El Sabueso Del Mafioso. (Temp. II)

**** Antonio Bett ****

Cansado, me dirijo al aeropuerto. Aunque me agrada Nikki, su llegada ahora es como sumarle un nuevo problema a mi caótica vida. Al observarme, se abalanza sobre mí diciéndome lo mucho que me extraña. Sin poder evitarlo, revuelvo su cabello, se ha convertido en toda una mujer, su naturaleza escandalosa parece haber aumentado. Es como si hubiera sido ayer cuando jugábamos en el patio de la casa de Marc, tres niños con grandes esperanzas y sueños. Al fin, nos hemos vuelto a reunir después de tanto tiempo.

- ¿Y cuánto vas a demorar? - pregunto al observar su gran equipaje.

- Indefinidamente. Tengo unos asuntos que atender - me sonríe para después tomarme del brazo.

Sin poder evitarlo, niego con la cabeza. Esta visita puede costarle el matrimonio a Marc si no sabe manejar bien la situación. Aún recuerdo la cara de disgusto de Elizabeth al enterarse de tal evento. Puedo apostar que mi amigo no va a dormir en su cama hoy, y mucho menos con su mujer.

- ¿A dónde quieres ir? - indago mientras abro la puerta del coche.

"Mm mm, no sé. Recomiéndame algo, porque traigo un hambre feroz" - se burla.

Sin poder evitarlo, dejo escapar una sonrisa. Es tan infantil como siempre. Ahora comprendo por qué su padre no la soporta. Sin más objeciones, me subo al auto y la llevo al mejor restaurante italiano de toda la ciudad. Voy a hacer que se quede prendida de mi hermosa gastronomía. Al llegar, le abro la puerta, permitiendo que salga con mayor facilidad del automóvil. Muy gustosa, acepta mi mano mientras empieza a relatar sus historias. Cuando estamos por entrar, siento como una mirada se clava en mí. Confundido, empiezo a mirar en todas las direcciones para encontrarme con una hermosa mujer rubia que se está subiendo a su auto y que desaparece como el amanecer.

Agobiado, coloco mi mano en mi pecho. Un dolor punzante y constante se apodera de mi corazón. Es el mismo tipo de sufrimiento que sentí el día que acepté su muerte.

¿Estás bien? - siento como alguien me toca.

Aturdido, la aparto para después sacar mi arma y colocársela en la cabeza. Cuando estoy por jalar el gatillo, su voz hace que mi consciencia regrese a mí. Al observar la locura que estaba por cometer bajo el arma, empiezo a disculparme con ella. A pesar de estar temblando, hace como si no hubiese pasado nada y me pide adentrarnos en el lugar. Sin querer cometer más errores, asiento con la cabeza y la sigo. Al estar en nuestra mesa, una voz llega a mis oídos. De inmediato reconozco su dueño. Sin querer ver su asquerosa cara, intento marcharme, pero soy atrapado en el acto.

- Antonio, amigo mío.- dice con sarcasmo.

Aunque los Mancini sean importantes para el imperio Salvatore, no cambiará el hecho de que no me agrada. Es como una maldita víbora que te morderá en cualquier momento si te descuidas. Entre más lejos, mucho mejor.

- Mancini.- respondo sin ánimos, dejando entrever que su presencia me incomoda.

- ¿Por qué tan serio? ¿Acaso no te agrada ver a un amigo?.- dice mirándola.

Prefiero ignorar sus idioteces y salir de aquí rápidamente.

- ¿Y quién es la belleza que está a tu lado? Supongo que Dios me está premiando por mi buen comportamiento. Primero conozco a una hermosa y sensual rubia y ahora a una angelical y tierna belleza. Mucho gusto, Gaél Mancini.- besa su mano mientras le dirige una mirada de morbosidad.

Sin poder tolerarlo más, tomo de la mano a Nikki y la saco del lugar. Si no tomo acciones, este imbécil es capaz de desnudarla y cogerla ante mi mirada. No hago esto por celos o porque tenga algún tipo de sentimientos por ella. Siempre fue y será como mi hermanita, a la cual debo proteger de todos, incluido de mis propios demonios.

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Al dejarla en la mansión, me encamino hacia la base. Pensé que ya había sellado nuestros recuerdos, pero la aparición de Nikki y de esa mujer misteriosa no consiguió más que confundirme y atormentarme. Observar esos ojos azules en otra mujer no es lo mismo. Realmente siento un disgusto debido a que me recuerda que no son de ella.

Sin poder evitarlo, acerco la copa a mi boca y tomo su contenido de un solo trago. Quiero emborracharme y aliviar mis preocupaciones. Esta es la única manera de calmar mi mente. Cuando estoy a punto de perder el conocimiento, empiezo a llorar. Sorprendido, intento limpiarme las lágrimas, pero solo consigo que salgan más. No queriendo ocultarlo más, digo las palabras que envenenan mi ser.

- Te amo, a pesar de que ya ha pasado más de un año y medio, sus huellas no han podido ser borradas. Es como un fantasma que me atormentará toda la vida.- Sintiendo la necesidad de decírselo, conduzco lo más rápido posible a su tumba. Aunque sé que está vacía y por más que lo diga, ella no escuchará. Debo hacerlo por mi salud psicológica y emocional.- quiero cerrar este ciclo de una vez por todas y creo que este es el método más sano.

Mi mirada se mantiene fija en su lápida. Tengo un sinfín de cosas por contarle, pero por más que me esfuerce, las palabras no quieren salir de mi garganta. Es como si el mundo se opusiera a esta despedida. Llenándome de valor, le expreso mis sentimientos.

- Me di cuenta muy tarde de lo que sentía por ti. Nunca valoré el cariño que me dabas y no sabes cómo me arrepiento. Tú llenabas mi mundo y le dabas color a mi vida; a tu lado viví los dos años más hermosos, tu sonrisa aún permanece en mi mente, lamento todo el daño que te causé. Sé perfectamente que soy un egoísta al decir esto, pero te amo, rompí nuestra promesa y caí ante tus encantos, pero cómo lamento no haberlo hecho antes. Esta es la última vez que nos veremos. Es nuestra despedida.- confieso al borde del quiebre.

"Supongo que a veces, no hay a veces". Solo nos queda afrontar el presente y dejar atrás el pasado, así como este amor que no pudo ser.