Transmigrar Para Ser Tu Madre.

Joaquín miraba al par de tortolitos que fingían que nada pasaba, solo pudo poner los ojos en blanco, ¿En serio?

Mary estaba avergonzada, miró a Alfredo y se sonrojó, recordó esa mañana.

Había despertado desorientada, no le dolía la cabeza, pero se sentía pesada, estaba sedienta, dolían sus muñecas, no recordaba haber hecho nada brusco como para que le dolieran de esa manera, pero entonces miró o mejor dicho notó que no estaba en su habitación.

Hacía tiempo que se había cambiado a vivir dentro de la mansión, pero sabía perfectamente que está no era su habitación, miró su propia apariencia, no se había cambiado a la pijama, había dormido con su ropa casual, está estaba desordenada y dejaba al descubierto ciertas zonas vergonzosas.

Miró hacía un lado con vergüenza, entonces se dió cuenta que no estaba sola, al lado de ella, estaba Alfredo, su pecho estaba descubierto, okey, eso no era lo vergonzoso, lo vergonzoso era que su pecho estaba lleno de marcas ¿No podría haberlos hecho ella verdad?

- ¿Despierta? - preguntó Alfredo de repente.

Esto le dió un susto de muerte. - Si. - dijo nerviosa y evitando mirarlo.

- Fue muy especial para mí anoche. - dijo con ternura.

- ¿De qué estás hablando? - su expresión se volvió un tanto exagerada.

Alfredo cambio sutilmente su expresión, pero sonrió enseguida. - ¿No significó nada para ti? - su expresión se volvió agraviada.

Mary se sintió culpable. - No recuerdo que pasó exactamente. - trató de excusarse, pero al mismo tiempo decía la verdad.

Alfredo sonrió avergonzado, al mismo tiempo señaló una mordida en su pecho. - Tu me hiciste esto, por ejemplo.

Mary se sonrojó. - ¡Tengo que irme! - saltó de la cama.

Alfredo no dijo nada, pero su expresión era agraviada, la dejó que se fuera, al quedarse solo en la habitación, sonrió triunfante, ya casi, le faltaba muy poco y Mary sería suya.

Por otro lado Mary cuando salió a toda prisa se encontró cara a cara con Karla.

Karla miró de dónde salía Mary y se sonrojó. - Buen día. - dijo avergonzada.

- Buen día. - dijo Mary fingiendo que no pasaba nada.

Se fue a su habitación con tranquilidad, pero al cerrar la puerta su expresión cambio, estaba muerta de la vergüenza.

Ahora no sabía que hacer, Joaquín la miraba con ojos divertidos y con cierta burla, esto hacía que Mary no pudiera superar su vergüenza y ver que Alfredo era mucho más descarado, no sabia que hacer, su corazón no podía seguir resistiendo por mucho tiempo.

Alfredo miró que Mary se avergonzaba y se sintió encantado en su corazón, se veía tan bella con el rostro sonrojado, tocó su mano sutilmente, ella no lo evitó, sonrió, ya se sentía como todo un triunfador.

Joaquín hizo una expresión de asco. - Necesito que me hagas un favor. - le dijo a Alfredo.

- ¿Qué sucede? - contestó sin prestarle mucha atención.

- Vendrá un joven, para ser exactos vendrá el hermano de Karla. - dijo serio.

- ¿Para qué? - lo miró con atención está vez.

- Había estado intranquilo todo este tiempo, temo que algo le pueda volver a suceder a Lucas, había pensado y pensando constantemente que hacer, entonces recibí la llamada de Karla y me decidí, quiero un guardaespaldas para Lucas, por supuesto si consideró que el joven no es suficiente conseguiré a alguien más, podré ofrecerle otro trabajo más simple si se niega. - dijo constantemente.

Alfredo asintió. - Una persona normal, puedo darte uno de mis mercenarios. - ofreció.

- No quiero que Lucas se asusté, quiero que se sienta seguro sin tenerle miedo a su acompañante.

Alfredo asintió, todos sus subordinados, eran unos gorilas atemorizantes. - ¿Qué necesitas que haga?

- Quiero que lo entrevistes tu, quiero ver que tan valiente es, si sirve o no para el puesto. - dijo sin sentir culpa en absoluto.

Alfredo sonrió. - Tienes razón, ¿De qué sirve una persona cobarde? - su sonrisa estaba llena de frialdad.

Ambos acordaron.

Por la noche llegó Karla con su hermano, ella estaba inquieta y nerviosa, su hermano era el que estaba completamente tranquilo, parecía que ella era la que buscaba trabajo no su hermano.

- Señor. - miró a Alfredo. - Él es mi hermano, se llama Aron. - dijo inquieta.

- Mucho gusto señor. - dijo Aron respetuoso.

Alfredo asintió. - Puedes ir a descansar. - le dijo a Karla. - Tu acompáñame. - le dijo a Aron.

Aron lo siguió sin dudar, estaba decepcionado, pero no lo mostró ni un poco.

- ¿Cuántos años tienes? - preguntó Alfredo con indiferencia.

- 25 años, señor. - dijo con total calma.

- ¿A qué te dedicabas antes?

- Guardia de seguridad en un hospital psiquiátrico. - siguió con calma.

Alfredo sonrió al fin. - ¿Sabes defensa personal?

- Si.

- ¿Qué tal defendiendo a alguien más? - preguntó con interés.

- Por su puesto. - asintió.

- ¿Sabes utilizar armas? - sonrió con calma.

La expresión de Aron se oscureció ligeramente. - Blancas y de fuego. - fue sincero con calma.

Alfredo sonrió. - Bien, mañana empiezas, John te acompañará a tu habitación. - se levantó como si esto hubiera terminado.

Aron asintió, el mayordomo que estaba cerca lo guío, resulta que el mayordomo se llama John.

Aron se instaló en su habitación, sonrió con frialdad, en ningún momento pudo ver a Joaquín, quería entrar a la mansión y buscar en todas las habitaciones, quería encontrarlo para después acorralarlo y dejarlo sin escapatoria.

Al día siguiente, Aron se puso el uniforme que le dieron y fue hasta el mayordomo le dijo que debía estar.

- Buen día. - Aron saludó con una sonrisa.

El mayordomo lo vio y asintió. - El pequeño amo bajará pronto, mientras desayuna antes de que sea tarde.

Aron se sorprendió y desayuno, un desayuno muy bueno, pero no podía disfrutarlo ¿Dónde estaba Joaquín?

Lucas bajó, traía de la manita a Matthias, los dos comenzaron a desayunar con obediencia, Karla estaba junto a ellos, les instaba a comer con cariño, esta escena la vio Aron y se quedó por un momento incrédulo ¿Está era su hermana? Sintió escalofríos y dejó de mirar esa dirección.

- El pequeño amo está listo. - dijo John.

Aron asintió ¿Ahora qué? ¿Qué se suponía que debía de hacer?

Jhon notó la cara de desconcierto de Aron y lo miró con frialdad. - ¿Sabes cuál será tu trabajo?

Aron no quería verse como un tonto, pero en ningún momento le dijeron cuál era su trabajo. - No.

El mayordomo negó con frialdad. - Serás el encargado de cuidar la seguridad del niño Lucas, además de llevarlo a dónde se necesite.

Aron asintió.

Cuando estubo frente al pequeño, su corazón se llenó de ternura, ese niño parece un mini Joaquín, se ve tan lindo, quería estirar los cachetes del niño.

Aron cumplió con su deber y llevó al niño a la escuela, el niño es tan obediente que no parecía un niño en absoluto.

Joaquín estaba inquieto, esperaba que su hijo se adaptará rápido a una nueva persona, pero también esperaba que está nueva persona fuera buena.

Bueno su hermano se había encargado de investigarlo y parecía estar todo bien, pero aún así estaba intranquilo, no sabía porque, pero algo le decía que algo iba a pasar, no sabía si era algo bueno o malo, pero sabía que pasará lo que pasará, su vida iba a cambiar.