Aquí estoy, viendo en lo que me he convertido, mis ojos no reflejan más que odio y rencor, odio hacia los Ferrer una familia desalmada y sin escrúpulos, ellos robaron mi vida, mi fortuna y sobre todo a mi hijo, un día jure regresar y vengar todo el daño que me hicieron y especialmente recuperar a la razón por la cual hoy estoy viva, mi querido hijo...
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Capitulo XXIV Empezó mi venganza
Anastasia
Ya había anochecido y yo aún en mi oficina, no quería ver a Miguel, pero tampoco le iba a dar el gusto de desaparecer, sé que soy cruel con las personas, sé que no soporto a medio mundo, pero eso no le da derecho a tratarme así, él sabe cómo soy no entiendo por qué ahora me trata así, eran aproximadamente las ocho de la noche y ya estaba cansada, salí de la oficina, me subí a mi auto y otra vez empezó a llamar Miguel, me ha llamado como cien veces acaso no entiende que no quiero saber nada de él, empecé a conducir mi auto, llegue a una heladería pues se me antojo un helado de vainilla y chocolate, era desesperante las ganas que tenía de comer uno, al entrar me senté en una mesa y pedí mi helado, empecé a comerlo con tantas ansias, estaba disfrutando de aquel momento cuando a la heladería entro Sebastián con, con mi hijo, al verlo mi corazón empezó a latir más rápido, mi amado hijo, pronto estarás conmigo, solo espérame un tiempo más, Sebastián al verme se acercó a saludar.
— Buenas noches, abogada. — Dijo aquel patán.
— Buenas noches, señor Ferrer. — Respondí amablemente por el niño.
— Este es mi hijo Fernando. — Dijo Sebastián presentándome a mi hijo.
— Hola pequeño, ¿cómo estás? Te gustaría acompañarme a comer un helado. — Le dije sonriendo y sin dejar de verlo, mi hijo es guapo no cabe duda que es mi hijo, se parece a mi papá y tiene mis ojos, no podía dejar de mirarlo, como quería abrazarlo y decirle que soy su mamá.
— No queremos importunar igual mi esposa nos espera en el auto, la dejamos feliz noche.
Ver cómo mi pequeño se alejaba me partió el corazón, las ganas de comer helado se me quitaron así que salí de aquel lugar y empecé a conducir de nuevo a casa, llegue y algunos empleados salieron a recibirme, en menos de un minuto llego Miguel y me abrazó, lo aparte de mí que le pasaba acaso está loco.
— Qué está pasando aquí? — Dije lo más fría que pude.
— Estaba muy preocupado por ti, donde has estado. — Pregunto Miguel muy serio.
— No es tu problema, además a las brujas frías no les pasa nada, vuelvan todos a sus labores, aquí no ha pasado nada. — Camine en dirección a mi habitación.
— Señora buenas noches, desea algo para cenar. — Dijo Dora algo apenada.
— No se preocupe Dora, ya trajo a su nieto? — Pregunté casualmente.
— Así es señora, de nuevo muchas gracias. — Volvió a agradecer la señora.
— Mañana lo matricularemos en un buen colegio, ahora sí me disculpa voy a descansar.
Subí las escaleras y entre a mi habitación, busque ropa de dormir, cuando estaba por entrar al baño Miguel me sorprendió abrazándome por la espalda.
— Lo siento amor, sé que fui un idiota al tratarse así. — Hablo directo a mi oído.
— Si ya terminó por favor suéltame y le agradecería que sé ahora en adelante mantenga su distancia, no vaya a ser que la víbora lo muerda. — Me solté de su agarre y entre al baño.
Estuve poco tiempo al salir Miguel estaba sentado en la cama, aún estaba con su ropa de trabajo, no le di importancia me acosté cerré los ojos y me quedé dormida.
Al día siguiente desperté y Miguel aún seguía dormido lo ignore y me aliste para salir a mi trabajo, baje las escaleras y pedí me sirvieran el desayuno, . Le dije a Dora que estuviera lista para ir conmigo a la escuela, estaba tranquila viendo las noticias cuando una en particular llamo mi atención" un escándalo acaba de explotar, la familia Stand pidió reabrir el caso de la desaparición de Lucero Soler así como también está pidiendo la anulación total del poder dado al señor Sebastián Ferrer" esa noticia había cambiado mi día una sonrisa se dibujó en mi rostro.
— Por qué tan feliz? — No me di cuenta en qué momento llegó Miguel.
— No es tu problema. — Respondí sin mirarlo. Coloque en la mesa la ecografía que me hice ayer. — Aquí está tu hijo, está bien.
En ese momento entra Dora con un pequeño muy apuesto, me alegro verlos a los dos tan felices.
— Señora le presento a mi nieto Santiago. — Dijo Dora muy orgullosa.
— Buenos días, caballero, es usted muy guapo, sabe que pronto saldremos vetada? — Trate de no ser tan seca al hablar con aquel pequeño.
— Buenos días señora, usted también es muy hermosa, mi abuela tenía razón. — Dijo el pequeño sonriente.
No pude evitar soltar una risa, tenía tiempo sin reír así, le pedí a Dora que estuviera lista en diez minutos, yo terminé mi desayuno y me disponía a buscar mis cosas cuando Miguel me tomo de la mano.
— También quería ver a mi hijo. — Dijo serio.
— Tenía que saber si el bebé estaba bien, después de tu imprudencia de ayer, solo quería saber que la ira que sentí no lastimó a mi hijo. — Solo dije eso para hacerlo sentir mal, ayer ni le di importancia a su reacción tan irracional.
— Lo siento, no medí mis palabras, me gustaría llevarlos a su destino. — Dijo Miguel cabizbajo.
No tenía corazón para seguir molesta con él, así que acaricie su cara y le dije que si, ya no estaba molesta con él así que no le veía caso a seguir peleando, salimos de la casa matrículamos a Santiago en su nueva escuela, fuimos a comprar los útiles que el niño necesitaría, además también le compré algo de ropa y unos juguetes, el pobre no tenía nada, los regresamos a la casa y después Miguel me llevo a mi oficina, al llegar emepce mi día, tenia mucho por hacer y más ahora que mi venganza había empezado.