Orien reencarnó en un mundo desconocido, luego de haber habitado por mucho tiempo en Goren y ahora siendo un mago de alto rango decide aventurarse por el inmenso continente Venus.
¿Qué nuevas aventuras descubrirá Orien Nadali?
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Reencuentro
Mientras los demonios y los humanos luchaban entre sí el grupo de Orien había tomado otra ruta regresando definitivamente a casa. Luego de estar un año sin poder ver a Darién en ese momento Orien se encontraba ansioso por el reencuentro y más cuando las imágenes de aquella despedida regresaron como si lo hubiera hecho hacía apenas unos minutos antes, el calor subió rápidamente subió por sus mejillas tiñendo esa zona de un color rojo tenue.
Como el dragón seguía en ese estado débil Orien estuvo cubriéndole con su maná cálido. Él se hallaba distraído cuando Atan le llamó, él alzó ambas cejas observando en esa dirección y se acercó a los dos que miraban algo en un cráter atentos. Los pies de Orien se hundieron un poco en la arena rojiza, él fijó su mirada en esa dirección sorprendiéndose al ver en medio del cráter lo que parecía ser una píldora.
—¿Cómo llegó eso ahí? —Orien estaba algo curioso, la píldora estaba levitando por encima de la superficie.
—Tal vez se dio por la muerte de alguna bestia mágica, —Atan reflexionó recordando algo y luego dijo. —Podría ser de un fénix, los demonios siempre cazan a las bestias voladoras.
—Ah, entonces me la quedo, soy un mago de fuego. —Orien bajó de un salto, se agachó y tomó la píldora entre sus dedos para luego metérselo a la boca tragándosela en ese momento.
Él sintió como la energía cálida recorría su cuerpo y se sintió como si hubiera renacido otra vez, suspiró antes de volver a subir y sonrió al sentir como las estrellas de auras aumentaban, ya había tenido un tiempo estancado, en ese momento se había convertido en un mago de rango superior, solo le faltaba alcanzar el rango maestro, aquello solo pocos lograban conseguirlo.
—Mierda, no debí de enseñártelo, esa píldora valdría una fortuna.
—Tengo varias píldoras de limpieza de médula de nivel alto, te las doy a cambio. —Él palmeó el hombro de Atan mientras se ponía nuevamente en marcha. Debido al estado débil del dragón tuvieron que regresar caminando y por ello tardaron casi un mes para llegar al antiguo reino de los enanos.
Zura fue al pequeño pueblo a saludar junto con Atan y Orien se sentó sobre un montón de escombros mientras los esperaba. Happy se encontraba mejor que los días anteriores, y parecía absorber maná de manera correcta.
Orien estaba por cerrar los ojos cuando una cabellera rosa apareció frente a él, abrió los ojos con sorpresa reconociendo rápidamente a Kara, que veía a Orien con bastante seriedad. Él se sentó buscando a su alrededor y ella suspiró.
—El emperador está cerca del rio, estaba haciendo guardia. —Ella se sentó al lado de él, que rápidamente se puso de pie y bajó de la montaña de escombros deslizándose, se perdió en medio de los árboles.
Su corazón estaba latiendo con desesperación, sentía bastantes emociones en ese momento que no sabía que estaba sintiendo exactamente, estaba nervioso, feliz, y luego dudoso.
Llegó exhausto al río encontrando a quien deseaba ver sumergido en el agua. Darién se volteó al escuchar el sonido de las pisadas, ambos se quedaron en silencio mientras se miraban fijamente.
Luego de estar de esa manera unos largos segundos, Orien se acercó al agua, dejó los zapatos sobre la superficie firme y se metió al río llegando rápidamente a Darién, que permanecía con una expresión seria sin decir nada.
—¿Qué hace un niño solo en un sitio peligroso? —Darién empujó el pecho de él alejándolo un poco. Orien sonrió encantado.
—Soy mayor que tú, —Y él se acercó a la orilla sentándose, Orien le siguió quedándose frente a sus piernas.
—¿Estás disfrutando ser más alto? —Varias cuchillas aparecieron alrededor de Orien, él levantó las manos rindiéndose rápidamente. —¿Qué haces aquí?
—Adivina, esos malditos demonios me emboscaron luego de salir de Alfreimr, ahora quiero vengarme del rey demonio. Y también… —Tocó el cabello blanquecino de Orien y luego le pegó con el dedo en la frente. —¿Por qué no me avisaste sobre que dejarías Glassus?
—Ah, eso —él puso ambas manos sobre las rodillas de Darién haciéndole sorprenderse. —Te dije que sería un aventurero, no se limita a un solo sitio o dos. De hecho, estaba en el reino de los demonios hace un mes y tuve que escapar porque me tenían de prisionero.
—Eres un loco. La princesa Diane me invitó a unirme con ellos para matar al rey demonio pero estoy atrasado.
Orien acarició las rodillas de Darién provocando que él quisiera alejarse, pero Orien lo acercó más.
—No vayas, cuando llegues esa guerra estará acabada si ya no la acabaron.
—Suéltame, —le ordenó pero Orien hizo caso omiso, más bien subió la mano hasta el muslo de Darién. —Ah, deja de tocarme de esa manera.
—¿Qué manera? Solo tengo mi mano sobre tu muslo, te pones nervioso por nada. —Orien comenzó a burlarse.
—No… estoy nervioso, —dijo queriendo huir pero Orien lo jaló haciendo que cayera al agua, miró con odio al otro que se estaba riendo como loco. —Debería volverte una estatua de hielo.
—Extrañé molestarte —susurró con la voz grave y eso hizo que Darién se sonrojara, intentó mirar a otra parte pero Orien tomó entre sus palmas sus mejillas, ambos se miraron unos segundos y luego él juntó sus labios con los de Darién, que al principio estaba sorprendido pero después correspondió.
—Te voy a matar —dijo Darién mientras volvió a sentarse donde estaba antes, Orien tomó asiento a su lado mientras tomaba su mano jugueteando con el. —¿Dónde está Sebastián?
Orien volteó los ojos indignado, eso hizo que Darién sonriera.
—Happy, lo dejé con Kara, últimamente ha estado enfermo, Atan dijo que era porque creció más rápido de lo normal.
Darién arrugó las cejas y le miró fijamente.
—¿Quién es ese? —Orien notó la reacción de Darién y dejó salir una carcajada algo que molestó más al emperador.
—Es un niño jajaja, —Aunque solamente le llevaba dos años a Atan, Orien embozó una Suave sonrisa. —Además, lamentablemente ya le pertenezco a alguien.
—¿Lamentablemente? —intentó levantarse pero Orien lo atrajo hacia el, y besó su mejilla.
—Te ves lindo enojado. Ya no voy a molestar. —Él levantó las manos en señal de paz.
—Vamos, quiero cambiarme de ropa. —Darién se puso de pie y Orien también hizo lo mismo.