EL HIJO DEL CEO:
Los caminos de la vida no son como uno quiere y desea.
Conocí a Étienne en un crucero por las Bahamas, nos hicimos novios desde la distancia. Lo que no sabía que él era un hombre comprometido.
Mis padres me obligaron a casarme con Sebastián Montenegro, el hijo del CEO más importante de Los Ángeles. Me casé sin amor pero con su dedicación me terminé enamorando de él. Sebastián tenía una doble vida.
Me divorcié de Sebastian estando embarazada de él.
Mis padres me envía a Roma donde vivo con Cecilia y su hijo Joan. Joan queda enamorado de Ariana al verla la primera vez.
Sebastián tuvo un accidente donde lo declaran con muerte cerebral.
¿Cómo crees que terminara esta historia llena de muchas lágrimas?
¿Será que Joan logré conquistar el corazón adolorido de Ariana?
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LAS DOS TEMIDAS RAYITAS
JOAN
Estuve con mi madre en el hospital durante cinco días hasta que le dieron de alta. Ese ir y venir de la empresa al hospital era agotador.
Llevé a mi mamá a la casa y me mudé nuevamente con ella.
— Hoy viene los Ferrero a visitarme. Te pido por favor que me acompañes— lo decía alegremente.
No dije nada. Solo subí a mi habitación. Aflojé mi corbata y me acosté. No soy de redes sociales pero entré a mi cuenta de redsocial que tenía mucho de no usarla. Habían montones de mensajes de chicas que jamás había visto. Los borré todos. Busqué a Ariana. Ella era un poco más activa en redes sociales. Le mandé la solicitud de amistad. Aunque podía ver sus publicaciones ya que eran públicas. Miré una fotos de nosotros cuando fuimos al Palacio Barberini. Me dio tristeza verla.
Puse mi celular aún lado y tapé mis ojos con mis manos, unas lágrimas rodaron por mi rostro.
Pensar que Ariana me había aceptado como su novio y como su hombre, pensar que me ha dicho que me ama y ahora yo jugué con ella bajó circunstancias ajenas. Soy un miserable. Estuve en mi cuarto un par de hora.
— Señor Joan, su madre quiere que baje— decía una de las empleadas.
Me levanté y bajé.
— Te dije que te arreglaras— la voz de mi madre sonaba molesta.
Me senté en silencio.
— Hola Joan— se sentó Grace a mi lado tomando mi brazo. No le dirigí la mirada.
— Como le decía sr. Ferrero, Joan a aceptado casarse con su hija— decía mi madre con esa cara alegre que hacía que la odiara.
— Me gusta escuchar eso— decía el Sr Ferrero — Seremos el consolidado mas poderoso de Roma.
— Yo no estoy de acuerdo— lo decía un poco molesta la señora Ferrero(Iris).
Levanté mi mirada y la dirigí a la Sra Iris.
— ¿Quién manda soy yo? No se te olvide cariño y Grace quiere tanto este matrimonio como yo o como Cecilia
— No estoy de acuerdo y Joan no quiere casarse. No quiero que mi hija se casé sin amor. Su vida no es un negocio.
— Irís callate. Una palabra más y te juro que todas tus tarjetas hoy mismo serán suspendidas.
— La boda será en dos meses y el compromiso será anunciado en nochebuena— hablaba el Sr Ferrero— ¿de acuerdo Joan?
Solo lo miré y aparté la vista.
— Al parecer Joan no está de acuerdo. Te faltó mano dura sobre este muchacho, Cecilia.
No aguanté más, tanta altivez y soberbia del Sr. Ferrero.
—Ha sido suficiente. No voy a casarme con nadie que no sea mi novia.
— Ya lo hablamos Joan. Y sabes que puede pasar si no te casas.
— Señor y señora Ferrero, les parece normal o les parece bien, que me case en estas condiciones, sino me caso mi madre adorada se va a suicidar. Díganme.
La Sra. Iris miró a mi madre con repugnancia.
— Si no tengo opción para elegir y de todas formas estaré obligado a casarme. Solo díganme qué día. No necesito verles las caras a todos ustedes menos a ti, Grace. No creas que serás mi mujer, jamás te tocaré. Solo tendré que soportar un año para ser libre de nuevo y poder casarme con la mujer que realmente amo— me levanté y salí de la casa.
Maldita situación. Tengo que buscar una alternativa para que esté matrimonio no se lleve a cabo.
ARIANA
Me sentía triste por todo lo que ocurría con Joan. Mis padres querían hablar de Joan pero yo siempre cambiaba el tema. Me mostraba tranquila con ellos pero la verdad es que esto me carcomía por dentro.
Dicen que la tercera es la vencida y esta es mi tercera vez que intento ser feliz y sólo logro tristeza.
Entró una solicitud de amistad de Joan pero la ignoré. Diciembre terminó y llegó la entrada a la universidad a finales de enero. Un paso más cerca de ser una gran arquitecta, me lo repetía constantemente.
Me encontré en los pasillos de la universidad a Amelia.
— ¿Cómo estuvieron las vacaciones estimada amiga Ariana?
— Muy bien. ¿Y tus vacaciones?
— Me fui a visitar Panamá. Es una ciudad increíble.Vi una foto tuya con ¿Joan?
— Si. Fui un par de días a Roma con mis padres.
—Joan y tú se ven bien juntos.
Mis ojos se humedecieron.
— Entre él y yo no puede pasar nada. Él se va a casar.
— Pero tú no sientes nada por él, ¿Por qué lloras? Si no mal recuerdo una plática de hace algunos meses atrás, solo lo veías como ¿un amigo? ¿Qué pasó entre ustedes?
— Estando en Roma, Joan y yo nos besamos, creo que eso despertó mi interés por él.
— Pero si se besaron, ¿por qué se casa?
— Es una larga historia— le conté la situación.
— Un mes de eso y hasta ahora me lo cuentas. Cuando tuviste sexo con él, ¿te cuidaste verdad?
— No. No camino condones porque no tengo sexo con nadie después de Sebastián no ha habido nadie más. Y esa vez fue sin planearlo. Y la segunda vez fue puro impulso.
— Solo te digo que cuidado quedaste.
—¿Cómo es que terminamos hablando de esto?
Cada quien fue a su clase pero me quedó la duda clavada. No me había puesto a pensar en eso. Las dos veces fue sin protección, soy bien estúpida. ¿Cómo se me ocurre tener sexo sin cuidarme?
Al salir de la universidad pase por una farmacia comprando 2 pruebas caseras. Al llegar a la casa entré al baño y me hice las dos pruebas.
Mis dudas me atormentaban. Solo ha pasado un mes y fueron dos veces. No creo que el destino sea mi enemigo. ¿Y si estoy embarazada? Mis padres me van a sacar de la casa junto con José.
Tomé las pruebas en mis manos. Las manos me temblaban tanto que los test cayeron al piso. Mis lágrimas empezaron a salir. No lo puedo creer. Sentía que mi mundo se venía abajo. Las dos temidas rayitas estaban ahí.
¿Qué voy hacer? Ahora, ¿Qué voy hacer? Soy una estúpida.