por favor, mamá. No me regañes.
Su madre lo miró con compasión porque en su corazón, ella sabía que su hijo iba a sufrir mucho.
no valora la mujer que tiene a su lado