Conoce a Morgan, deja que te envuelva en su historia y siente cada una de sus emociones como si fuera tuya.
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Capitulo: 23
CALEB.
Después de intentar contener los disparos que provenían del exterior del bar, estos al fin cesaron. Justo antes de salir para verificar que ya se habían ido, escuché un grito.
—Lorenzo ya tiene a la chica, vámonos —grita una voz, y después de unos segundos, ya no se escucha nada.
—Bien, vámonos, Megan —le digo.
—Claro, solo llamaré a Morgan —me responde, y mientras caminamos al auto, la veo mirando su teléfono. —No responde, Caleb.
—Vayamos a su casa —sugiero.
Apenas termino de decir eso cuando mi celular comienza a sonar. Respondo el número, ya que es desconocido y no tengo un buen presentimiento.
—¿Bueno?
—Hola, Caleb Jones.
—¿Quién habla? —pregunto, con el corazón en un puño.
—Soy Lorenzo, el padre de Morgan. Debes recordarme, ¿no? Mataste a mi mujer.
—¿Qué quieres?
—Yo, nada. Tú, de seguro, querrás saber cómo y dónde está mi hijita.
—¿Qué le hiciste, maldito infeliz?
—¿Yo? Nada... aún. Pero, lamentablemente, pronto la torturaré.
Lanzo mi teléfono al asiento trasero, sin importarme si se estrella.
Cuando llego a la casa de Morgan, su auto está aparcado afuera. Sin esperar a Megan, me dirijo a la puerta y toco, pero nadie sale. Le doy una fuerte patada y, al entrar, veo un poco de desorden. Me doy cuenta de que probablemente forcejearon con ella.
—¡Maldito Lorenzo! —doy un golpe a la puerta antes de salir.
Regreso al auto y me subo. Megan intenta seguirme el paso, pero no lo logra. Estoy furioso. Ese hijo de puta es capaz de torturar a su propia hija para joderme a mí.
—¿A dónde vamos? ¿Dónde está Morgan? ¿Qué pasa? —me pregunta Megan, asustada.
—¡Cállate, joder! Trato de pensar, deja de preguntar tanta mierda.
—Lo siento... —susurra.
—Descuida. Es solo que me jode saber que Morgan está en manos de su papá y que él solo piensa torturarla para joderme.
—¿Su papá? ¿De qué me perdí?
—El papá de Morgan es un mafioso muy grande. Yo soy un mafioso y mi medio hermano, Connor, también. A Morgan la habían secuestrado para sobornar a su papá para que entregara su mafia, ya que es una de las más grandes.
—¡Qué! —exclama, sorprendida.
—Lo que escuchaste.
—¿Por qué no sabía nada de esto?
—Porque tú y Morgan se alejaron demasiado —le respondo, y ella se queda en silencio.
Cuando llegamos a mi casa, entramos rápidamente. Estamos sentados en la sala de estar, pensando en qué podemos hacer, pero nada se nos ocurre. Por arte de magia, el imbécil de Connor viene a mi mente. Se acostó con Morgan, entonces deben de mantener el contacto.
Sin pensarlo demasiado, marco su número. Al tercer timbre, él responde.
—Caleb, ¿sigues molesto? —fue lo primero que preguntó.
—Sí, sigo molesto, pero eso no importa. Lorenzo tiene a Morgan —le digo, y otra voz se escucha por el teléfono.
—¿Mi papá tiene a mi hermana? ¿Hay algo de malo en eso? —pregunta Madisson, asustada.
—Shh, Caleb... No sé dónde pueda estar, pero te ayudaré a buscarla. ¿Dónde estás?
—¿Me ayudarás a buscarla? ¿Para qué? ¿Para seguir acostándote con ella? No, gracias.
—A ver, Caleb. Después te explico las cosas, ¿okay? Ahora dime, ¿dónde estás?
—En mi casa —le digo entre dientes.
—Voy para allá —y cuelga.
CONNOR.
Cuando llego a casa de Caleb, él me recibe con un puñetazo. Diablos. Si no fuera porque la que me metió en este problema está secuestrada, la mataría ahora mismo.
—Okay, lo acepto, me lo merezco.
—Sí, te mereces eso y más, idiota.
—Ya dejen de pelear, tenemos que buscar a mi hermana —dice Madisson, y Caleb dirige su mirada a ella.
Se queda perplejo.
—Son unos putos cabrones —comenta Caleb, con una sonrisa cínica.
—¿De qué hablas, hermano?
—¿En serio fingieron que Lorenzo se
había llevado a Morgan para que ustedes dos, malditos amantes, aparecieran aquí como si nada?
—Caleb, ella no es Morgan. Mírala bien, ella es Madisson, su hermana gemela —le explico.
—¿Hermana gemela? ¿Madisson? —dice, con la voz llena de sorpresa.
—Sí, idiota. Ahora, ¿podrías buscar a mi hermana, por favor?
Caleb se queda unos segundos en silencio. Puedo escuchar los engranajes de su cerebro.
—Vamos por mi chica —dice finalmente.
Todos salimos y nos subimos a mi Silverado. Cuando los cuatro estamos arriba, Caleb comienza a marcar el número de todos los conocidos que tenemos en la mafia. Finalmente, Raquel y Damián le mandan un mensaje.
—Raquel dice que ella sabe dónde están Lorenzo y Morgan —le digo, y cuando me da la dirección, me doy cuenta de que es a las afueras de la ciudad, donde solo hay una casa.
Cuando estamos a punto de llegar, detengo el auto y volteo a mirar a las chicas.
CALEB.
—Ustedes hasta aquí llegan —les digo.
—¿Qué? ¿Por qué? —dice Megan, haciendo pucheros.
—Porque si les pasa algo, Morgan no me lo perdonaría nunca, y créanme que ya tenemos suficientes desacuerdos —les digo, sin mirarlas.
Las dos chicas se bajan del auto y se colocan a la orilla de la carretera. Nos dicen que se esconderán detrás de unos árboles y nosotros les decimos que tengan cuidado antes de ponernos en marcha nuevamente.
Iré por mi chica una vez más, y después de todo esto, le pediré que se vaya a vivir conmigo para que no esté en peligro nunca más.